Mientras en la jornada se conocía una carta enviada por la ex pareja del presidente, Gabriela Zapata, al Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU en Bolivia, los voceros del gobierno seguían multiplicando versiones contradictorias sobre la existencia o inexistencia del hijo de ambos.El gabinete ministerial parece una verdadera Torre de Babel, donde de forma oficial u oficiosa se vierten explicaciones, especulaciones, agresiones verbales, dimes y diretes sobre el otro fenómeno de “El Niño”, con dos probables objetivos:a) Distraer la atención sobre el tema central, que es el tráfico de influencias que habría beneficiado a la novia del primer mandatario con varios contratos multimillonarios, un caso que podría acabar llevando a Evo Morales en un futuro a una situación semejante a la de Lula da Silva.b) Borrar o minimizar todo vínculo entre Evo y Zapata en años posteriores al 2007, periodo en que la “ex” asumió la gerencia comercial de Camc.Las contradicciones gubernamentales son numerosas, pero tal vez la principal sea la protagonizada por el vicepresidente Álvaro García Linera, quien pasó de afirmar que Evo conoció al niño a decir que éste “nunca existió”.Al final, esta catarata declarativa de los babélicos voceros del Palacio, con su carga de incertidumbre, parece haber contribuido a detonar la misiva de Zapata a la ONU, que incluye denuncias de amenazas de muerte y de violaciones a los derechos humanos.Ojalá que lo que pase al escenario internacional no sean solamente los aspectos telenovelescos del caso, sino también su trasfondo de mega-corrupción…[email protected](Ilustración: “Cosa Seria”, Página Siete)