Clemencia y Perdón

Mauricio Aira  

Dos palabras que obraron prodigio. Por primera vez en mucho tiempo que la prédica no fue de odio, no fue de revancha ni ciega venganza. Fue de perdón, de consideración hacia dos uniformados que habían ingresado a territorio boliviano y fueron aprehendidos por la policía aduanera de Bolivia. Llevados a la ciudad de Uyuni, no tuvieron que esperar mucho porque el perdón y la clemencia del presidente Morales no tardaron en producir el efecto de su liberación y fueron devueltos al jefe de los Carabineros de Chile por el jefe de la Policía Boliviana. El acto puso fin a otro episodio fronterizo.

El gesto del Jefe de Estado tuvo repercusiones inmediatas en la ciudadanía y en lo internacional. Significó un respiro de alivio en medio de tanta tensión con el vecino francamente acosado desde el poder boliviano por el tema marítimo, o sea de la reivindicación marítima que mantiene en tenso las relaciones entre ambos protagonistas de la Guerra del Pacifico que nos despojó de 400 kilómetros de costa y 1.200 kilómetros cuadrados de superficie en una “guerra injusta y despiadada” que aprovechó de la ninguna capacidad defensiva de Bolivia y del tardío recurso a una Alianza con Perú, que acudió a la contienda sin mayores recursos, dándose por ello, la doble victoria de Chile sobre Bolivia y Perú que también sacrificó su territorio por cumplir sus tratados con Bolivia.



Lo cierto es que la actitud conciliadora de Evo Morales le significó un repunte en su alicaída popularidad. Repunte que podría mantenerse si acaso se diera otro gesto de Perdón y Clemencia en el caso del juicio llamado “Terrorismo” y que lleva años sin avanzar por el que 30 familias de raíz cruceña sufren el interminable calvario de un proceso sin pies ni cabeza, que no concluye jamás y que constituye una aberración jurídica en el escenario de un juzgamiento que lleva varios años en una sucesión de fallidas maniobras para encarcelar a inocentes.

Desde el punto de vista ciudadano este denominado “juicio del siglo” es el mayor yerro de la actual Administración. Varios escritores como Carlos Valverde y ld Olmos le han dedicado el estudio al seguimiento de todo el bochornoso proceso mostrando ante la opinión mundial, cómo este Régimen no es “perdonador ni clemente” con sus propios ciudadanos, “hermanos como suele decir Don Evo”, o sea una actitud totalmente diferente a la observada con los dos uniformados chilenos que sí, han merecido ese trato de perdón y de clemencia. Se observa una doble actitud, disímil y discriminatoria.

Dos atributos inspirados en el humanismo y el cristianismo de la Misericordia pudieran ser el instrumento para disimular tantas ofensas y tanto odio entre bolivianos que lejos de contribuir a la paz social y al desarrollo material de la Patria, han sido “el pan de cada día” repartido desde las esferas oficiales sin permitir un gran acuerdo nacional que perseguimos todos, especialmente en la proximidad de los 200 años de vida de la República, devenida en Estado y que debería encontrarnos unidos, fraternalmente ligados, empeñados en el mismo propósito de progreso y desarrollo, ante las carencias vitales que siguen siendo espinas en el camino de alcanzar el nivel del conjunto de naciones del entorno latinoamericano.

Dejar constancia eso sí, de la deuda con la Justicia que se incrementa cada día. Por la corrupción que no cesa, por la Injusticia dentro del aparato del Estado, por el incremento de las plantaciones de coca que dan lugar ipso facto al incremento en la producción de la cocaína que tanto daño provoca en el alma y el cuerpo del ser humano.