Gobierno de Evo Morales contraataca, cien días después de desatado el ‘caso Zapata’

En una semana, el Ejecutivo ha reaccionado de forma enérgica a 103 días de retrocesos. La oposición no logra capitalizar la agenda parlamentaria abierta tras la victoria del No el 21F. El campo político se abre, mientras las puertas se cierran a Zapata.La información sobre la gestión pasó a segundo plano, eclipsados por el escándalo ZapataLa información sobre la gestión pasó a segundo plano, eclipsados por el escándalo Zapata. APG Noticias y AFKA

El Gobierno contraataca, cien días después de desatado el ‘caso Zapata’

PABLO ORTIZ / EL DEBERY al día 103, el viento cambió. Era lunes y Carlos Valverde, el hombre que develó un certificado de nacimiento que indicaba que Gabriela Zapata Montaño había tenido un hijo con Evo Morales, anunció que había recibido información que certificaba que el niño nunca existió, que Zapata había engañado al presidente y había presentado al nieto de una tía ante un juzgado, a un niño que no era su hijo, y mucho menos de Evo Morales. Dos días después, otra ‘tía’ de Zapata, Pilar Guzmán, era detenida por trata de menor de edad. A ella le seguiría uno de los abogados de la expareja del mandatario.Luego, Gabriela Zapata fue técnicamente incomunicada en la cárcel de Miraflores. Ya no podría dar entrevistas en vivo a la radio y las visitas de periodistas fueron cercadas con policías que escuchaban toda la conversación. Así, el grifo de declaraciones contra el presidente y otros miembros del Gobierno fue, de momento, cerrado.Mucho antes había una fecha marcada en el calendario político: 19 de mayo. Ese día, un jueves, el ministro Juan Ramón Quintana debía comparecer ante la Asamblea Legislativa para responder 13 preguntas. Las contestó en 20 minutos. Lo que vino fue el verdadero contraataque. En más de tres horas, Quintana, ministro de la Presidencia, hombre fuerte de Evo Morales, cargó contra políticos, medios de comunicación y diplomáticos para poner en escena lo que él cree que es una estrategia de “golpe blando”, un intento de debilitar a Evo Morales.Con esto, después de más de tres meses de retroceso, el Ejecutivo vuelve a tener el control de un caso que no pudo dominar ni siquiera cuando apresó a Zapata.La prehistoriaTodo comenzó aún antes del 3 de febrero, día en que Carlos Valverde reveló el documento de la supuesta paternidad de Evo. En 2013, Gabriela Zapata comenzó a aparecer en los suplementos sociales de todo el país. Se presentaba como una empresaria exitosa, como una joven abogada involucrada en proyectos de energía alternativa, como una mujer caritativa inmiscuida en proyectos de infraestructura portuaria. También buscaba asesores que le enseñen a hablar ante los medios y que le consigan portadas de revistas. A ellos les ‘confesaba’ que era la pareja de Evo y que se iba a casar pronto.Y el presidente lo negaba. Repetía su discurso de siempre: “Usted sabe que tengo novia, que estoy casado con Bolivia”. Decía que no tenía tiempo, que además no podía tener nada escondido porque cualquier secreto se derrumbaba cuando el comandante de Policía pedía el parte del día a la seguridad presidencial.El nombre de Gabriela Zapata ya circulaba en los pasillos de la información palaciega, pero dejó de ser un chisme cuando apareció en la portada de un publirreportaje que circuló un domingo en varios medios nacionales. Estaba vestida con un traje ejecutivo, delante de un grupo de empresarios asiáticos y se presentaba como gerenta comercial de CAMC, una empresa que tenía contratos con el Estado por $us 580 millones. Cuando Valverde vio la portada y leyó el nombre, todo cerró. Consiguió el certificado de nacimiento del supuesto hijo y el 3 de febrero lanzó la noticia.El presidente tardó 36 horas en reaccionar. El 5 de febrero, reconoció que tuvo una relación con Zapata entre 2005 y 2007, que fruto de esa relación nació un niño y que falleció a los pocos meses. Añadió que desde ese momento, no tuvo relación alguna con ella y que volvió a hablar con su expareja ese día, para saber de su vida.El 21 de febrero, Morales perdió su primera elección desde 2005. El referendo constitucional le negó el acceso a su tercera reelección y cinco días más tarde, Zapata estaba presa, acusada de tráfico de influencias y de legitimación de ganancias ilícitas. Ese mismo día, Pilar Guzmán, “tía de cariño” de Zapata, aseguró que el niño estaba con vida.El peso de Zapata“No cifro en Zapata la derrota del referendo. Tuvo un peso relativo. Fue mucho más importante el deterioro de la relación entre el Gobierno central y Potosí”, dice Fernando Mayorga, sociólogo con especialidad en Ciencias Políticas. Coincide con él Gustavo Pedraza, analista y exministro de Carlos Mesa.Cree que Zapata funcionó, antes del 21F, como un acelerador, pero que en la mente del elector ya estaba desgastado el Gobierno por las denuncias de supuesta corrupción, por la merma de ingresos económicos y por lo que él considera un deficiente manejo del Estado.En medio de ambos está Franz Flores. El futuro doctor en Ciencias Políticas cree que el caso Zapata ha provocado un daño en el Gobierno, pero igual pudo ser electoralmente contenido con un mejor desempeño del Sí en Potosí. Flores, Pedraza y Yerko Ilijic, abogado y filósofo, creen que el daño sobre la imagen de Morales está hecho y que, después del 21F, lo que se juega en el caso Zapata es el legado de Evo.Flores piensa que el caso le sirve como chivo expiatorio al Gobierno, que le ha ayudado a justificar la derrota y a creer que, sin la revelación de Valverde y el barullo de las redes sociales, Evo hubiera ganado por goleada. Ve, además, que recibieron cubiertos todo lo que les podían tirar, que soportaron los golpes y que ahora han encontrado el momento de contragolpear.Las contradiccionesEl 26 de febrero comenzó una nueva etapa del caso Zapata. Con ella presa, surgió la primera contradicción: el niño estaba con vida. Todas las miradas se volcaron contra el presidente, sobre quien cayó la sospecha que mintió para tratar de ganar el referendo. Hasta ese momento, Morales había negado cualquier contacto con Zapata pese a que salía fotografiado a su lado en el Carnaval de Oruro de 2014. Ahora, debía aclarar si su hijo realmente había fallecido. Primero pidió ante un juzgado del menor que el niño sea presentado por su madre. Luego solicitó conocerlo para recogerlo y criarlo.Con el pasar de los días, la versión de que el niño no solo no estaba vivo, sino que ni siquiera había existido comenzó a cobrar fuerza: el certificado de Nacido vivo correspondía a otro menor. Ningún niño con ese nombre había nacido en 2007 en el hospital de La Paz. Tampoco había un registro escolar que perteneciera a un niño de nueve años apellidado Morales Zapata. No tenía carné de identidad ni había salido del país: el niño solo existía en un certificado de nacimiento que ni siquiera había sido firmado por Evo Morales. El presidente lo mandó a inscribir a través de un chofer, un hombre de su entera confianza al que había reclutado antes de llegar a la Presidencia y al que le encargaba su seguridad personal desde 2002.En abril, en una entrevista con EL DEBER, Morales reconoció que nunca había visto a su hijo y que aún dudaba de si al menos había nacido. Hace poco más de dos semanas, el proceso que abrió ante un juzgado del menor determinó que no se pudo comprobar la existencia física del supuesto hijo del presidente. Esta semana, el miércoles, Pilar Guzmán, la tía de cariño que el 26 de febrero aseguró que el niño vivía y que lo había tenido en sus brazos, admitió que no estaba segura de nada, que lo dijo porque se lo pidió Gabriela Zapata. Ella, desde la cárcel de Miraflores, aún insiste en que su hijo está con vida.El legadoPara Yerko Ilijic, a Morales le costará borrar de la mente de los bolivianos que se desentendió de su hijo durante su nacimiento. Cree que esto es casi tan complicado como la duda de si Zapata logró rentabilizar, convertir en dinero, la relación que tuvo con el presidente. Ilijic supone que saldrá sin culpa de la acusación de tráfico de influencias, pero será porque conseguirá que toda persona que habló sobre el niño se retracte “por tortura judicial”.Ilijic advierte que eso no mantendrá impoluto su legado y se arriesga a que su partido no pueda reproducir su poder después de que él abandone la Presidencia. Cree que el 49% de Evo Morales en el último referendo no podrá ser solventado por su partido sin que él encabece la fórmula. Y, de momento, no hay posibilidad de que pueda repostularse en 2019.Esto último, la imposibilidad de repostulación para la fórmula Evo-Álvaro en 2019, ha abierto el campo político boliviano. Mayorga ve el surgimiento de nuevos actores que no tienen pasado neoliberal y que provienen de la izquierda. Por un lado está Sol.bo, la agrupación de Luis Revilla y de Félix Patzi, que no llegará a 2019 unida, sino que son proyectos de poder diferentes.Por otro lado, identifica una oposición ciudadana, que toma mayor cuerpo en N.O., la plataforma opositora liderada por José Antonio Quiroga y Amalia Pando. Esta parece nuclear a todos los exmasistas y a los que algunas vez estuvieron con el proceso de cambio.También ve otra oposición, la que tiene pasado neoliberal y bancada en la Asamblea Legislativa. A ellos el referendo les dio una agenda: fiscalización en casos de corrupción. Ganaron terreno con el Fondo Indígena, pero lo olvidaron para centrarse en Zapata.“Esas eran las buenas noticias para la oposición. La mala es que, como no estará Evo Morales como candidato en 2019, todos se creen con la suficiente fuerza como para derrotar al MAS y no lograrán unirse”, dice Mayorga.Sin embargo, todo puede cambiar. Desde las redes sociales, ese no-lugar donde Evo Morales dice que perdió el referendo, los seguidores del MAS ya piden una nueva consulta. La inexistencia del niño es vista como un amañamiento del partido perdido por Evo Morales, que insiste que el 21F fue solo el primer tiempo. Y, esta semana comenzó el contraataque. Tal vez se busque empatar de una vez el partido