“Así nomas había sido”… como decía Cayetano

lavLavive Yañez SimonLa violencia no es lo mío, y hablar sobre ésta y la corrupción institucionalizada en un país donde los “héroes” demuestran su superioridad sobre los demás, sin la capacidad de superarse a sí mismos, me llevó a pensar en primera instancia que era una pérdida de tiempo. La reflexión inmediata planteó la pregunta: ¿cómo luchar contra el cáncer del poder mal entendido, cuando hay indiferencia y temor de quienes se constituyen, de acuerdo a la Constitución Política del Estado, en fiscalizadores en un inexistente control social?Es así que volvemos a hablar de la crisis moral de los liderazgos que están llevando a la juventud a un vacío existencial, y tiene como resultado, en la mayoría de los casos, jóvenes perdidos en un mundo que los trata como deshechos y los empujan a caer en la “protección” de pandillas y acciones violentas como las que se vivieron en la réplica intencionada de la pelea entre Sankys Vs. Teodovich, por celos, difundida por los medios de comunicación para estimular el morbo social, que, sin duda, genera ganancias.La violencia no debiera ser el mecanismo de defensa porque el exceso se constituye en delito, sin embargo, es una práctica común del gobierno como estrategia para la subordinación y constancia de los llamados a respetar los postulados democráticos de una Patria libre. Es así que me sorprendo cuando veo al ministro de gobierno en un show mediático presentar al joven Teodovich como si se tratara de un maleante desfalcador del Estado, violador de los derechos, la dignidad y la integridad humana, o un vulgar asesino; sin haber sido juzgado, mientras que los delincuentes confesos, gozan de protección. Vamos a retrotraer los asesinatos de la periodista Waycho, del joven Urresti, los verdaderos responsables del robo millonario del Fondo Indígena, el diputado violador, el golpeador de los indígenas del TIPNIS, entre otros no menos importantes, que declinan su dignidad por protección del poder corruptor.La acción inmediata de la “justicia”, en este caso, devela una vez más, la burda complicidad de la justicia con el poder y la falta de principios de los poderes del Estado, porque vemos claramente como, “al primer cuje del patrón los sabuesos pelaron los dientes”, contra un joven mal orientado y exacerbado por la violencia a la que nos acostumbró este sistema corrupto e ineficiente, con una “institucionalidad” que viola, a diario, los derechos fundamentales del ciudadano. ¿Existe moral para juzgar y dictaminar cárcel a un joven que en lugar de ayudarlo a superar sus traumas lo tiran a los leones como en los viejos tiempos de la antigua Roma”?Bien lo decía Simon Bolivar “un país donde un solo hombre ejerce todos los poderes” se convierte en un país de esclavos.Lo cierto es que nada va a cambiar si no empezamos a establecer una integridad que nos proporciona la conciencia del autocontrol, el coraje y la fuerza de aceptar más responsabilidad por nuestras vidas.