El conflicto marítimo boliviano

Carlos HerreraHERRERAEl conflicto que tenemos con nuestro vecino Chile lleva ya más de un siglo y no parece tener solución alguna. Como todos sabemos, en 1904 firmamos un Tratado de Paz y Amistad donde se modificaron formalmente y con asentimiento nuestro los límites del país. Es gracias a ese Tratado que se formalizó nuestra mediterraneidad, y es también gracias al mismo Tratado que Bolivia reconoció formalmente, porque en los hechos ya la tenía, la soberanía de Chile sobre los territorios bolivianos. Es decir, transferimos, a través de un instrumento del Derecho Internacional, nuestro derecho de soberanía sobre esos territorios, a favor de otro Estado; algo que nunca debimos hacer, si pretendíamos tener abierta indefinidamente una vía de reclamo dentro del Derecho internacional.Entender este punto, es decir, que para el Derecho Internacional el tema de la mediterraneidad boliviana es un asunto cerrado, en virtud precisamente de aquel Tratado y del principio “pacta sunt servanda” (lo pactado obliga) que rige tal Derecho, tiene una enorme importancia para encontrar soluciones que no necesariamente impliquen la obligación, por parte de Chile, de ceder territorio con soberanía.Y esto porque aunque lo deseable para el común de los bolivianos fuera que Chile nos devuelva al menos una parte de los territorios que nos arrebató mediante una guerra que se suscitó, según ellos argumentan, por un incumplimiento nuestro sobre unas tasas impositivas de explotación de unos recursos naturales -lo cual obviamente no parece más un pretexto- está claro que una solución que implique una cesión territorial, es un asunto complicadísimo. Lo mejor sería pensar el futuro en términos más pragmáticos. Es decir, mediante un acuerdo político que involucre intereses modernos, o sea, que contemple la nueva realidad de los dos países.Hay muchas razones para sostener este punto de vista. Una de ellas es la firma del Tratado de Lima del 3 de Junio de 1929 entre Chile y Perú, que en un Protocolo Complementario deja claramente establecida la imposibilidad, sin previo acuerdo entre ambos, de ceder a un tercer Estado la totalidad o parte de los territorios de Tacna y Arica, que eran territorios peruanos. A partir de este Tratado no son ya dos los Estados involucrados en la solución de nuestra mediterraneidad, sino tres, lo que desde ya dificulta enormemente la cesión de una franja dentro del territorio de Arica, tal y como es la actual pretensión boliviana. Es decir, Chile no puede, por ninguna razón, disponer de estos territorios sin el consentimiento de los peruanos y no vemos ninguna razón para que el Estado peruano obre, en un caso como éste, imbuido exclusivamente de un espíritu de solidaridad con nosotros. En otras palabras, no vemos ninguna razón para que los peruanos no pidan compensaciones, ya que se trata de nada más y nada menos que de territorios que antes eran suyos.Otra razón que hace difícil una cesión territorial viene de la propia historia. Ha transcurrido más de un siglo desde aquella historia y los habitantes de aquellas regiones no conocen otra identidad y otro Estado que no sea el chileno. Es prácticamente imposible que aquellas comunidades, que hoy forman parte de uno de los Estados más modernos de Latinoamérica, quieran pasar a formar parte de uno de los más atrasados y más conflictivos de la región. Incluso si se piensa en una franja territorial que no afecte grandemente las ciudades del norte chileno, necesariamente se afectarán algunos de sus intereses. Este es un punto clave a entender, de darse una cesión territorial, es decir, si nos dieran una franja de moderadas proporciones ¿Quiénes perderían con ello? ¿O al menos quienes creerían que perderían con ello? Pues los habitantes del norte chileno, que han logrado su desarrollo con el comercio boliviano!Ahora bien, los términos en los que nosotros debiéramos pensar el problema, según mi juicio, deben estar vinculados más a la idea de sociedad que a la de enfrentamiento. Esto porque lo más importante ahora para nosotros es encontrar el camino para salir de la pobreza, nuestra verdadera maldición. Qué es más práctico para nosotros, o qué sería más provechoso ¿Generar desarrollo con inversión o permanecer en esta condición de inmovilidad, con un reclamo que no prospera por las dificultades mencionadas?Reducir el problema del mar a un asunto de dignidad nacional y no advertir, como hicieron los japoneses con respecto a los americanos, no obstante haber recibido dos bombazos que liquidaron decenas de miles de sus ciudadanos, que los países ganan más siendo socios en el comercio y la producción que permaneciendo enemigos, es fatal. A los que hablan de dignidad nacional será bueno recordarles que la deserción escolar en el campo y ahora en algunas de nuestras ciudades, supera lo aceptable. O que lo que se denomina analfabeto funcional, es decir, persona que no entiende bien lo que lee, se cuentan entre nosotros por miles. O que el índice de ingreso personal nuestro sólo tiene parangón con los países pobres del África.La verdadera lección del mundo moderno para los países como el nuestro es que hay que pensar los problemas a la luz de la razón, más que de la emotividad y el patrioterismo. Lo primero que debiéramos advertir son las características de la realidad actual. En otras palabras, si somos prósperos o si en cambio somos pobres de solemnidad. Y si somos lo segundo ¿Cómo es que podemos mejorar nuestra vida? ¿Será que el desarrollo responde sólo a cuestiones de territorio, o será más bien a asuntos de educación, producción, comercio y fortaleza institucional? ¿Será que la ausencia de un territorio con mar es una traba para el desarrollo de un país, o será que no obstante ello, si se desarrollan los recursos humanos y aumenta la productividad y la inversión, podemos elevar nuestro nivel de vida? ¿No será mucho mejor para la suerte del país -un país con recursos naturales importantes- mirar las cosas con una buena dosis de pragmatismo y oportunidad? Esto podría llevarnos a ver que siendo el mundo moderno como es, es decir, un mundo donde sólo se mejora con inversión y producción ¿No sería más inteligente buscar socios que tengan lo que nosotros no tenemos?Son tres los factores básicos para el desarrollo de los países, los recursos humanos, los naturales y el capital. Hay más por supuesto pero estos son los básicos. De estas tres cosas ¿Cuál es la que no tiene Chile y sí nosotros? O al revés ¿Qué cosas no tenemos nosotros que Chile tenga? No hay que ser muy listo para verlo claramente, nos falta el capital y los recursos humanos que tiene Chile, pero tenemos un territorio dotado de una buena cantidad de recursos naturales; tierras agrícolas, mucha agua y por ende potencial energético, recursos minerales, hidrocarburíferos, también recursos forestales, esto es, potencial para la farmacopea y la producción de madera, etc., etc.Imaginemos por un momento y sin los prejuicios actuales ¿A dónde podría llevar a los dos países un Tratado de comercio e inversión dotado de verdadera seguridad jurídica? ¿No será que si el día de mañana se instalan cientos de industrias chilenas para la explotación de nuestros recursos naturales, habrá más bolivianos con empleo, más producción de bienes manufacturados, mejores recaudaciones del Estado por concepto de impuestos, y, por ende, los servicios que el mismo presta a la sociedad mejorarán enormemente? ¿No será entonces que una sociedad de Estados como la que se sugiere, haría las cosas infinitamente más fáciles para nuestro progreso y nuestro desarrollo como país? ¿No será hora de entender el asunto del mar con una óptica que nos reporte algo más que la indiferencia de la comunidad internacional?Luego también hay que mirar con incredulidad el argumento que afirma que el enclaustramiento es la causa de nuestra pobreza, porque si se mira bien los términos del Tratado de Amistad y Paz de 1904 con Chile, veremos que allí se acordó el libre tránsito para nuestros productos, algo que discurre con normalidad. Es decir, no estamos siendo extorsionados con un costo de paso exorbitante, porque las cosas no son así, aunque se diga lo contrario. Chile no tiene la culpa de nuestro atraso y si alguna tiene, es claro que la mayor responsabilidad es nuestra.Opinioneideas.org