El ‘Amazon’ de Colombia que reparte a un millón de clientes

La plataforma Rappi ha conseguido en un año dar servicio en varias ciudades con una inversión inicial pequeña

Imagen de Rappi, el servicio de venta a domicilio creado por dos emprendedores colombianos.

Desde hace un año, en las principales calles comerciales de Bogotá y frente a los supermercados se ha hecho habitual ver a grupos de hombres y mujeres vestidos de naranja, pendientes de sus teléfonos y muy cerca de sus bicicletas o motos. Son los rappitenderos, una legión de más de 2.000 repartidores de la aplicación de origen colombiano Rappi, que esperan una notificación en el móvil para realizar un servicio a domicilio sin horarios, cualquier día de la semana, incluidos los festivos. Hacen la compra, sacan dinero en efectivo, ayudan con todo tipo de diligencias y entregan pedidos de restaurantes, entre otras opciones. “Somos un centro comercial que llega a cualquier punto”, resume Simón Borrero, uno de los fundadores.



En 2013, Borrero, Sebastián Mejía y Felipe Villamarín, tres jóvenes colombianos que no superan los 35 años, crearon la empresa Grability, con la intención de “cambiar la forma en la que los consumidores compran productos de consumo masivo alrededor del mundo”, dicen. Dos años después, reciclaron esta plataforma digital que reproduce estanterías de tiendas en las que ir adquiriendo todo tipo de productos simplemente arrastrándolos hacia una cesta o canasta, y crearon Rappi. Comenzaron probando en un barrio en el norte de Bogotá en agosto de 2015. “Crecimos muy rápido en domicilios de comidas”, explican, “llegamos a manejar 200.000 órdenes en cinco meses. Algo jamás logrado por compañías similares en Estados Unidos o Europa”.

Con estas cifras, viajaron a Silicon Valley y presentaron Rappi a una de las dos convocatorias anuales de financiación de la aceleradora Y Combinator, una de las más grandes y prestigiosas de California. “Seis meses después de lanzar la plataforma conseguimos a nuestro principal inversor, Andreessen Horrowitz, los primeros que apostaron por Facebook, Twitter, Foursquare, AirBnB, Pinterest, Skype, Slack, BOX o BuzzFeed”. Según cifras publicadas por LAVCA (Latin American Private Equity & Ventura Capital Association), la inversión que consiguieron ascendió a nueve millones de dólares.

De las 10 personas que comenzaron, han pasado a 600 en algo más de un año: “Realizan funciones relacionadas con servicio al cliente, desarrollo e innovación, tecnología y desarrolladores, entre otras tareas”. Cuentan con más de 900.000 usuarios. Y no solo están presentes en Bogotá, se han expandido a otras cuatro ciudades colombianas: Medellín, Cali, Pereira y Barranquilla. Han llegado a la Ciudad de México y “próximamente a Guadalajara”. Su objetivo es tener un 100% de cobertura en las ciudades en las que ya están presentes (Bogotá, Barranquilla, Medellín, México DF, Pereira y Cali) e ir expandiéndose en territorio latinoamericano. La compañía no ofrece datos sobre la facturación que ha obtenido hasta el momento.

Los rappitenderos, los que literalmente corren por la ciudad para entregar los pedidos y realizar diligencias de cualquier tipo, son trabajadores autónomos. “Ellos deciden el tiempo que van a usar y las horas más convenientes para prestar el servicio”, dice Borrero. “Es una forma diferente de ganar más dinero por el trabajo que hacen y las propinas que reciben”. Cada uno de ellos, según explican desde Rappi, “cuenta con su servicio de salud y Administradora de Riesgos Laborales”. Además de pasar por un curso de capacitación.

Este modelo de negocio con trabajadores autónomos responde a un mercado emergente, como el colombiano o el mexicano, donde la mano de obra es más barata que en economías como la estadounidense, por ejemplo. Además, la apuesta por realizar cualquier tipo de servicio, no solo concentrarse en los pedidos de restaurante, “permite tener una curva de demanda y oferta constante”.

“Vivimos en ciudades como Bogotá y México D.F con problemas de movilidad que complican y consumen la vida de las personas. Con Rappi identificamos las necesidades de estas personas que viven en entornos complejos y buscamos la manera de solucionar estos problemas a través de las tendencias de consumo y de compra de los usuarios”. El cliente ahorra tiempo, pero, ¿consigue también mejores precios? “Nuestros usuarios pueden comprar a precios muy competitivos, incluso más bajos que los que encontrarían en cadenas comerciales”, comienza diciendo Borrero, para después apostillar que “los precios dependen de muchas variables”. Esencialmente de las alianzas estratégicas que hacen con las marcas.

Si a través de la geolocalización pueden ubicar a los clientes y sus preferencias. Tras varias, compras, también pueden vender espacios destacados a las marcas.

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Fuente: elpais.com