Silencios ensordecedores

Álvaro Riveros TejadaMuy a pesar de ese inexplicable silencio que se cierne sobre el accidente de la Línea Aérea Merideña Internacional (LaMia) y sobre los luctuosos resultados dejados por esa inexplicable tragedia, es más que evidente que el escándalo legal que se viene armando, especialmente en el mundo de los estudios jurídicos de las aseguradoras, cobra ribetes alarmantes.Varios de estos bufetes de abogados de Colombia, Brasil y algunos norteamericanos, han manifestado su intención de enjuiciar al Estado boliviano por la negligencia de sus autoridades de aeronáutica civil, al no seguir los protocolos de la Organización Internacional de Aviación Civil (OACI), que es el organismo que pone los protocolos que deben ser cumplidos al pie de la letra por todos sus afiliados y, en el caso de LaAmia, propietaria del avión siniestrado, dichas exigencias fueron simplemente ignoradas, al no contar con la suficiente capacidad como para cubrir el costo de los seguros y la demostrada falla humana de los pilotos, al haber emprendido dicho viaje, sin contar con la suficiente autonomía de vuelo.Todos los jurisconsultos sostienen que al haberse otorgado una licencia para una operación de vuelo, el Estado boliviano cerró automáticamente un vínculo de responsabilidad, especialmente si esta licencia presentaba un plan de vuelo para cargar combustible en una escala intermedia como Cobija o Bogotá, requisito que simplemente fue pasado de alto en forma voluntaria. Una muestra fehaciente de haber agotado todo el combustible es que dicha aeronave se habría incendiado a tiempo del impacto, habiendo dejado sobrevivientes. Al menos una nota a favor de tamaña hecatombe.A lo anteriormente expuesto, se suma que el piloto fue reticente a declararse en emergencia, por el temor a perder su licencia de forma definitiva y por la precaria situación económica de LaMia, que no habría permitido asumir una elevada multa en caso de un aterrizaje por falta de combustible, a lo que también se habrían sumado los gastos adicionales por servicios aeroportuarios de emergencia.Con esta desgracia, el prestigio de nuestras compañías de aeronavegación ha caído desgraciadamente a nivel mundial y latinoamericano especialmente, de ahí que no es aventurado vaticinar que los juicios venideros serán inevitables y llegarán como un verdadero tsunami judicial. LaMia ha demostrado ser una empresa que no cuenta con el respaldo económico suficiente como para pagar ni a su tripulación ni a las víctimas fatales, menos será capaz de contar con el dinero que le permita subvenir los pagos de resarcimiento a los jugadores y periodistas, entonces dichas acciones judiciales irán en contra del Estado, porque Bolivia es coadyuvante para que esta empresa pudiese existir. De ahí que no es riesgoso colegir que el actual silencio sobre dicho infortunio, no deja de ser un silencio ensordecedor.