La primera rebelión cruceña

javier-paz-garciaJavier Paz GarcíaDon Hernando Sanabria Fernández en su Breve Historia de Santa Cruz narra que luego de la muerte de Ñuflo de Chaves en octubre de 1568 los cruceños nombraron a don Diego de Mendoza para sucederle. El Virrey de entonces, don Francisco de Toledo, decidió reemplazarlo y nombró a Juan Pérez de Zurita. Cuenta don Hernando que “No les pareció bien a los poblanos de Santa Cruz el injusto reemplazo, y a la primera ocasión se rebelaron en franca actitud subversiva. Pérez Zurita fue desposeído del mando y devuelto al Virrey, que por entonces se encontraba entre Potosí y Charcas. Toledo montó en cólera y  decidió acabar con la insurgencia de los cruceños, enviando contra ellos una expedición de castigo cuyo mando asumió en persona”.Toledo no pudo llegar hasta Santa Cruz de la Sierra, pero la ciudad cayó en una lucha civil que duró cerca de dos años hasta que el Virrey mandó cartas ofreciendo perdón a todos e invitando a don Diego de Mendoza a que lo visite. Don Diego aceptó la invitación y al llegar a Potosí fue arrestado por orden del Virrey y degollado.  Más adelante el autor indica: “La rebelde actitud del vecindario y el despejo con que se manejaba en gracia a su alejada situación de los centros rectores del virreinato, no pudieron menos que despertar una sorda inquina para con la ciudad de la selva. Virrey y audiencia estaban conformes en que era necesario hacerla desaparecer o por lo menos quitarle valía y preeminencias”.Esta sería la primera rebelión cruceña en una serie que probablemente está lejos de acabar y que muestra rasgos que caracterizan a los cruceños hasta ahora: el aprecio por la libertad y la autonomía, la rebeldía y el valor para rechazar lo injusto, el ingenio y la capacidad para valerse por sí mismos. Muestra tal vez la inocencia y la demasiada confianza en la palabra empeñada por otros. Finalmente muestra que la actitud recelosa, traicionera, abusiva y cobarde de los altoperuanos hacia nuestra región es de larga data. Las investigaciones de Gabriel René Moreno confirman la inquina y el actuar rastrero y traicionero de los altoperuanos en los inicios de la República, actitudes que continúan hasta nuestros días.Volviendo al libro de Sanabria Fernández, éste nos cuenta que “para dar pábulo a la altanería y arrogancia de sus gentes, el rey Felipe concedió a la ciudad el título de ‘Muy Noble y muy Leal’”. Los cruceños debemos enorgullecernos de nuestra altanería y arrogancia, de nuestra manera de decir las cosas de frente y de lo que los altoperuanos califican como atrevimiento y malcriadez.