Trump, el mejor alumno de los populismos latinoamericanos

TRUMPJosé Manuel Ormachea*Hace poco, un grupo de profesionales de Estados Unidos creó un grupo focal que juntó únicamente a personas que aseguraron que votarían por el multimillonario Donald Trump en las siguientes elecciones. A todos se les dio a conocer los espantosos comentarios del magnate contra los políticos, las mujeres y las minorías; sin embargo, al finalizar el estudio, ninguno cambió su opinión sobre Trump. ¿Por qué? se preguntaron quienes hicieron el estudio, hasta que un joven, parte del circulo focal, lo resumió así: «Sabemos que su objetivo es hacer a América grandiosa de nuevo… lo dice su gorra”.Esta muy sincera declaración evidencia con exactitud la estrategia de Trump. El candidato a la nominación por el partido Republicano utiliza conceptos abstractos y poco medibles como la «grandiosidad” del pueblo norteamericano para conseguir seguidores, táctica nada nueva en nuestra región pues, muy a pesar de que la «urgente necesidad” de recuperar algo perdido, a lo que hace constante alusión Trump, puede sonar como una narrativa improvisada e inconsistente. Estrategias similares han dado fructíferos resultados en países como Bolivia o Venezuela (la «Bolivia digna” de Morales o el «pueblo victorioso” de Chávez).En lo personal, soy de la opinión de que si alguien está pensando seriamente en recibir la candidatura para competir por la presidencia del país más poderoso del mundo, ese alguien no dice ni hace absolutamente nada sin la previa aprobación de un enorme ejército de marketineros políticos, quienes son realmente los que están detrás de cada palabra del candidato. Es más, estoy seguro de que los relatos vagos, estereotípicos y muchas veces ilusorios, como la definición misma de «quién es el pueblo y quién no”, son altamente recomendables si es que se quiere moldear una figura populista alrededor de un líder político.Trump está siguiendo al pie de la letra la estrategia propagandística de los populismos latinoamericanos. Desde Bolivia hasta Argentina, desde Nicaragua hasta Venezuela. Comunicacionalmente hablando, todos hacen lo mismo y los estrategas encargados de que el mogúl de los bienes raíces esté primero en todas las encuestas lo saben muy bien. Saben que a los votantes nos les interesa si un candidato tiene experiencia o no; les interesa que el aspirante parezca una persona «genuina” e inclusive, en muchas ocasiones, hasta se recomienda hacer una serie de payasadas para probar que son «auténticos”: insultar a los contrincantes, cantar llaneras los fines de semana por televisión, invocar pajaritos, jugar fútbol más tiempo del que se le dedica a gobernar, etcétera.Los discursos de este egocéntrico, impulsivo y discriminador outsider de la política, de este experto en la diatriba simplona y el improperio ¿Acaso no les recuerda a cierto programa sabatino de cierto difunto mandatario venezolano? ¿O a lo que en Bolivia se conoce como «evadas”? ¡Por supuesto que sí! Y esto se debe primordialmente a que los populistas articulan su discurso alrededor de lo que el común de la gente piensa, pero que los políticos tradicionales no se animan a decir.Como diría José María Ruiz Soroa: «El terreno natural del populismo es la crisis y su atractivo es la promesa de superarla”. Para el populista, la crisis es el momento preciso para hacer promesas desproporcionadas, de usar la boca como una chequera personal que firma créditos, que después la población debe pagar (aviones, nuevos palacios, muros para separar México de Estados Unidos y demás aventuras faraónicas).La capitalización de la crisis económica y el descontento con las élites políticas, el llamado a la irracionalidad (dobles aguinaldos, reelecciones indefinidas, cierres de fronteras) y a los más básicos instintos reaccionarios y pseudo-belicosos de las «masas oprimidas”, también son parte de esta receta.Para finalizar, la constante búsqueda de «malignos antónimos” (llámese México, la derecha, Obama el «imperialista” o «el musulmán”, dependiendo el caso) son elementos intrínsecos a esa forma de hacer política. Trump ha acudido precisamente a esa polarización extrema mediante su agenda anti-inmigrantes, muy similar a lo que ocurre, por ejemplo, en Venezuela ¿o alguien pone en duda el hostil anti-colombianismo puesto en práctica por el régimen de Maduro?Es por todos estos elementos que Trump ganará la nominación del partido Republicano y Hillary Clinton caerá cada día más en las encuestas. Como afirma Soroa: «El populismo inflama, el liberalismo aburre, y el aburrimiento es hoy la emoción más universalmente rehuida”. Al pueblo le encanta la vehemencia y la grandilocuencia, adornada de muchos y fuertes imperativos categóricos («yo le meto nomás”, «exprópiese” o «yo soy el pueblo” son ejemplos) y a la democracia le hace mucho daño tener a líderes populistas de ese tipo en sus filas.*PolitólogoPágina Siete – La Paz