A los federalistas

Juan Carlos UrendaJuan-Carlos-Urenda-DiazCada vez con más frecuencia leo posturas pro sistema federal y lo entiendo. El proceso autonómico se ha quedado en enunciados constitucionales de poco contenido autonómico y el centralismo es agobiante. Es importante tener claros ciertos aspectos que hacen a esta temática para que no entremos en confusiones y antagonismos entre autonomistas y federalistas, porque eso es lo único que nos falta para que ya todo el proceso se vaya al tacho.Las autonomías territoriales son un estado intermedio entre el Estado unitario centralizado y el federal. Si en Bolivia se quiere llegar a un Estado federal pleno, se tiene que pasar primero por un proceso de autonomización.Los Estados federales en el mundo nacieron federales o llegaron allí a través de procesos de autonomización gradual como el caso de España que, a través del desarrollo en el tiempo de las competencias transferidas, no obstante su concepción autonómica, es en los hechos más federal que muchos países federales, o el caso de Holanda, que, tras años transitar por un proceso de autonomización de sus regiones, dejó atrás ese modelo y se constitucionalizó como federal.El tema no pasa por la denominación autonomías o federalismo. Esas denominaciones de por sí no establecen competencias. El tema pasa por las competencias transferidas del nivel central a las entidades territoriales, o dicho de otra manera, no importa la denominación sino las competencias transferidas.Por ejemplo, las competencias autonómicas que el Reino Unido les da a las autonomías de Escocia, Gales e Irlanda del Norte superan en contenido descentralizador a la mayor parte de los federalismos del mundo (estas autonomías participan con representación propia en los campeonatos mundiales de diferentes disciplinas deportivas), y los estatutos de Beni, Pando, Santa Cruz y Tarija aprobados mediante referéndums entre mayo y junio del año 2008 tenían un contenido de mayor descentralización que el federalismo de Venezuela, que es débil.Una característica muy importante de los procesos autonómicos es su versatilidad para establecer asimetrías estatales, esto es que el Estado tenga unas regiones más autónomas que otras. El federalismo tiende a ser más homogeneizador. Ese fue el modelo del Referéndum nacional por las autonomías del año 2006 que permitió que los departamentos que se quisieran autonomizar lo hicieran y los que no se quedaran centralizados, y así fue.Luego vendría la Constitución actual que uniformó a todos los departamentos, a todos les dio la chance de hacerse autónomos, o mejor dicho, de denominarse autónomos, porque no hay autonomía sin transferencia de competencias desde el nivel central.En el caso boliviano, dada la densidad poblacional actual, sería probablemente inviable convertir a Pando y quizá a Oruro en Estados, cada uno con los cuatro poderes u órganos del Estado independientes etc., por lo que es más adecuado el proceso autonómico que, por su versatilidad, permite la conversión gradual de las regiones con poblaciones relativamente pequeñas.Pero vamos al fondo. Si hiciéramos borrón y cuenta nueva, si quisiéramos anular el proceso autonómico e instaurar un sistema federal en Bolivia, tendríamos que hacer una cosa muy parecida a lo que ya se hizo en el proceso autonómico, vale decir, tendríamos que hacer un referéndum nacional para preguntarle a la población si quiere federalismo, después cambiar la Constitución y luego hacer referéndums departamentales para aprobar los estatutos estatales. Así, habríamos desperdiciado casi una década andada en el proceso autonómico y empezaríamos, de nuevo, a andar lo que ya hemos andado.Hay que entender que las autonomías son el camino imprescindible si se quiere llegar al federalismo y, por eso, lo inteligente es luchar por perfeccionar y consolidar el proceso autonómico en marcha (momentáneamente diezmado por el masismo y la pasividad de los actores locales) para así abrir la posibilidad de desembocar en un modelo federal, si es que las circunstancias políticas lo permiten y los bolivianos nos animamos a transferir competencias de verdadero contenido autonómico a los departamentos.No tiene sentido, desde ningún punto de vista, enfrentar los conceptos de autonomía y federalismo, que son variables siamesas de un mismo continuo. Tengamos presente la sentencia del filósofo norteamericano H.L. Menken, que dijo que “para cada problema complejo hay una solución simple, pero equivocada”.El Deber – Santa Cruz