El poder político: donde el respeto no vale nada

samSamy SchwartzEsta semana nuestros dos mandatarios, uno muy leído y el otro nada, abusaron de la nobleza de una mujer, la ministra de Salud, con chistes considerados homófobos y discriminatorios penados por ley, y lo arreglan con pedirle perdón y ni siquiera públicamente.Lo vemos muy a menudo en la TV, lo escuchamos en la radio, y los carteles en espacios públicos nos recuerdan que hay una ley contra el racismo y la discriminación; también existe la Ley 3729, creada por el MAS, sobre la protección y reserva a los ciudadanos bolivianos que son portadores del VIH/sida, ley que está basada en leyes mundiales y aprobada por las Naciones Unidas. Empero, vivimos en un país donde las propias leyes no se acatan, empezando por la cabeza del Gobierno nacional, seguido del Ministerio de Salud, como pasó con el exministro Calvimontes, que violó los derechos del magistrado Gualberto Cusi cuando, en conferencia de prensa, afirmó que este tenía sida y que la población necesitaba protección. ¿Qué habrá pasado con este juicio? ¿Qué protección puede tener la persona, común o pública, como cuando un amig@ o ladr@n obtiene información reservada y empieza a chantajearla? ¿O la ‘pornovenganza’ que, anónimamente, reproducen las páginas sociales y el WhatsApp? Hablo de información confidencial privada, sea esta sexual o documental.En el caso de la presentadora de TV Paola Belmonte, que tuvo que dejar su trabajo y esconderse, ¿se enjuició al acusado?, ¿qué pasó después? No existen leyes en Bolivia como en nuestros países vecinos, que castigan con cárcel esta clase de violaciones.Los términos maricón, lesbiana, cholo, enano, indio, judío, gringo, travesti, etc. son solo algunas de esas ‘palabras’ que hieren, pero igual no hay ninguna protección ni castigo real al que las profiere; solo cuando hay de por medio una orden política son usadas por el oficialismo y sus seguidores. La misma Ley 348 contra el feminicidio se usa para acallar voces y chantajear a los acusados, no para sentar justicia contra los verdaderos culpables de horrendos crímenes contra las mujeres.La única manera de prevenir es con la aplicación verdadera de estas leyes en contra de esos abusos, con acciones reales que den jurisprudencia a todas las víctimas, cosa que nunca veremos en este régimen de cambio, ya que si los de arriba se salen con la suya, entonces, ¿debe ser así nomás para todos? Esperemos que no.El Deber – Santa Cruz