El cerro vacío

JUAN ANTONIOJuan Antonio Morales*La reciente movilización potosina y el fracaso de las negociaciones con el Gobierno invitan a varias reflexiones, aún de los que no son potosinos y que conocen relativamente poco de la realidad del sureño departamento, como yo mismo.En primer lugar, ha llamado la atención, de propios y extraños, la tenacidad y el coraje de los marchistas potosinos. No habrá duda sobre su representatividad, en un departamento donde – según el informe de la muy confiable Fundación Jubileo – casi 60% de la población es pobre. Las escenas que mostró la televisión de la precaria vivienda del señor Llally fueron muy informativas. Las acusaciones gubernamentales de que la derecha, los neoliberales y los chilenos estaban detrás del movimiento potosinista pecaban de absurdas.Generosa y valiente, como fue la marcha, no ha tenido sino un impacto mediático y ha sido completamente carente de eficacia. Los marchistas no han conseguido nada, a pesar de su enorme sacrificio. Esto ilustra, de manera muy clara, que la democracia directa, el control y la participación social, así como la política de las calles, tienen efectos solamente pasajeros. Los instrumentos más tradicionales, muchas veces desdeñados, como la sanción de los votantes a los políticos que incumplen sus promesas, son  posiblemente más efectivos. El Gobierno temerá que si no hace nada por Potosí podría ser castigado electoralmente.En segundo lugar, el conflicto potosino ha mostrado también claramente la debilidad de los gobiernos subnacionales. Nadie le prestó atención al gobernador Cejas y él a, su vez, desapareció del escenario. Un comentario similar se puede hacer con  relación al alcalde Cervantes, aunque él tuvo algo más de visibilidad que el gobernador. Les correspondía a las autoridades subnacionales mediar entre Comcipo y el Gobierno central.La representación parlamentaria de Potosí tampoco ha estado a la altura de las circunstancias. El foro político por excelencia es la Asamblea Legislativa Plurinacional y es allí donde debía haberse discutido el malestar que aquejaba a la ciudad de Potosí. El Poder Ejecutivo hubiese sido sensible a las iniciativas que le venían del Parlamento.Ahora ha llegado el momento de mirar hacia adelante, tal vez con algo de resignación. Un primer esfuerzo tiene que hacerse para reforzar la capacidad técnica y administrativa, tanto de la gobernación como del Gobierno municipal. A estas instancias les corresponde preparar un plan de desarrollo regional, con prioridades e instrumentos para lograr metas bien definidas.  La población tiene que tener la percepción de que el plan les pertenece. No es llevando la poética Agenda Patriótica 2025, con su catálogo de buenas intenciones, pero sin rutas críticas para lograr los objetivos, que se va a convencer a los potosinos.El resto del país tiene responsabilidades con Potosí y su desarrollo debe ser un objetivo nacional. Si los potosinos lo piden, el resto de los departamentos deberían responder con apoyo técnico, sin escatimarlo. Más importante, un criterio para el pacto fiscal debería ser el de la solidaridad con los departamentos más necesitados.La situación de Potosí es compleja, pero el departamento no es carente de posibilidades de desarrollo. La excesiva e histórica dependencia de la minería, mucha de ella de muy baja productividad, plantea grandes desafíos. La minería está sufriendo la caída de precios. Tiene, además, el grave problema de los pasivos ambientales y se tiene la necesidad de descontaminar tierras y fuentes de agua.La minería tiene que dejar de ser una maldición para Potosí. Para que eso suceda se debe insistir en los grandes proyectos mineros, con adecuada atención al medio ambiente y a los derechos de las poblaciones aledañas, y en la reconversión de la minería de subsistencia. Posiblemente el litio tiene un gran potencial, pero la manera con que ha estado siendo manejado no conduce a ninguna parte.La reconversión de la minería de subsistencia a otro tipo de actividades tomará tiempo y un gran esfuerzo, pero, felizmente, el potencial agrícola y turístico del departamento es significativo.  No sólo Uyuni debería interesar a los turistas, la ciudad de Potosí tiene los bellos museos, la Casa de la Moneda y el Convento de Santa Teresa, así como un encantador centro histórico.  Se debe pensar en la manera de valorizarlos aún más.  Los bienes culturales, bien manejados, pueden ser una fuente de empleo productivo y de ingresos para financiar la agenda social.Potosí tiene también posibilidades industriales que pueden ser interesantes, como la producción de manufacturas de plata y de peltre. La orfebrería, de calidad y elegante, puede tener un gran mercado, como lo muestra el ejemplo de nuestros vecinos peruanos. Se tiene también la posibilidad de una industria textil de gran escala, con tejidos de lana de llama y alpaca. Una vez más, hay que apuntar a los mercados internacionales, para lo que es importante contar con buenos diseños y resolver el problema del descerdado de la lana, lo que no debe ser imposible.Las inversiones en capital humano son también cruciales. Las universidades potosinas pueden tener un gran potencial, pero posiblemente necesitan ser reforzadas financiera y técnicamente. De las ideas que emanen de las universidades dependerá en gran parte el porvenir de la región.El Cerro Rico se vació de su riqueza, pero puede tener un sustituto en la inteligencia con la que los potosinos encaren los desafíos de la reconversión productiva con equidad.*Profesor universitario. Fue presidente del Banco Central de Bolivia.Página Siete – La Paz