Este el primer hombre que podría ir a prisión por bromear con Trump

Al presidente de Estados Unidos no le ha hecho nada de gracia el último videoclip de Snoop Dogg. Definitivamente, nunca una broma fue más oportuna.

Ronald Krump, el doble de la discordia.

Si usted se hubiera pasado toda su vida siendo Donald Trump y un día se despertara siendo el presidente del país más poderoso del mundo también tendría problemas para distinguir ficción y realidad.Superado el shock inicial, también entendería que desde el momento que jura el cargo –y de eso hace ya dos meses– su imagen deja de ser solo suya para pasar a convertirse en un icono popular que el resto del planeta puede usar a su antojo sin que usted pueda hacer nada.Porque en eso consiste lo de ser presidente de los Estados Unidos, en aceptar que el cargo trasciende a la persona. Y sobre todo, en ser capaz de separar ambas facetas para no caer en la esquizofrenia,  que luego si llegan críticas y te pillan con la autoestima baja eres capaz de montar una guerra y adiós planeta Tierra.De momento podemos respirar tranquilos: el famoso botón nuclear está a salvo del dedo ejecutor de Trump. El presidente ahora mismo está más centrado en atacar al rapero Snoop Dogg que en solucionar conflictos a miles de kilómetros de su casa. Y todo porque el artista aparece un su nuevo videoclip, Lavander, apuntando a un doble del magnate con la cara pintada de payaso.

La reacción, o mejor dicho la amenaza, no se ha hecho esperar. En Twitter, por supuesto. “¿Os imagináis la que se habría montado si @SnoopDogg, en plena decadencia artística, hubiera apuntado y disparado el arma contra el presidente Obama? ¡Hora de ir a la cárcel!”, escribía mostrando quizás su primera señal de inteligencia política desde que entrara en la Casa Blanca.

Precisamente hoy que se han filtrado datos de los impuestos que Trump pagó al fisco en 2005 –datos que el empresario siempre se negó a revelar en campaña–, nada mejor que montar un escándalo para desviar la atención pública hacía un videoclip que, siguiendo a rajatabla las reglas del efecto Streisand, casi nadie había visto hasta que Trump señaló la ofensa.Que a todo esto, no termina de quedarnos muy claro qué es lo que más le ha molestado de esta broma tan oportuna: si lo de que le apunten con un arma, o lo de que le pinten de payaso la cara.Fuente: revistavanityfair.es