Un breve corte en la telenovela

ILYAIlya FortúnSé que en estas circunstancias puede ser tremendamente difícil, pero le voy a pedir, estimado lector, que intente abstraerse de la telenovela presidencial y de las ene maniobras discursivas que el gobierno ha instalado con la intención de que no se hable del tema de fondo: el resultado del referendo y la derrota de Evo Morales.Pese a que el gobierno sigue en campaña, igualito que antes del referendo, como si nada hubiese pasado, y que quiere, además, arrastrarnos a todos a esa eterna campaña por cuatro años más, en realidad muchas cosas han pasado, y en ello vale la pena detenerse un momento.Para empezar, ha ocurrido que, en el breve lapso de un mes, Evo Morales ha pasado de ser intocable e indestructible a ser vulnerable, sospechoso de corrupción, perdedor y mentiroso compulsivo. Y esto no es poca cosa, considerando que más allá de su figura, el MAS no existe como partido.Luego, hay que señalar algo que, por mucho que haya pasado desapercibido, es de vital importancia: la gente que votó por el No ha dejado claramente instalado, sobre todo en las redes sociales, que ese voto no significa de ninguna manera un apoyo político a los líderes de la oposición.Creo que la decisión del No fue una decisión basada en principios y en valores democráticos básicos y creo, además, que fue una decisión muy valiente, pues la gente lo hizo sabiendo que hoy no hay nadie que pueda llenar el vacío que han dejado, por un lado, el proyecto fallido del MAS y, por otro, una oposición que no ha estado a la altura de las circunstancias.Detrás de esa madura decisión, el electorado está expresando una demanda urgente de nuevos liderazgos y de visiones de país frescas, y renovadas. Se abre, de aquí en adelante, un tiempo de gran fertilidad política que, estoy seguro, dará sus frutos gracias a los cuatro años que el Presidente, sin quererlo, por supuesto, le ha dado al país para que esto ocurra.Lo deseable y lo ideal hubiese sido que este proceso de regeneración se llevara adelante en un clima de mínima tranquilidad política, a partir de la decisión del gobierno de aceptar los resultados, relegitimarse y de dedicarse a la gestión  y a la administración de la crisis económica.Pero está claro que el gobierno se ha negado nuevamente a asumir sus deberes y responsabilidades, y ha decidido perpetuar la confrontación. Están convencidos, en el fondo, que la democracia, que tanto nos ha costado recuperar y perfeccionar, es una guerra que ellos deben ganar, pese a quien pese y cueste lo que cueste.  Allá ellos.El resultado del referendo les dio la oportunidad de rectificar el rumbo perdido hace muchos años y la manera de hacer las cosas  que nos tiene hastiados a todos los que no comulgamos con ellos, y a muchos de los que todavía lo hacen. Eligieron no escuchar lo que tanta gente les dijo y con eso se han condenado a una debacle inevitable.Con esta horrenda decisión se han embarcado al desastre final por un camino cuesta arriba, con un electorado adverso en las nueve capitales de departamento, sin un plan y sin las prioridades establecidas para enfrentar la crisis, con la legitimidad herida de muerte, con una juventud al frente que les ha perdido el miedo, y con un despelote interno al que el jefe nunca estuvo acostumbrado  y que claramente no está pudiendo manejar.Así les va a ir. Y no será por la culpa del imperio ni de las redes sociales, sino por la escasa calidad humana que han revelado en la orgía del poder.Página Siete – La Paz