Contrastes e inconsistencias

JAMJuan Antonio Morales*Hace un poco más de seis semanas se recordaba los 30 años de la promulgación del Decreto Supremo 21060. El debate continúa entre los que sostienen que se lo ha abrogado y los que creen que sigue vivito y  coleando. Al margen de ese debate, se ha de recordar que ese decreto ha recibido una gran atención en los medios académicos mundiales de mayor reputación y que artículos, comentando sus alcances, se publicaron en las revistas científicas más prestigiosas del planeta, como la American Economic Review. Obviamente, el decreto desató también en el país un torrente  de artículos. Casi todos los economistas de alguna trayectoria lo defendieron o lo atacaron.En cambio, el modelo económico social comunitario y productivo (MESCP), que supuestamente ha reemplazado al 21060, no ha recibido atención alguna de economistas extranjeros de prestigio, y los economistas nacionales son más bien críticos. Solamente lo defienden, por razones obvias, los funcionarios junior del MEFP.Es cierto que el ministro Arce lo ha presentado en algunos seminarios de universidades famosas, presentaciones que empero han sido acogidas con la más grande indiferencia. Por su parte, los informes de los departamentos de investigaciones de las instituciones financieras internacionales lo ignoran o muy rara vez lo mencionan.El modelo MESCP es un modelo híbrido y en permanente mutación. Es difícil definir sus contornos. En algunos aspectos, como en su política cambiaria y monetaria, es muy ortodoxo. Pareciera que la muy conservadora Escuela Austriaca le provee sus fundamentos, aunque también con contradicciones. Pareciera, siguiendo a esa escuela, que se ha tenido la intención de regresar al patrón oro de antes de la Primera Guerra Mundial, con la adquisición que hizo el BCB de 14 toneladas de oro el año 2011, que se sumaron  a las que ya tenía. El tipo de cambio fijo e inamovible desde noviembre del 2011 es otra aplicación de la Escuela Austriaca.Las justificaciones para el tipo de cambio fijo  de nuestro gobierno  se parecen en mucho a las de los economistas de Pinochet de antes de 1982 y a los de Menem, del año 1991. Explicaciones como las que la competitividad se logra mediante aumentos de productividad y mejoras en los servicios públicos, y no mediante una política cambiaria activa, puede que sean válidas, pero tanto Pinochet como un  gobierno sucesor del de Menem  tuvieron que abandonar, en un ambiente de pánico, el tipo de cambio fijo.En política fiscal, en contraposición con las políticas monetaria y cambiaria, se ha venido apostando a recetas keynesianas, de expansión del gasto y de la inversión pública. Éste sería el componente heterodoxo del modelo. Como la política fiscal expansiva requiere también un financiamiento muy grande, en un momento en que se han caído los ingresos por el IDH, el Gobierno está recurriendo a créditos de proveedores, principalmente empresas chinas, a las reservas internacionales y a acogotar con multas elevadas, por delitos fiscales de bagatela, a los pocos contribuyentes que pagan impuestos.Queda en duda si la combinación de una política de gran gasto fiscal y de una  política monetaria volátil, por momentos contractiva y por momentos soltándose las mechas, haciendo bajar sus  tasas de interés a los suelos -aunque siempre tratando de no alejarse del tipo de cambio fijo- es sostenible en el tiempo.El otro componente heterodoxo es el de las nacionalizaciones y la creación de empresas estatales. Felizmente para el país, éstas han parado y hay atisbos de que el gobierno está tratando de atraer más inversión extranjera, después de haberla condenado. Bienvenida esa inflexión.Ahora que el gobierno ha llamado a un referendo para modificar la Constitución y que el país se está poniendo en modo electoral, el gobierno podría llamar a un debate sereno sobre el MESCP, dejando de lado los improperios habituales contra los críticos. Habría que seguir el ejemplo del ampliamente y democráticamente debatido 21060.*Profesor de la Universidad Católica Boliviana. Ex presidente del Banco Central de Bolivia.Página Siete – La Paz