Carla Ortiz, una productora dedicada a los derechos humanos

Recientemente visitó Corea del Norte para conocer el punto de vista de los habitantes de ese país. En 2016 inició la producción de un documental sobre Siria.Gonzalo Díaz Díaz de Oropeza  / La PazLa actriz y productora cochabambina Carla Ortiz  visitó hace pocas semanas Corea del Norte para obtener información y testimonios para la producción de un documental sobre ese país. «He estado cerca de 10 días visitando el país, con acceso a lugares donde no ha llegado ningún otro de Occidente», afirmó vía Skype desde Los Ángeles, Estados Unidos. «Corea del Norte es uno de los secretos más guardados hacia el mundo», añadió.Viajó en calidad de Embajadora de Derechos Humanos por el Departamento Europeo de Seguridad e Información (DESI) (desiagency.eu). Ella fue nombrada en este cargo honorífico en marzo, luego de dar su testimonio sobre la Batalla de Alepo en un foro de derechos humanos organizado en Beirut, Líbano, por esa entidad.

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«Mi deber es entrar a las zonas de conflicto humanitario, sean creadas por guerras o por desastres naturales, para obtener de primera mano no solamente la información más exacta sino, al mismo tiempo, el nivel de seguridad disponible (que hay) para la gente», explicó.»Lo importante es tratar de enfocarte lo más claramente en los hechos reales. Ese es mi trabajo y no precisamente tomar (parte por) ningún lado, sino sencillamente reforzar la verdad, sin miedo a nada».Ortiz incursionó en la producción audiovisual con el filme Olvidados (2013). Con esta ficción,  empezó a abordar el tema de los derechos humanos.En 2016 visitó Siria con la idea de desarrollar la misma temática, pero desde el documental. Su documental sobre el conflicto en ese país aún está en fase de producción debido a los numerosos cambios en la evolución de los hechos, pero también por la obtención de nueva información.Si bien está completamente dedicada a la producción de estos documentales, así como a sus trabajos de imagen en Estados Unidos, ella no abandona la idea de producir un filme sobre Juana Azurduy y otros proyectos en Bolivia. 

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TestimoniosObviamente, los testimonios obtenidos por la cochabambina en Corea del Norte son subjetivos y pueden interpretarse de distintas maneras. Las personas con las que conversó le hablaron de los orígenes de la revolución iniciada por Kim Il-sung, así como la lucha contra el imperio japonés.»Mientras pasaba eso teníamos la Segunda Guerra Mundial y luego la Guerra Fría», afirmó Ortiz al hablar de sucesos históricos como la Guerra de Corea.Las personas con las que habló le contaron sobre el trabajo de la primera generación de postguerra para levantar su país. «Tienen un pensamiento bastante distinto al que nosotros tenemos porque han logrado hacer funcionar un socialismo juche, que es una consciencia colectiva donde todos trabajan para el bien del país, basados en la educación y la salud», afirmó la boliviana.



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Asimismo, indagó sobre el papel del líder en esa sociedad. «Existe una idolatría muy grande hacia su líder, real, honesta», indicó nuestra entrevistada. «El gobierno les entrega tierra, casa, utensilios en las granjas, en las tierras, etcétera. Reciben un mínimo pago pero también lo que ellos generan va a sindicatos y cooperativas y el resto es para ellos».Sobre el plan de armamento nuclear del país le explicaron que éste tiene fines defensivos. «Los coreanos del Norte han decidido fortalecer su ejército y, de cierta forma, trabajar en la construcción de armas nucleares para defender y no permitir ninguna otra invasión próxima de los que ellos llaman «los gobiernos imperialistas»», explicó. «Es una forma de protección, ellos jamás han utilizado ningún armamento para bombardear a nadie».»Para nosotros que estamos en la onda capitalista es difícil de entender, no tenemos acceso a esa información. No se reportan nunca los ejercicios militares de lanzamiento de misiles que se realizan desde la península del Sur hacia la costa de Corea del Norte».»En nuestras noticias se reportan siempre los misiles que se prueban de Corea del Norte hacia Corea del Sur. ¿Qué está bien, qué está mal? No sabemos. ¿Quién tiene la razón o quién no tiene la razón? No importa. Lo que importa es que siempre terminamos dándole más favoritismo a la información que tenemos». ExpectativaAntes de partir a Pyongyang, Ortiz no imaginaba lo que iba a ver. «Para mí fue una experiencia increíble porque no me imaginaba cómo iba a ser Corea del Norte, no tenía ni idea», afirmó. Por ello, al llegar al aeropuerto preguntó si podía filmar. «Has venido como cineasta, ¿no? (entonces) filma», le respondieron.Para comunicarse y guiarla en su visita le asignaron dos personas que dependían de una organización gubernamental de intercambio cultural. Con los niños y jóvenes con edades comprendidas entre cinco y 15 años pudo comunicarse más fácilmente porque en su mayoría hablaban inglés. Con la gente mayor, en cambio, sólo podía hacerlo a través del intérprete.Una de las primeras cosas que solicitó fue visitar un área rural. Así la condujeron a un parque donde había cataratas y acudían pescadores, además de gente que trabajaba en las tierras. Al principio la veían sorprendidos porque un extranjero no puede filmar libremente.

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Un grupo la invitó a sentarse con ellos. «Comen pescado disecado, deshidratado como nosotros en el altiplano. Y me dieron una bebida como nuestro singani», recordó. Ella les contó que llegaba de Estados Unidos pero que era boliviana. «Me decían » «nosotros no odiamos Estados Unidos, no nos gusta el gobierno».En los colegios se sorprendió al ver que los estudiantes conocían sobre Bolivia y el presidente Evo Morales. «Cuando yo les decía «Bolivia», ellos respondían Sudamérica, Brasil, Argentina, sí sabemos. «Buen presidente»» me decían». También se emocionó cuando le hablaron de la Guerra del Pacífico.Ortiz le preguntó a una trabajadora del campo qué pensaba sobre la posibilidad del inicio de un conflicto en su país. «Nosotros los coreanos somos gente de paz, no queremos guerra pero tampoco estamos rogando por paz»,  fue la respuesta.Esa persona también le aseguró que están dispuestos a pelear. «Si  Occidente decide intervenir el país, tenemos que estar preparados para que 24 millones de personas vayan a la guerra», señaló Ortiz.

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Es más, cada vez que ella preguntaba si tenían temor, ellos se reían y le explicaban que viven así hace más de 40 años, y que no los atacan por las armas que tienen. «Nadie se atreve a atacarte si sabe que te puedes defender», le dijo una estudiante.Con el material que filmó en este viaje, Ortiz producirá su segundo documental. Mostrará, sobre todo, que los norcoreanos rechazan cualquier tipo de intervención y quieren que los dejen en paz como viven.»La verdad es que no sabemos cómo viven. He debido ver como unos 15 documentales y todos te dicen lo mismo y no tienen nada que ver con la Corea del Norte que yo he visto», afirmó. «No tienen que estar de acuerdo conmigo, yo no estoy viniendo a cambiar el mundo, solamente a darles un pedacito de información», concluyó. 

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 Fuente: paginasiete.bo