El insulto como argumento

Karen ArauzDentro de los múltiples reclamos que se le hace al gobierno,- que no sabe, no contesta- es el que de un plumazo, lanzaran al barranco una importante resolución de año nuevo. Había que hacer lo imposible para ver el lado positivo de las cosas, sobre todo en lo referente a esta administración. Eso claro, en virtud de que alguna razón de peso tiene que haber para que después de once años de un trabajo duro, desgastante, de tremenda responsabilidad y mucha oscuridad, Evo Morales haya hecho del lograr una nueva postulación, la razón de su existencia. El que algunos vean, lo que muchos otros no y que estén dispuestos a todo por mantener las cosas como están, es una provocación.Durante todo el año pasado, después de la Camc, el Fondioc entre otras múltiples cuestiones difíciles de digerir, parecía que la necesidad de impunidad -amén del disfrute del «maravilloso instrumento del poder» -era un motivo por demás válido para no permitir que nadie meta sus narices o escarbar que fue de los miles de millones de dólares ingresados en la más grande bonanza de nuestra historia. Tampoco es deseable que otros se pongan a fisgonear en millonarios contratos adjudicados pasionalmente. Esto será -sin duda- una de las grandes incógnitas a resolver y pecados por confesar, una vez que caduque este gobierno y su proceso de cambio. Todo tiene fecha de vencimiento, desde el noble yogurt hasta la vida de todos los seres vivos. Sin excepción.Con la mejor intención, había que considerar que el Dakar era algo positivo no solo para los fanáticos tuercas y ciertos movimientos sociales tan propensos al jolgorio, sino además, era una circunstancia que ameritaba mirar con buenos ojos. Todo pasaba más o menos suave, pensando que era mejor no ahondar en el tema y mantener una benevolente y distante actitud. No pasaba desapercibido sin embargo, un dejo de amarga realidad. No estamos muy acostumbrados a los éxitos de ninguna índole, ni siquiera en el campo deportivo. El entusiasmo es contagioso y parte de la ciudadanía, celebró el simple paso de los vehículos del rally, con la alegría de una gloria impotente y postergada. En La Paz no pasó de ser una desfile de motorizados sin la adrenalina de una carrera de verdad. La insultante falta de agua en cien barrios paceños se pausó y la valiente protesta de una centena de vecinos, fue raudamente repelida por las fuerzas de seguridad. Esa demostración del poco apego del gobierno por la libertad de expresión cuando la ejercen los del frente, fue otra evidencia que no están equivocados quienes se oponen a este gobierno. Evo Morales ha demostrado, otra vez, su habilidad e ingentes recursos para convertir cualquier ocasión en un festivo logro de alabanza personal.A esas alturas, la actitud zen precariamente mantenida, se acabó de golpe con solo unos segundos de intervención de Quintana en la televisión gubernamental. El pacifismo y la benevolencia, fue liquidada por una más de las andanadas irracionales a las que se ha acostumbrado en su ya habitual abuso de poder. «Ciento ochenta años de vaciamiento del alma nacional». En su delirante andanada, definió a los opositores como «nuevos invasores, los Almagros, los Pizarros modernos. Rufianes, sicarios políticos, lacayos del imperio» espetó. Decir que el Dakar «ayuda a saldar las deudas del espíritu y levanta el orgullo nacional» ya era como mucho. El descarrilamiento del escaso eje restante, lo logró en el paroxismo de su alocución con esta extralimitación «el hermano Evo es un boliviano universal». Ya está. Eso sería todo.No existe la mínima posibilidad de encontrar una excusa al comportamiento del Ministro Quintana. La irracionalidad ha llegado a extremos imposibles de justificar. No sabemos qué es lo que ha hecho que él y otros apegados al poder, se den la licencia de insultar impunemente a todo ciudadano que no haya caído en la trampa populista, demagógica e irresponsable de este gobierno. O se haya arrepentido de haberlo hecho. Un adversario solo puede ser considerado como tal, en cuanto existan mínimas normas éticas. Exabruptos como el mencionado, son inadmisibles en un estado civilizado donde exista observancia a las leyes, el estado de derecho y un elemental respeto a los derechos de los demás. De otro modo, estamos hablando de un territorio bárbaro donde todo vale. Flaco favor se hacen a sí mismos despreciando el peso que una sociedad tiene en las decisiones que afectan sus vidas. Esperar una disculpa, es algo que ni cabe ni tampoco es necesario. Ni siquiera da lugar a aquello de que habría que tomarlo como de quien viene. Los oscuros personajes que fungen de salvadores imbatibles, se están equivocando de medio a medio. Si el 21 de febrero de hace un año, la ciudadanía decidió manifestar que quiere un cambio de conducción, esta febril guerra que pretenden desatar con maniobras límites, con el amedrentamiento y el insulto como sus mejores armas, liberará el gran mecanismo que el ciudadano tiene al alcance, que no es otro que el freno de mano, que si no falla jamás.