Algo huele mal…

Renzo Abruzzeserenzo“Algo huele mal en Dinamarca”. La famosa frase de un personaje de Hamlet, la célebre obra de Shakespeare, traslucía en realidad el estado de descomposición moral que había alcanzado la monarquía feudal y sus efectos en la sociedad de aquel entonces, de ahí en adelante la expresión quedó grabada para poner en evidencia aquellos estados de malestar social, cultural o político cuyo trasfondo pone en duda la naturaleza de los eventos.Echo mano de Shakespeare para meditar sobre el actual estado de cosas en nuestro país, pues algo huele mal en el ‘proceso de cambio’. La sensación generalizada es que el régimen del Movimiento Al Socialismo se ahoga en un maremágnum de corrupción y que los mecanismos de control en manos de los propios masistas están bloqueados. Todos los intentos (unos serios, otros aparentes) por mostrar un Gobierno honesto y probo lo único que lograron es ratificar la sensación ciudadana de que “algo huele mal en el Gobierno”, y de que su efecto fue exactamente el contrario; cuanto más se aparenta una lucha frontal contra la corrupción, más corrupción se produce, los operadores anticorrupción terminan liderando los escándalos y como la espiral se acelera con relación al tiempo de gobierno, finalmente involucra hasta los niveles más altos de decisión.En el otro frente una suerte de narrativas disuasivas se pone en movimiento a través de la inversión de millones de dólares en publicidad y propaganda. El Gobierno no escatima un centavo, acá la eficiencia es absoluta; a pocas horas de producirse un evento, así sea intrascendente pero políticamente explotable, ya tenemos eslóganes, spots, congresos, encuentros, movilizaciones, etc.; de esto ni el santo padre se libra.Esta forma de generar imágenes difusas y, finalmente, desdibujar la verdadera naturaleza y alcance de los hechos, ha terminado generando una desazón cognitiva en la sociedad civil, ya no es posible creer ni en lo que a claras luces parece cierto; solo se requiere escuchar el tono de las conferencias de prensa y de inmediato se percibe que detrás de los argumentos hay algo oculto. Hemos terminado en un círculo vicioso donde hasta la verdad parece mentira, lo único que perdura incólume es que todos sentimos que “algo huele mal en el Gobierno”.El Deber – Santa Cruz