Guerra sucia

Diego-Ayo1Diego Ayo SaucedoEl vicepresidente habla de un empate técnico. En mi criterio, esta declaración es una nueva actitud de arrogancia. Esa misma arrogancia que produjo la guerra sucia que hemos vivido en este último tiempo.Téngase en cuenta que el Gobierno quiere desprestigiar la estrategia electoral impulsada por las oposiciones, afirmando que hubo ‘guerra sucia’. ¿Es verdad? ¿Hubo guerra sucia? Pues sí hubo una atroz guerra sucia. No lo niego.Sin embargo, es preciso comprender el motivo de esa forma de actuar. La explicación tiene que ver con lo que en teoría política se conoce como los ‘escándalos políticos’. ¿A qué apunta la ciencia política para explicar el surgimiento de los escándalos? Sin ánimo de ser exhaustivo, es preciso apuntar a una causa: las cerrazones institucional y social cada vez más agudas.Eso significa que los canales institucionales están cada vez más cerrados: han sido ‘colonizados’ por el Gobierno. No hay posibilidad de que la Asamblea Legislativa haga una fiscalización adecuada. Lo más probable es que el cuestionado termine aplaudido por su fervorosa bancada. No hay posibilidad de que el contralor sea imparcial cuando todos saben que fue diputado del MAS. No hay posibilidad de creer (al menos cabe la duda razonable) en los fiscales, cooptados o amedrentados (recuérdese el caso más célebre, del fiscal Soza).No hay posibilidad de que interventores designados para investigar delitos, investiguen estos delitos, si quien los designa en su cargo, es el principal responsable de la corrupción. No hay posibilidad de que los informes del defensor del pueblo sean tomados en cuenta pues se lo considera un enemigo del Gobierno. No hay posibilidad de que la Policía funcione para todos protegiéndonos cuando se sabe que funciona de acuerdo con lo que dictamine el Gobierno (ya lo vimos hace pocos días en el fatídico suceso de El Alto, que imposibilitó que la Policía cumpla su deber). En fin…¿Y respecto a los actores sociales? La cerrazón no es menor: ONG y fundaciones críticas con el Gobierno han sido declaradas enemigas y sería intrascendente si ello quedase como declaración. Sin embargo, no es así. Es el Gobierno es quien otorga personerías jurídicas para que estos actores sociales puedan expresarse. ¿Y si conformamos un sindicato y protestamos? Tampoco se puede: es el Gobierno el que da el permiso para que se creen y funcionen estos otros actores sociales.¿Y a través de los medios? Algo queda, pero debe tenerse en cuenta que el 90% de los medios, como dijo el presidente Morales, está bajo control gubernamental. ¿Y los partidos, como auténticos canales de expresión? Cabe mencionar que somos el único país en continente que no otorga financiamiento público para que estos puedan conformar estructuras territoriales, formen líderes subnacionales, lleven a cabo elecciones internas y demás actividades, todas ellas de expresión ciudadana.¿Qué queda? Pues las redes, que aún no han sido intervenidas, aunque haya esa intención y aunque los trolls gubernamentales estén despachando constantemente misiles anónimos (la mayor parte de las veces). ¿Qué más queda? Pues el escándalo político.Es la vía que permite que el torrente, cada vez más poderoso, permita salir algunas gotas. La indignación popular existe. No es menor. Y busca caminos para manifestarse. ¿Cómo lo hace? Pues atrapando para sí lo que quede como residuo institucional político. Si ello conlleva glorificar la labor de algunos periodistas, pues se lo va a hacer, al margen de las acusaciones que haya en contra de ellos (esos periodistas). Y es que a estas alturas importa menos que hayan sido exmasistas, espías, consultores del imperio y demás. Lo que importa es que canalizan lo que todo el andamiaje institucional y social lo impide.La síntesis es pues simple: la guerra sucia es solo resultado del bloqueo autoritario del Gobierno que no dialoga, no fiscaliza, no pacta. La actitud arrogante se expresa en esta última intervención vicepresidencial. No hay el menor atisbo de autocrítica. No hay la posibilidad de escuchar de boca de esta autoridad pública la palabra mágica: “nos equivocamos, convocamos innecesariamente a un referéndum que lo único que ha logrado es dividirnos.Hoy Bolivia está una vez más quebrada, partida en dos”. Lo propio fue ratificado por Evo Morales en su conferencia de prensa del día lunes posreferéndum, quien felicitó a su electorado rural y casi ninguneó al electorado urbano que le ha dado la espalda. Frente a esta actitud, que además presagia posibles actitudes de mayor arrogancia: probables venganzas contra personas que han hecho oposición de frente, juicios de por medio, amedrentamientos televisivos, insultos y desprestigio. ¿Es todo esto posible? No dudo que sí, pero la respuesta con seguridad será de mayor indignación con todo lo que ello significa: más guerra sucia, más redes sociales oponiéndose y más escándalo político.Esta reacción de guerra sucia, pues, es solo proporcional a la arrogancia y cerrazón institucional autoritaria del Gobierno.El Deber – Santa Cruz