Un bodrio cada vez peor

valverde2Carlos Federico Valverde BravoAun cuando la idea de apartarme del tema central del posible tráfico de influencias que pudo haber cometido el presidente Evo Morales a favor de la madre de su hijo no me agrada, no puedo dejar de señalar lo que entiendo, son barbaridades que se están haciendo desde el poder político (Gobierno). Ahora fue el turno del fiscal general, que salió a mostrar unos papeles (fotocopias que no entregó a los medios) para asegurar que el niño, hijo del presidente, no nació y que la señora Zapata fraguó todo; desde el ingreso al maternológico hasta el certificado de nacido vivo y, de ahí, todo lo demás ya conocido.Días antes, la periodista Jimena Antelo, en el programa No mentirás, preguntó al vicepresidente: “¿El presidente llegó a conocer a su hijo?”. “Sí, sí, por lo que él nos cuenta”, respondió García Linera y eso nos lleva a preguntarnos: ¿quién miente? ¿El presidente, que le dijo a García Linera y a algunos otros que conoció a su hijo? ¿O el fiscal por sí o por algún investigador que llegó con los papeles y se los dio a conocer a fin de desviar el tema?Lo interesante de todo esto es que en las oficinas del Servicio de Registro Civil del Estado boliviano se inscribió, en Cochabamba, el nombre del menor, hijo de Juan Evo Morales Ayma y Gabriela Geraldine Zapata Montaño, el 30 de abril de 2007, en sus archivos computarizados; de ahí se los obtuvo para denunciar, el 3 de febrero, la relación en función de la posibilidad del tráfico de influencias, de manera tal que ese era y es, hasta que un juez ordene que sea borrado, tras una investigación y constatación efectiva, el documento legal del Estado que da fe de la persona viva, de modo que el señor fiscal general no puede tomar esto tan a la ligera y dar casi por cerrado el asunto si no sabemos que hubiera iniciado trámites para anular la partida, cosa que dudo mucho que logre, antes de que salte alguna otra cosa que lo deje mal parado y, creo yo, en la puerta de salida de la Fiscalía por su desacertada precipitación, en la que actuó como militante político con ganas de apagar incendios en vez de defensor del Estado. Además de ello, el fiscal debe lidiar con la verdad de la señora Zapata, que aseguró a EL DEBER: el niño, “mi hijo existe”.Aun cuando esto es importante para medir calidades humanas, lo que de verdad interesa es saber cuánto influyó (o no) el ser madre del hijo de Evo Morales para que la señora Zapata haya logrado, por sí o por apoyo del poder, tantas ventajas ‘comerciales’ y empresariales. Al fin de cuentas, de eso se trata todo esto.El Deber – Santa Cruz