Al ajetreo de las compras navideñas, los regalos, el panetón y la sidra, los ciudadanos bolivianos tuvieron que agregarle las penurias para conseguir el Seguro Obligatorio del Automotor (SOAT), que este año viene acompañado de un experimento plurinacional que ha complicado las cosas. Cola hay que hacer, pero sólo para pagar, porque las rosetas no hay; es necesario esperarlas (y hacer fila otra vez) para mediados de enero o posiblemente para fines de mes, si es que la eficiencia revolucionaria alcanza para tanto. Por si fuera poco, también está de moda la famosa inspección vehicular, esa suerte de aguinaldo policial que es cargado a los propietarios de vehículos que además del pago de la calcomanía, tienen que abonar las multas pendientes, algunas de ellas con graves sospechas de por medio. Usuarios de las redes sociales se han quejado de ciertos “casos fantasmas” o “virtuales”, es decir, boletas que sólo existen en los archivos de la Policía y que no corresponden a infracciones reales.
Fuente: eldia.com.bo