Los “mensajitos” que derrotaron al poder

camposEduardo Campos VelascoPocos días después del 21F, Evo Morales ante el congreso de las 6 federaciones de cocaleros del trópico cochabambino, entre otras cosas les dijo: “no es posible que unos mensajitos nos hayan ganado”. Lo que no se explica el presidente y probablemente muchos de sus ministros es que no son en estricto sentido los mensajitos los que les pusieron en vereda, sino el contenido de estos.Lo que llama “mensajitos”, confundiendo el medio con el contenido, son en realidad criterios ciudadanos que encontraron en las redes sociales la posibilidad de expresarse, ante la imposibilidad de hacerlo por los medios tradicionales, los cuales controlados directamente por el gobierno, como es el caso de radio patria nueva, periódico cambio y televisión boliviana  o mediante los denominados “para estatales”,  se prestaron a dar preferencia a los criterios oficialistas en desmedro de la oposición y en general de la opinión ciudadana. Ante esa nueva y peligrosa manera de amordazar la opinión pública, el ciudadano se volcó a utilizar la red, medio que paralelamente acabó convirtiéndose en fuente de información y opinión.Los “mensajitos” expresaron opinión respecto al truculento propósito del gobierno de convertir el referendo por la modificación del artículo 168 de la CPE, en un plebiscito de aprobación de la gestión de 10 años de Evo Morales. Mientras los medios tradicionales (no todos) callaban esa maniobra, la red expresaba denuncias y no solo respecto a esto, lo hacía sobre la millonario propaganda estatal que desplegaron, sobre al abusivo despliegue de actos oficialistas con presencia del propio presidente Morales que motivaban abiertamente a votar por él SI, todo esto sin que el TSE se manifieste imponiendo su papel de árbitro imparcialLos descreídos del valor de la opinión ciudadana, consideraron irrelevante la influencia de las redes y centraron su accionar en las marchas y concentraciones, en las gorras y poleras, en las caravanas de autos y sobre todo, en la difusión de spots y jingles que machaconamente se difundían. Mientras se gastaban miles de millones en aquel esfuerzo, la opinión publica ya había encontrado en la red un medio alternativo, empoderándose cada vez más de él y haciendo suya la campaña de oposición. Fue el propio gobierno que se encargó de esa radicalización al tipificar la campaña por el NO como comandada por la embajada de los EE UU y Carlos Sánchez Berzain y, también por la falta de coherencia y claridad para brindar explicaciones respecto de tres sucesos que comisionaron el país.Las denuncias de corrupción en el Fondo Indígena, el tráfico de influencias en el caso CAMC y la lamentable muerte de funcionarios de la alcaldía de El Alto, producto de una turba organizada por dirigentes afines al partido de gobierno, mismo que fue incapaz de socorres a tiempo la desgracia.  Estos tres sucesos, sin el papel de las redes sociales, bien pudieron pasar inadvertidos, atenuados y/o escondidos, pero por el contrario encontraron una caja de resonancia en las redes sociales, las que no pudieron controlar, ni acallar. Los “mensajitos”, hablaron de todo esto; mientras los estrategas del gobierno apostaron a que las elecciones se definen en las calles, con demostraciones de fuerza y en las que el factor central resulta la capacidad económica y logística para trasladar verdaderos decorados humanos (como en el pasado) la opinión ciudadana se nutría desde sus celulares en todas partes; mientras el presidente, el vicepresidente y todo su gabinete de traslada de un lugar a otro del país, utilizando abusiva y dispendiosamente todos los medios del estado, los ciudadanos lo hacía desde la red, denunciando, informando y generando opinión.Los esfuerzos de copar las redes sociales con propaganda oficialista fueron insuficientes y rápidamente identificados por los miles y miles de internautas que no los tomaron en cuenta, mismos que por su baja consistencia no repercutieron. Se difundieron guiones pre elaborados por operadores estatales, sin coherencia y con muy poca imaginación, repitiendo la estrategia gubernamental de amenazar con el caos si no ganaba el SI.  Por el contrario, la campaña por el NO, plural y diversa, al no responder a ningún comando centralizado se caracterizó por la creatividad, con un alto contenido crítico y argumental que no tenía parangón en la otra vereda.Cuatro cosas quedaron muy claras luego del 21F, además del papel protagónico de las RRSS en el resultado: Una, no se modificara el artículo 168 de la CPE, vía por la cual el binomio Morales/Linera pretendió abrirse camino al prorrogismo, los bolivianos con su voto, de manera contundente han señalado que 10 años es por demás suficiente para la gestión de cualquier gobierno; dos, una derrota cuantitativa, política y moral del MAS respecto a su gestión de 10 años, la cual quedo cuestionada, incluyendo el archivo de la famosa agenda 2025 que ya no tiene sentido en vista de que la gestión de Morales/Linera acaba el 2019; tres, la demostración objetiva de que la unidad de las fuerzas democráticas del país puede alcanzar un peso cuantitativo y no solo cualitativo, capaz de derrotar a la maquinaria estatal montada en estos largo 10 años y; cuatro, la emergencia de la opinión ciudadana, al margen de los partidos o por lo menos no dependiente de ellos, capaz de expresar las demandas y aspiraciones de la sociedad que se dio modos para hacer valer sus criterios.Después del 21F, será muy difícil reeditar las tropelías de los hermanos Garavito, ilustrada en la obra literaria “La candidatura de Rojas” de escritor Armando Chirvechez, los que sobre el caballo del corregidor, siempre obtenían victorias electorales. Es un nuevo tiempo, el de los ciudadanos, informados y críticos, capaces de advertir por su cuenta, que les conviene y que no.¡Bienvenida la primavera boliviana!