Estado, Gobierno, República y Democracia…

yanezArturo Yáñez CortesAunque suene de Perogrullo, existen diferencias entre esos conceptos. Aquel, en su más rancia definición se conoce como la sociedad civil jurídicamente y políticamente organizada y, contemporáneamente ha encontrado su esplendor a través de la división de funciones de gobierno que son encargadas por el soberano al ejecutivo, legislativo y judicial y si se quiere al electoral. En ese sentido, la república  es una forma de gobierno en la que el pueblo tiene la soberanía y facultad para el ejercicio del poder, delegado en gobernantes que elige para el efecto, lo que se conoce como un estado sujeto al imperio del derecho, de forma que nadie, por muy poderoso o popular que sea o se crea, está por encima de la ley, lo que equivaldría situarse por encima del mal y del bien. Naturalmente entonces, esa república se funda en el imperio de la ley y no en el imperio de los hombres, peor en la voluntad omnímoda de algun@(s).Pues bien, lo peor que le puede suceder a cualquier estado surge cuando una de esas sus ramas, frecuentemente situada en el ejecutivo, controla o atemoriza a las restantes, lo que equivale que éstas dejan de cumplir sus elementales funciones, deviniendo en el fracaso del funcionamiento estatal. Peor es la situación, cuando es un personaje, el que concentra de tal manera el poder, al extremo que todos quienes componen ese estado, terminan rindiendo pleitesía al poderoso, cumpliendo su voluntad, cualquiera que sea. Se me ocurre al respecto, aquello de Gala: “Al poder le ocurre como al nogal, no deja crecer nada bajo su sombra”.A propósito: ¿Cómo estamos por casa? Me temo que así y como prueba más allá de toda duda razonable, me remito a recientes acontecimientos. Comprendo que el presidente quiera asistir al cumpleaños de su ídolo Fidel Castro; pero lo que ofende al soberano -de quien es su empleado-, es que lo haga en el avión del estado, dicen con una comitiva oficial y hasta con regalitos, cual si se tratará de una actividad oficial y no una reunión de cumpas, descuidando sus delicadas funciones y en, no voy a decir horas de trabajo, sino días de trabajo, que bien podían dedicarse a cosas no sólo más útiles, sino urgentes…para el estado, su gobierno y hasta el soberano.La misma renuncia del, me temo, único embajador de carrera y todo un caballero Sr. Armando Loayza por sus declaraciones vertidas a un medio de prensa extranjero, me parece otra prueba. Si bien, un diplomático tiene que cuidar la lengua seguramente con mayor diligencia que cualquier otro funcionario estatal, no creo que su opinión sobre el trauma católico del presidente, tenga que acarrearle el abandono de su cargo, pues se debe al estado y no al presidente, pudiendo tener –como todos- la opinión que vea por conveniente sobre aquél (aun admitiendo que metió las de andar, al hacerla pública…).Finalmente, las reiteradas amenazas del vice, para expulsar a las ONG´s de “su estado” ya que, sencillamente no comulgan con su –actual- pensamiento, pese a que cuando no gozaba de las peras del poder, anheló dirigir alguna de ellas, muestran una peligrosísima confusión entre los recursos públicos que administra como funcionario de estado y los suyos (en cuyo caso podría gastarlos como le diera en gana). Urge diferenciar entonces aquellos recursos que son de tod@s, por mucho que –circunstancialmente- están ahora encargados para su manejo al gobierno, de los recursos del partido que hoy gobierna e incluso, de los de sus afiliados; fuera interesante además en algún arranque de humildad, recordar que los funcionarios de gobierno son empleados del soberano y no, sus patrones. ¿Eso es democracia? Para nada, por ello Laje sostiene que: “La democracia moderna que carece de república, al corto o mediano plazo se conduce indefectiblemente a su suicidio”…Correo del Sur – Sucre