Un informe apunta a que, entre 1980 y 2014, la región solo guardó el 17,5% de su PIB, muy por debajo del 33,7% de las economías emergentes
Dos personas caminan frente a un anuncio en Santiago de Chile el pasado martes. EFE
Sin ahorro, no hay inversión
Pero existen salidas, que pasan sobre todo por la promoción del ahorro como una política de Estado, similar a la salud, educación o seguridad. “Hay países con menos renta per cápita que ahorran más que nosotros. No podemos justificar nuestros bajos niveles de ahorro simplemente aduciendo que no somos buenos a la hora de guardar dinero”, indica José Juan Ruiz, economista jefe del BID. “La buena noticia es que la región puede deshacer la serie de obstáculos que ella misma ha generado y que impiden llegar a la tasa de ahorro que necesitaríamos para poder invertir y dar el salto”. Con tasas de ahorro de un 17%, indica Ruiz, Latinoamérica jamás podrá invertir anualmente el 25% de su PIB para llegar a las metas de crecimiento y desarrollo que se ha propuesto.El informe manifiesta que las familias, las empresas y los gobiernos pueden alcanzar los recursos necesarios para cubrir los momentos buenos y los malos y, paralelamente, cuidar de una población que envejece. El problema es especialmente complejo en el caso de las personas: en América Latina solo el 16% de los mayores de edad tienen una cuenta en un banco, mientras que en los países emergentes de Asia esta cifra llega al 40% y en los países desarrollados a un 50%. Los hogares, especialmente los de menores recursos, poseen acceso limitado a instrumentos financieros para ahorrar. Cuando lo logran, sin embargo, enfrentan altos costos. El problema se ve acrecentado por la poca confianza en los bancos, el analfabetismo financiero generalizado y la inmensa informalidad laboral, que afecta a la mitad de las familias latinoamericanas.Entre las recomendaciones que realiza el BID está la necesidad de que los gobiernos encaren los sistemas de pensiones defectuosos, mejor orientación en las políticas impositivas y promover el ahorro de particulares. Una necesidad urgente para los Estados radica en apuntalar el gasto capital con regulaciones fiscales y reglas que destinen mayor gasto público a las inversiones: debido a las filtraciones, los programas de transferencias y subsidios acaban beneficiando a aquellos que no lo necesitan.Fuente: elpais.com