Casi una cartita de Navidad

Karen ArauzParece que esforzarse por dejarse llevar por el ambiente navideño, es tarea difícil. Sería muy bonito si los villancicos en las calle nos transportaran a un clima de paz y armonía. Sin embargo, tratar de conseguir un regalo que no diga Made in China, se ha vuelto un desafío que aporta muy poco al deseo de una felicidad y un pensamiento positivo sobre lo bien que nos va en vísperas de terminar el año. Y si nos asalta la idea que es el año once, casi sin darnos cuenta, el Grinch se apodera de nuestro ánimo. Estuve muy tentada de escribirle una carta a Santa Claus. Pero no parece correcto que vaya mezclada entre pedidos e improperios. Para las almas nobles que habitan la sede de gobierno, casi todo se reduce a tratar de adivinar con qué nueva sorpresa nos alegrará el día Epsas y Aquaman, que no es otro más que el Ministro Quintana. Ahí empezamos a ver negros nubarrones. Y el ánimo pese al gran esfuerzo, decae y silenciosamente, agregamos a nuestra lista de regalos navideños, una docena de botellas de agua, no vaya a ser que nos falte para paliar los efectos del festejo. Es muy feo tener mala onda en estos días. Pero con una ducha precaria, y el lavado de la ropa postergado para el próximo año, es comprensible que se vean caras largas por doquier.Y si tenemos el pésimo impulso similar a cada día de todo el año, de hojear (o navegar) entre las páginas de los periódicos o detenerse a ver televisión aunque sea escasos minutos, se pudre todo. Todo el esfuerzo de paz y amor, se va por la alcantarilla. Ver al joven Zvonko Matkovic enmanillado a una cama de hospital a horas de haberse sometido a una cirugía de rodilla, es de una vileza tal, que es imposible evitar un nudo en el estómago en una mezcla de indignación y pesar. Son ocho los años que está siendo enjuiciado por el caso Rozsa. En los hechos, es otro de los múltiples presos políticos. Esa imagen, como la del General Prado Salmón hace unos meses, son imposibles de olvidar. Y no será posible no exigir una explicación. El espíritu de las fechas supondría una cristiana disposición. Pero hay cosas que no tienen ni perdón, ni olvido.La Iglesia Católica fiel a su costumbre de hacerse presente cada vez que la situación amerita, ha recomendado al gobierno, respetar los resultados de Feb. 21. Con esa educación y sutileza que los caracteriza, han mandado a la curia a orar para que llueva de tal modo que sea San Pedro quien soluciones los problemas que su incapacidad ocasionó. Grotesco por otra parte, escuchar alabanzas al Papa Francisco, en reiterado uso de una amistad imaginaria, útil solo para incautos. Las voces que piden no se mal use la Constitución que tiene sangre entre sus páginas y para cuya aprobación no dudaron en escribir oscuras páginas de nuestra historia, caen en saco roto. Los argumentos para justificar el latrocinio que significan los esfuerzos para perpetuarse en el poder en una más que clara demostración que lo último que los mueve es el interés por el pueblo, sino más bien la necesidad impostergable de obtener impunidad detrás de un escudo protector.Bajo estas circunstancias, qué le podría pedir a Santa Claus. Una reflexión y enmienda de los detentores del poder absolutista- cada día más cercano a genuina tiranía-, es pensar en volar. Ya no existe la mínima posibilidad que la cordura se imponga. Es tal el egocentrismo, que en la eventualidad que declararan intenciones de actuar con integridad, seguramente será porque algo ocultan bajo la manga. No podemos evitar recordar las reiteradas veces que Evo Morales, prometió que era la última vez y que respetaría su caprichosa Constitución. Ya basta, ya está de buen tamaño. Las maniobras y malabares que están haciendo para simular una legalidad y una legitimidad que no existe, nos enfrenta sin dilaciones con la realidad. Ni queremos ni seremos otra Venezuela. El «hasta Pinochet, respetó el resultado del Plebiscito en Chile» ha sido lo más contundente que he leído en las redes sociales en los últimos días en una muestra del verdadero sentir del boliviano. «Descubrimos que el adversario no era Pinochet sino el miedo. El miedo a salir, a demostrar su opción», cuenta el chileno Eugenio Tironi director de contenidos de la campaña por el NO a la BBC.La incertidumbre es más peligrosa que la certeza. Si el MAS, en su afán, está dispuesto a dar fin con el orden y el esmirriado estado de derecho que aún queda, que lo digan de una vez. La libertad es un bien que no es endosable. Y en uso de esa libertad, los ciudadanos verán el modo de defenderse. Habrá los que emigren, habrá los que se resignen y también habrá los que le hagan frente. Así que si algo escribo en la cartita navideña postergada, será que nos dé a todos la facultad de no perder la fe en nosotros mismos. Hemos salido de muchas. Esta no será la excepción.