Madre Teresa de Calcuta a ABC: «El secreto de nuestro éxito es la oración»

La futura santa, que será canonizada el próximo 4 de septiembre, habló en agosto de 1989 con nuestro diario, en una de sus pocas entrevistas con la prensa. Por su actualidad reproducimos parte de aquel encuentro

Teresa de Calcuta, fundadora de las Misioneras de la CaridadTeresa de Calcuta, fundadora de las Misioneras de la Caridad – ABC

Recogida en su hábito, jibosa, menuda, la madre Teresa de Calcuta parece apenas una mota blanca con ribetes azules junto a la colosal esfinge del presidente Alan García. La sesión ante las cámaras tiene lugar a las puertas del viejo Palacio de Gobierno, después de la entrevista que la religiosa y el alto mandatario han celebrado dentro. [Entrevista publicada el 21 de agosto de 1989. Consulta el original: página 1 y página 2 ]



Inesperadamente, la madre introduce en las manos de Alan García un rosario y se despide efusivamente para regresar al convento-hospicio que sus monjitas tienen en Lima, en uno de los barrios más deprimidos y quizá el más peligroso de la capital peruana.

La fundadora de las Misioneras de la Caridad, dedicadas en todo el mundo al cuidado de «los más pobres», ha viajado a esta ciudad para participar en el Congreso Internacional sobre la Reconciliación, exponer ante los más de mil asistentes un entrañable mensaje de amor y servicio al prójimo y relatar la labor que sus religiosas realizan en Lima y en Chimbóte. La madre Teresa cumplirá este mes los setenta y nueve años, que reflejan con creces su aspecto arrugado y doliente, tamizado por una mirada dulce y una voluntad de acero. No suele conceder entrevistas personales, pero accede esta vez a mantener un largo rato de conversación en una salita del convento, pared por medio con la capilla.

 Del cuarto vecino llega el sonido salmódico de varias religiosas que rezan arrodilladas sobre el duro suelo. Son indias, bolivianas e inglesas, entregadas al cuidado y rehabilitación de niños abandonados y mongólicos del distrito de La Victoria.

Madre Teresa, a muchos nos impresiona ver en este convento a tantas monjas de la India atendiendo a los más pobres y enfermos de Lima. ¿Llegará un día en que veamos a religiosos y misioneros procedentes del Tercer Mundo atender las necesidades espirituales de países desarrollados?

(La madre sonríe) Ustedes pertenecen al Primer Mundo, y nosotros, la India, ¿a cuál?Me imagino que aún al Tercero…

Mire, creo que es hermoso considerar que existe mucha pobreza espiritual en los países ricos, e incluso pobreza material, aunque sea menos visible. En todos ellos hay una muchedumbre de personas que sufren soledad, desamor, enfermedades físicas y morales, que constituyen una pobreza mayor que la material y más difícil de solucionar.

Madre Teresa, usted no busca ni fama ni prestigio y, sin embargo, viaja con frecuencia, pronuncia discursos y recibe premios. ¿Siente ahora la necesidad de difundir algún mensaje que no sentía antes?

Acepto las invitaciones y los premios por la gloria de Dios y el bien de la gente. Acepté el premio Nobel de la Paz por ese motivo, de otro modo nunca lo hubiera aceptado.¿Piensa que basta el amor y el servicio al prójimo para solucionar todos los problemas, sin cambiar las estructuras injustas?

Hemos de hacer sólo lo que seamos capaces de hacer. Nosotras intentamos arreglar los males del mundo dando a los pobres, a los enfermos, a los despreciados, a los más miserables de los miserables, todo el cariño y afecto que somos capaces de ofrecerles. Todos, desde su condición en el mundo, pueden también contribuir a la tarea de cambiarlo y purificarlo, buscando la unidad, el servicio, la reconciliación, el amor. Es necesario un amor tierno hacia el prójimo, que sólo puede venir de la oración porque ella nos concede un corazón limpio.

¿Qué significa para usted el sufrimiento?

Sufrir es participar en la Pasión de Jesucristo. En cierta ocasión me encontraba junto al lecho de una mujer enferma de cáncer y le animaba y consolaba diciendo que ese dolor era un beso de Jesús. Le decía: «Mira, estás tan cerca de la Cruz de Jesucristo que Él te puede besar.» Y entonces ella, haciendo un gran esfuerzo y con una pizca de humor me contestó: «Por favor, madre Teresa, dígale a Jesús que deje de besarme.» Sí, yo siempre digo a los enfermos que su dolor es un regalo del cielo y que tienen que hacer uso de ese bien. Muchas veces no podemos hacer más que eso: pedirles que ofrezcan sus sufrimientos por la paz entre los hombres.

Madre, desde que ha llegado a Lima no ha hecho más que referirse al aborto como un crimen horrible en todas sus intervenciones públicas ¿Qué relación tiene esa insistencia con el motivo de su viaje a Perú, el Congreso sobre la Reconciliación?

El aborto es un asesinato. Todo lo que destruye una vida humana es contrario al amor, a los planes de Dios respecto a cada una de sus criaturas, y a la concordia entre los hombres.

Entrevista publicada en el ABC del 21 de agosto de 1989
Entrevista publicada en el ABC del 21 de agosto de 1989– ARCHIVO ABC

Muchos la llaman la «Madre de los pobres» y ven en usted una luz de esperanza para sus dolores físicos o morales. Desean sólo tocarla e incluso imploran su bendición. Madre, ¿qué opina de la ordenación sacerdotal de las mujeres y de la corriente feminista que ha brotado en algunos sectores de la Iglesia Católica?

Nadie pudo haber sido mejor sacerdote que Nuestra Señora la Virgen María. Y, sin embargo, quiso permanecer como la Esclava del Señor. Lo que yo puedo hacer como mujer no puede hacerlo ningún hombre, y por eso es tan importante para mí aspirar a ser una mujer perfecta de acuerdo con los planes que Dios me reservaba cuando me creó.

Madre Teresa, no sé si la pregunta puede sonar un poco indiscreta, pero, ¿por qué es tan criticado el Papa en ciertos círculos intelectuales y usted no?

Es muy sencillo. Porque yo soy una más entre el común de los mortales y el Papa no lo es, él es el Vicecristo en la Tierra. Lo que el Papa dice, por tanto, tiene que ser bendecido y lo que yo digo no, basta que sea compartido. No obstante, el Santo Padre es muy querido y obedecido en todas partes, y los que no lo siguen son una minoría.

Madre, ¿no le molesta la fama de santa que despierta por todas partes?

No, ¿por qué habría de molestarme? Para mí es un deber luchar por la santidad como para todos los cristianos, porque a todos nos ha dicho Dios: «Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto.

¿Cuál es el secreto del éxito en todo el mundo de sus monjas, las Misioneras de la Caridad?La oración, porque el fruto de la oración es la fe, y el fruto de la fe es el amor; el fruto del amor, el servicio al prójimo; y el fruto del servicio, la paz.Fuente: www.abc.es