Tu me manques

Carlos Federico Valverde BravoCVCuando este artículo llegue al lector, será el último día que se presente Tu me manques y, por la repercusión que tuvo, por la fuerza que se puso para hacerlo, por lo que significó para mí, quiero compartir mis impresiones. Todo comenzó con la lectura del libreto; sentí que ahí había algo fuerte y, bueno, percibí una temática cuestionadora y muy necesaria en la sociedad actual. En Bolivia, en cualquier parte del mundo, estas cosas están, no las inventó nadie, son inherentes a la naturaleza humana, aunque no son entendidas como tales. No por nada el ‘mundo gay’ es visto como una minoría y no como iguales en las sociedades. Hasta ahora se discute el tema y, nunca se ha discutido, por ejemplo, si los heterosexuales nacimos así o nos ‘hicimos así’.Pero el desarrollo temático, la obra en sí, me capturó porque es una tragedia (‘shakesperiana’, me dijo mi hermano) en toda la extensión de la palabra. En la obra hay un fundamentalismo gay (la explicación intelectual y hasta científica para ‘justificar’) del porqué de la condición. Como argumento de Guardián del Hielo23, enfrentado al conservadurismo religioso y homofóbico de Jorge (el padre, que yo interpreto), dan a entender que se está en una pelea de sordos, a ratos muy violenta, que no va a llegar a ningún lado, y Rodrigo Bellot usa, magistralmente, la muerte como bisagra para hacer que haya un reconocimiento y paz entre ‘enemigos’. Probablemente alguno piense que se exagera si se habla de tragedia, pero, desde mi punto de vista, es así. Guardando distancias, recuerdo que Romeo y Julieta murieron por su amor; Gabriel muere por su imposibilidad (miedo, básicamente) de enfrentar su condición y tener a su amor. Es una tragedia, claro que sí.Lo demás, esa idea de puesta en escena, tan de vanguardia, mezclando el teatro clásico y los muchachos, tremendos y valientes actores que hacen la performance; eso hace el todo. Creo que la obra no sería igual sin ellos. Recibí 54 cartas por internet de madres, de jóvenes y no tanto, hombres y mujeres que agradecieron la obra, decididos a enfrentar su realidad. Eso vale más que los aplausos; más que nada, las lágrimas, el apretón de manos, las miradas agradecidas son impagables para mí, que soy un actor apasionado, pero solo un aficionado.El Deber – Santa Cruz