Postales del futuro

Emilio Martínez Cardona*En algún momento del siglo XXI…El Sacro Imperio Romano Germánico ha sido reconstruido sobre bases inversas: en lugar del cristianismo de Carlomagno (nieto del vencedor de Poitiers, Carlos Martel), una exagerada hospitalidad con las huestes mahometanas. Los libros de Oriana Fallaci y Michel Houellebecq han sido prohibidos por “discriminatorios y contrarios a la unidad de la Umma”.La capital está en Merkelia, desde donde se dictan las políticas del imperio, mientras que en la provincia de Macronia el “príncipe-presidente” títere baraja la posibilidad de nombrarse Napoleón IV. A contracorriente, la valiente Orbania –como en el pasado- se erige en dique de contención contra la islamización. Mientras tanto, la insular Johnsonia se ha alejado de los desvaríos continentales, siguiendo una honrosa tradición, y ha preferido acoplarse a la imparable reconstrucción económica que tiene lugar allende el Atlántico, donde un blondo gobernante está impulsando una nueva revolución industrial sobre las ruinas de la antigua Obamia.Al sur del Río Bravo, Obradoria ha puesto proa hacia los años treinta del siglo pasado, proclamando el neo-cardenismo por boca de un demagógico mandatario. Un ermitaño libertario ha bajado de la montaña, como Zaratustra, para decir que el país debería hacer justo lo contrario: “Liberalizar por completo la economía para ser como Texas. El petróleo debe ser de quien lo encuentre”. Pero nadie lo ha escuchado.En América meridional, la patria de Bolívar ha quedado dividida en dos países tras una cruenta guerra civil: Maduronia, estancada y tiránica como Corea del Norte, y la próspera y floreciente Venezuela del Sur. En el centro del subcontinente, los cultivadores de coca han vuelto al poder en 2022, tras dos años de gobierno débil de un verborrágico historiador barbado. Ahora han regresado para quedarse definitivamente y renombran al país como Evonia. En el África austral, Neomandelia ha terminado de instaurar el sistema de partido único, impulsando una reforma agraria que ha pasado por el filo del machete a miles de granjeros eurodescendientes. Algún observador avispado ha notado que las estatuas del prócer fundador del régimen tienen los pies de barro.En el Extremo Oriente, la partida de empresas hacia Trumponia ha generado inestabilidad, pero también fuertes cuestionamientos a la nomenklatura de Posmaonia que asentó su poder sobre un híbrido de capitalcomunismo y servidumbre laboral. Una incipiente resistencia sindical grita: “Somos Solidarnosc” y agita pancartas con la efigie de Lech Walesa, líder de la única revolución obrera auténtica de toda la historia.Posdata: por supuesto, los apuntes previos son sólo un producto de la imaginación febril del autor, sin ninguna relación con la realidad. O quién sabe… *Escritor y periodista