Narco Estado

Carlos F. Valverde BravoCuando escribí “Coca, Poder, Territorio y Cocaína”, advertí que resultaba peligroso que se planifique aumentar sin justificación socio-productiva, sea de consumo o de otras actividades, como la producción en escala de productos “útiles y legales” (que no se los ve) derivados de la “hojita sagrada”.La razón de ampliar los sembradíos hasta dejarlos en 22000 y poco más, hectáreas obedece a 2 razones: la primera: ratifica una ausencia de un Estado que sea capaz de hacer cumplir la ley que establecía una cifra harto menor que la sembrada actualmente y, la segunda tiene que ver con una razón geopolítica que creo haber explicado muy bien en el libro: la Coca Chapare consolidó un espacio vital para el MAS como expresión del Movimiento Cocalero, ese espacio les dio Poder, el poder comenzó siendo territorial hasta que se convirtió en una gran fuerza política (ahora aparentemente con menos que antes, pero fuerza mayoritaria al fin) que una vez logrado el Poder, volvió al Chapare, resguardando los principales espacios del Control de Coca para dirigentes cocaleros del Chapare fundamentalmente; la muestra es que Felipe Cáceres (segundo hombre de Morales en Chapare) es desde hace muchos años el hombre que controla coca y combate la cocaína. El territorio de Chapare es fundamental para el MAS y para la política del Gobierno y lo será en la oposición, cuando le toque “defender derechos y reivindicaciones”; bloquear Chapare es “anudar” el país, es cerrar los pasos de Oriente a Occidente y viceversa, es controlar el territorio nacional y eso es a lo que no va a ceder el Poder político actualmente en el Gobierno, de ahí el interés de no incentivar la diversificación de cultivos en una zona que, aun con el daño que hace la coca a la tierra, es aun fértil para otras actividades; los bananeros, los piñeros (por poner 2 ejemplos) no harían jamás un bloqueo que dañe sus posibilidades de salir al mundo; los cocaleros si, ellos se mueven en la clandestinidad, los taques de coca se mueven por ríos y selva “;“Mientras haya harina va a haber pan y mientras haya coca va a haber cocaína; quien tiene que controlar esto es el Gobierno”, sentenció Freddy Machaca, dirigente del distrito 2 de Yapacaní, a El Deber; esa es una verdad que nos explota de realidad, una realidad que ahora la vemos expresada en el objetivo que se trazaron los cocaleros desde que buscaron la toma del poder. Territorio, Coca y Poder se expresan, no sólo en el crecimiento permanente de los cocales. A decir de Cáceres, “en 11 años de gestión, las unidades antidroga erradicaron 86.488 hectáreas de coca (sembraban de noche, erradicaban de día, un promedio de 8000 hectáreas por año, cual Penélope que esperaba a Ulises y tejía de día y destejía de noche). Ello quiere decir que en los últimos 11 años el país superó las 100.000 hectáreas de hoja de coca; las erradicaciones se fueron dando manteniendo las 20.000 hectáreas que debían ser aprobadas en la nueva ley (se aprobaron 22.000); además, Cáceres asegura que no se va a aceptar el libre cultivo porque, claro, aceptar tal situación implica perder el control político del cocalero y, corren el riesgo de que se descontrole la actividad de los narcotraficantes en el país.Esto necesita una explicación: El narcotráfico en Bolivia no es tan violento como en otros países porque en realidad no son los narcotraficantes quienes determinan ni la actividad de los cocaleros ni los valores de la hoja; son los Sindicatos los que determinan precios y actividad, de siembra y de dónde se dirige la hoja sembrada, en pocas palabras, ellos son los que dan la pauta de negociación con los narcotraficantes y ese es un acuerdo no hablando que mantiene una especie de paz en el país. Lo he dicho más de una vez y lo reitero: el MAS y los cocaleros hicieron de Chapare un “santuario” (lugar protegido) donde se hace cada vez menos cocaína y se produce más coca (es donde más se erradica), y han determinado que la coca de Chapare se envíe a Santa Cruz, concretamente la población de San Germán y otros pueblos en la provincia Yapacaní, donde se encuentran las pozas de maceración de cocaina y en las fronteras inmediatas de occidente, territorios indígenas, donde se produce incluso cocaína líquida,de tecnología colombiana, manteniendo a Chapare como área de siembra preferentemente.Queda claro, 22.000 hectáreas de coca son mucho más de lo que se necesita, que se calcula entre 6 y 7.000 hectáreas para el acullico. El resto? Irá a cubrir las necesidades del narcoestado y de la estrategia política de quienes conocen el valor cualitativo de Chapare en el territorio nacional. El mundo nos va a mirar de otra manera; no hay duda de ello.