Tips para hacer la paz con la báscula

pesaObsesionarnos con el peso es muy común. Pero, ¿qué tanto sería mejor tu vida si no te martirizaras por no ser talla 0?Cada vez que Zola Mlalazi despierta, su primer pensamiento no es a qué hora va a empezar su clase, o si verá o no a su novio más tarde. Lo primero que pasa por su mente es qué comió el día anterior.Si fue un “buen” día y se limitó a la proteína magra con ensalada, es feliz y va en busca de la báscula para reafirmar que su peso está bajo control. Pero si fue un “mal” día –porque fue a cenar a su casa y no pudo resistir un segundo plato de estofado de borrego con pan hecho por su mamá, y porque aceptó un chocolate por ahí– su mano va directamente a sus muslos, donde, está convencida, ya se ven los kilojoules extra.“A veces creo que si toda la energía que uso en tratar de estar delgada la aprovechara en mi arte o en una buena causa, podría lograr mucho más”, dice. “Pero no puedo olvidar la idea de que tengo que estar más delgada. En ocasiones lo consigo y soy feliz, aunque tenga hambre. Pero luego vuelvo a subir de peso y me odio. Como ahora”.1. EL ODIO AL CUERPO ES MUY COMÚNMlalazi no está sola. El 90% de las mujeres encuestadas en un campus universitario había intentado, en algún momento, controlar su peso vía dieta, mientras 22% admitió estar en régimen “a menudo” o “siempre”.De acuerdo con otra encuesta, 81% de las niñas de apenas 10 años ya “temía” estar gorda, y poco más de 50% de las adolescentes se saltaba comidas, ayunaba, vomitaba o tomaba laxantes para controlar su peso.Si tú o algunas de tus amigas han estado haciendo eso desde la prepa, tu fijación por estar en forma no sólo consume tu energía –también está poniendo en peligro tu vida–. Los trastornos alimentarios tienen la taza de mortalidad más elevada de todas las enfermedades mentales, lo cual deja ver que las mujeres jóvenes están en problemas.Tenemos que hacernos amigas de nuestro cuerpo y renunciar a alcanzar algún día el ideal de la modelo perfecta. Necesitamos aceptar la verdad: que muy, muy pocas personas saludables lucen así o pueden siempre estar así. Es un objetivo inalcanzable que nos deja atascadas en la sensación de “ser menos” y nos roba la alegría.Y la ironía es –como bien sabemos quienes hemos hecho dieta y perdemos peso temporalmente– que la felicidad que perseguimos no está en las medidas, las cifras o en entrar en los jeans más diminutos, porque los parámetros siguen cambiando.Podríamos alcanzar nuestro peso ideal matándonos de hambre y ejercitán- donos, pero llegar a eso es un poco decepcionante. No todo en nuestras vidas mejora milagrosamente una vez que nos deshacemos de la cubierta de nuestro muffin. Como la psicóloga clínica Jo-Lynne du Randt explica: “Tenemos la creencia erró- nea de que estar flaca es igual a ser feliz –pero la flacura no es igual a nada. Es sólo flacura’–.A pesar de todo, muchas mujeres han logrado no ser presas de esta locura y han aprendido a amar sus cuerpos –con sus hoyuelos, imper- fecciones, curvas y todo–.Imagina cuánta diversión habría en nuestras vidas si en lugar de insatisfacción constante pudiéramos celebrar lo sexy que resulta un abdomen redondeado y las curvas bellamente femeninas en las caderas de una chica, así como un bien dotado trasero.Y qué liberador sería que al ser invitadas a una fiesta especial no empezáramos de inmediato a planear cómo deshacernos de tres kilos, ni nos quedáramos con hambre para poder lucir perfectas en la noche…

2. CALMA A TU TROLL INTERIORPuede parecer más fácil decirlo que hacerlo, pero cambiar la manera en que nos vemos a nosotras mismas es menos complicado de lo que crees, y tiene mucho que ver con lo que nos decimos a nosotras mismas sobre quiénes somos, y con esa voz horrible y crítica dentro de nuestra cabeza.La próxima vez que salgas de la ducha y tu mezquino troll interior diga: “Caramba, qué muslos te cargas”, dile con voz fuerte: “No, troll. Mis muslos son fantásticos. Son fuertes y curvos y perfectos. Son hermosos porque forman parte de mí, así que ¿por qué no te callas la boca?»Puede parecer tonto, pero confrontar esa voz negativa realmente empezará a erosionar los horribles mensajes que alimentan nuestra insatisfacción. Es un simple ejercicio mental que es sorprendentemente efectivo: dilo las veces que sean necesarias y empezarás a creerlo.La verdad, vivir lamentándose por tener un cuerpo que no corresponde a las imágenes que los medios de comunicación nos dicen acerca de lo que es “perfecto” es un monumental desperdicio de tiempo y energía que podría ser aprovechado para perseguir metas, lograr cosas sorprendentes y divertirse.Sabemos que cerca de 5% de las mujeres tiene el tipo de cuerpo que algunos medios publican como “normal” –como el de Barbie, de 1.76 m de estatura y 58 kg de peso–.La estatura promedio para las mujeres es de 1.67 m, y el peso medio es cercano a los 70 kg. Eso significa que 95% no somos precisamente altas y que, en definitiva, somos voluptuosas. ¡Y así es exactamente como a los hombres les gusta!3. LO EXUBERANTE ES SEXYHelen Goldberg, entrenadora personal, ha detectado lo que los hombres buscan en una mujer. “Las mujeres tratan de mantener un nivel de grasa corporal lo más bajo posible, pero las chicas voluptuosas es lo que los clientes masculinos encuentran sexy”, comenta.“Se fijan en las mujeres con curvas. Que las modelos usen alta costura no significa que la estética sea más atractiva o que ellas se vean mejor desnudas. Cada una está construida de una manera diferente. Imagina un mundo en el que todas las mujeres tuvieran la misma figura y talla, ¡qué aburrido sería! Necesitamos ignorar la báscula y concentrarnos en estar en forma, saludables y felices siendo nosotras mismas”.Otro truco es dejar de comprar ropa de talla más pequeña “para cuando pierdas cinco kilos”’, o guardar ropa que adquiriste para esas vacaciones en Tulum, cuando estabas matándote de hambre para verte más delgada y no has podido usar desde entonces.Cada vez te encuentras interiorizando un mensaje negativo sobre ti mis- ma –que eres gorda, floja y no tienes autocontrol–, lo cual no es realmente lo que eres.“Necesitas recordar que lo que ves en el espejo es en gran medida gracias a tu estado de ánimo, actitud, creencias y estado de felicidad o infelicidad en determinado día”, explica Du Randt. “En otras palabras, lo que ves no refleja la verdad, sino una imagen distorsionada por nuestra mente y nuestros pensamientos”.Si quieres “alivianarte”, un buen ejercicio es hacer una lista de cualidades que las otras personas dicen o han dicho sobre ti, y ponerla en algún lado donde puedas verla todos los días: cosas lindas, reconocimientos de tus fortalezas y competencias, y cumplidos acerca de tu apariencia… porque eso es realmente lo que eres.No eres un número o una medida o un estómago que se rehúsa a ser cóncavo, sino un ser humano único y multidimensional con mucho, pero mucho qué ofrecer.“Sé realista respecto al cuerpo que tienes”, dice Goldberg. “Mantente sana, activa y en forma –pero no persigas un estereotipo que es imposible o sumamente difícil de lograr–”. Sólo estarías predisponiéndote a fallar y ¿para qué?Dona la ropa demasiado pequeña; convéncete a ti misma de que no necesitas ser la persona delgada que nunca has sido, y de que no te interesa todo ese duro trabajo que implica llegar a serlo, ni la inevitable sensación de autodesprecio que sobreviene cuando vuelves a subir de peso. Toma la decisión hoy, y cíñete a ella. Es tan simple como hacerlo.Fuente: Cosmopolitan