Luchando por los pueblos y bosques en el corazón de la industria carbonera de Alemania

En agosto, miles de activistas participarán en manifestaciones contra el carbón en el oeste de Alemania mientras las minas continúan expandiéndose. DW analiza el impacto de la minería en las personas y la naturaleza.

Las estructuras de acero gigantes se levantan sobre el paisaje lunar de color pardo grisáceo. Estas inmensas excavadoras trabajan incansablemente para alcanzar el precioso recurso subterráneo: el lignito.



Sin duda han dejado huella. La explotación minera a cielo abierto de Hambach, de 85 kilómetros cuadrados, ocupa un área equivalente a la mitad de la capital estadounidense (Washington D.C.) y se considera una de las mayores fosas artificiales de Europa.

Vista de Elsdorf, cerca de la mina de Hambach.

Vista de Elsdorf, cerca de la mina de Hambach.

Hambach – situada en el estado alemán altamente industrializado de Renania del Norte-Westfalia (NRW, en sus siglas en alemán) – garantiza un suministro constante de un combustible fósil, que sigue siendo muy relevante para el sistema energético del país. El carbón marrón – también conocido como lignito – representa alrededor de una cuarta parte de la producción energética del país. Aferrarse a su uso es muy polémico, y toda una contradicción.

Mientras Alemania suprime la energía nuclear a favor de la energía solar, eólica y otras energías renovables, el carbón es promocionado por algunos como un respaldo temporal y necesario para la transición hacia la energía verde. Mientras tanto, el país se prepara para acoger la conferencia climática COP23 (formalmente llamada «conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático 2017»), que tendrá lugar en Bonn del 6 al 17 de noviembre.

Los visitantes disfrutan de la vista de la mina de Hambach desde las butacas del “Forum: Terra Nova”.

Los visitantes disfrutan de la vista de la mina de Hambach desde las butacas del “Forum: Terra Nova”.

La potencia económica europea, y supuesto líder medioambiental, se ha comprometido a reducir los gases de efecto invernadero en un 40 por ciento de aquí a 2020. Pero el carbón, especialmente el lignito, es sucio. Siete de los 10 mayores contaminadores de Europa son las minas a cielo abierto de lignito de Alemania, según la ONG Sandbag. Hay serias dudas por ello de que Alemania alcance sus objetivos.

Si bien está previsto desmantelar las plantas de carbón, no está claro cuándo se eliminarán por completo. Y mientras tanto, el gigante energético RWE continúa expandiendo la mina de Hambach y tragando pueblos enteros en el proceso.

Municipios muertos por el carbón

Casas y calles vacías en Manheim. La mayoría de los vecinos han abandonado el pueblo.

Casas y calles vacías en Manheim. La mayoría de los vecinos han abandonado el pueblo.

El predecesor de RWE, Rheinbraun, abrió la mina de Hambach en 1978. Desde entonces, cuatro pueblos situados dentro de los límites de la mina, han tenido que hacer sitio para el «bien público” – según la justificación pública para el desalojo, respaldada jurídicamente.

Todavía hoy, la mina no ha alcanzado su tamaño final. Dos pueblos más – Kerpen-Manheim y Morschenich, al sureste de las operaciones en curso – se enfrentan a su extinción. El reasentamiento de los habitantes de Manheim comenzó en 2012, después de años de negociación, y espera completarse en 2022.

En sus mejores tiempos, el municipio tenía alrededor de 1.700 residentes. Pero la mayoría se han mudado a Neu-Manheim (Nueva Manheim) o a otro lugar, dejando atrás casas abandonadas, ventanas cerradas y calles vacías.

La compañía ofrece una compensación económica a los afectados en función del tamaño, condición y valor de su propiedad. Sin embargo, algunos vecinos están descontentos con los pagos.

No todo tiene un precio, según un residente que desea permanecer en el anonimato.

El padre de dos niños nos cuenta que su casa es un edificio protegido y teme que el traslado afecte a su granja de 100 hectáreas. Partes de sus tierras están en una zona de la mina, que se planea expandir. «Encontrar una alternativa adecuada probablemente será difícil”, dice.

Última primavera para una aldea condenada

Los solicitantes de asilo, Amin Amori y Saheb Alibeeg, provienen de Irán e Irak y han sido alojados temporalmente en Manheim.

Los solicitantes de asilo, Amin Amori y Saheb Alibeeg, provienen de Irán e Irak y han sido alojados temporalmente en Manheim.

A finales de 2016, RWE comenzó a derribar las primeras casas en Manheim. Se demolerán 50 al año hasta que no quede ninguna. Mientras tanto, el municipio alquila residencias vacantes, ahora propiedad de RWE, a unos 220 solicitantes de asilo, en su mayoría de Irak, Irán y Siria.

El iraní Amin Amori (26) y el iraquí Saheb Alibeeg (23) llegaron a Alemania a finales de 2015 y fueron trasladados a Manheim poco después. Según cuentan, los vecinos les dieron una cálida bienvenida, y los pueblos de alrededor establecieron una red para apoyar a los recién llegados.

Ambos hablan alemán y se están preparando para asistir a una escuela de oficios cercana en Kerpen. Alibeeg quiere ser electricista. Al igual que el resto de los vecinos, se enfrenta a un futuro incierto. No se sabe cuándo llegarán los buldóceres, dónde terminarán las personas del pueblo y en el caso de los migrantes, si se les concederá asilo.

El final de un bosque centenario

Miles de árboles del bosque de Hambach fueron talados para la explotación minera a cielo abierto.

Miles de árboles del bosque de Hambach fueron talados para la explotación minera a cielo abierto.

Las personas pueden ser reubicadas y compensadas. Pero según los opositores a la mina, su expansión ha significado la pérdida irrecuperable de la naturaleza y gran parte del bosque de Hambach, de 12.000 años de antigüedad, que alberga a cientos de especies de animales y plantas protegidas.

Cada invierno, RWE limpia aproximadamente 70 hectáreas de bosque para acceder a nuevas capas de carbón. Hoy en día, solo queda un 10 por ciento de las 7.000 hectáreas de bosque inicial. Activistas ambientales de toda Europa y Alemania se han comprometido a salvar el bosque. Entre ellos se encuentra un berlinés de 20 años, que se hace llamar «Peanut”.

El berlinés de veinte años, que se hace llamar “Peanut”, está tratando de detener la expansión de la mina.

El berlinés de veinte años, que se hace llamar “Peanut”, está tratando de detener la expansión de la mina.

En los últimos años, los ecologistas han construido un campamento a largo plazo, así como una docena de casas en árboles dispersos por todo el bosque. Situadas en lo alto de las copas, las casas de los árboles solo son accesibles a través de cuerdas y equipo de escalada. Los activistas las ocupan durante la temporada de tala de RWE con la esperanza de detener las motosierras.

Puede parecer romántico, pero es estresante, según cuenta Peanut a DW. «Durante los desalojos planificados, los activistas tienen que aguantar dentro de las estructuras durante varias horas, o días”, explica.

Los ecologistas están tratando de proteger el bosque con casas en los árboles.

Los ecologistas están tratando de proteger el bosque con casas en los árboles.

Sin sustituto

En el extremo noroeste de la mina, RWE está utilizando el exceso de tierra para formar el «Sophienhöhe” (el alto de Sofía), una meseta que forma parte de un plan para transformar partes de la mina en la zona recreativa más grande de la región.

La población local y los visitantes aprecian el paisaje recién cultivado. Sin embargo, los críticos sostienen que no puede sustituir al bosque original.

«Muchas de las especies en peligro de extinción, como el murciélago de Bechstein, necesitan poblaciones de árboles viejos para anidar en ellos”, afirma Michael Zobel, un ecologista y guía de la naturaleza de 58 años. Es por eso que se ha unido a otros para abogar por la conservación del bosque existente, con su combinación especial de robles, carpes y lirios de los valles.

Es «el último bosque de este tipo en toda Europa”, añade Zobel, que ofrece todos los meses visitas guiadas gratuitas sobre el impacto de la minería en el medio ambiente.

Tradición contra naturaleza

Sin embargo, la minería está profundamente arraigada en esta parte de Renania del Norte-Westfalia. El área – conocida como la región o cuenca del Ruhr – es un vasto revoltijo de ciudades industriales, que comenzó a florecer en el siglo 19 gracias al carbón. Rápidamente se convirtió en un importante centro y motor económico.

Hoy en día, la industria del lignito sigue empleando a casi 9.000 personas en Renania del Norte-Westfalia y 20.000 en toda Alemania. Para muchos vecinos, trabajar para RWE y su predecesor Rheinbraun es tradición familiar, según nos cuenta Sabine Seeger-Hoff (49), mientras pasea con su perro y contempla la mina desde lo alto.

Sabine Seeger-Hoff contempla la mina desde lo alto. Tiene sentimientos encontrados sobre este lugar.

Sabine Seeger-Hoff contempla la mina desde lo alto. Tiene sentimientos encontrados sobre este lugar.

«No me gustan todos los aspectos de la excavación, especialmente en lo que se refiere al medio ambiente, pero hacen algo al respecto con su revegetación, y en un sentido más amplio la mina asegura muchos puestos de trabajo”, dice a DW. «No estoy en su contra. Todo lo contrario, mis hermanos también trabajan en ella”.

Al igual que el bosque, los pueblos y los solicitantes de asilo, los mineros también se enfrentan a un futuro incierto. No se trata de si, sino de cuándo se eliminará el uso del carbón en Alemania. No obstante, en cuanto a si mejor tarde o temprano, depende de a quién se le pregunte.

Autor: Elian Hadj-Hamdi

 

Fuente: www.dw.com