Jennifer Lopez: «Cuando llegaron los fracasos, me quedé destrozada»

Cómo la ‘power couple’ latina por excelencia ha superado sus demonios, sobrevivido a la fama y aprendido a disfrutar del amor pasados los 40.

Jennifer Lopez y Alex Rodriguez, retratados por Mario Testino, en nuestra portada de diciembre.

Fue una de esas situaciones en las que sientes el impulso de llevar a cabo algo que normalmente no haces”, dice Jennifer Lopez para explicar por qué ella y Alex Rodriguez, la superestrella del béisbol y jugador ya retirado de los Yankees (dos personajes que aparecieron juntos por primera vez como pareja la primavera pasada en la gala del Met en Nueva York), han acabado convirtiéndose en la Marilyn Monroe y el Joe DiMaggio de la actualidad; eso sí, si Monroe y DiMaggio hubieran sido dos personajes de cuarenta y tantos años, muy sólidos emocionalmente, si dieran la impresión de haberse enfrentado a sus demonios interiores y de haber ganado dicho enfrentamiento.Fue en el invierno del año pasado, mientras Lopez comía en Beverly Hills, cuando vio a Rodriguez pasar por delante de ella. “Estuve a punto de gritarle: ‘¡Alex!’, pero soy de lo más tímida en ese tipo de situaciones”, confiesa la intérprete. Cuando salió a la calle, él seguía allí, aunque dándole la espalda a Lopez. “La verdad es que me podría haber marchado y ya está —añade—. Pero me acerqué a él, le di un golpecito en el hombro y le dije: ‘Hola’. Venía de hacer la promoción de mi serie Shades of Blue [en la que la actriz interpreta a Harlee Santos, una agente del cuerpo de policía de Nueva York], así que iba caracterizada de mi personaje, en plan masculino: botas Timberland, vaqueros, pelo corto y rizado. Él me miró. Le dije: ‘Soy Jennifer’. Me contestó: ‘Pero qué guapa estás”.La intérprete y yo estamos en el patio de piedra de la nueva casa que la artista tiene en Bel Air, desde el que se ven una piscina desbordante y un espléndido césped verde en el que se alza un columpio doble, que, según comenta ella, es perfecto para Emme y Max, sus mellizos de nueve años. La vivienda es muy luminosa, amplia y cálida; tiene techos con vigas de madera, muros de piedra, bajos sofás mullidos, grandes cojines, cuencos llenos de rosas cortadas y obras del artista del collage Peter Tunney. En una de ellas se lee la palabra “Grattitude”, que en inglés reúne en el mismo vocablo las palabras “gratitud” y “actitud”, dos rasgos que podrían definir a Lopez. Ataviada con un jersey corto de cuello alto, unos vaqueros ajustados, unas botas altas de Christian Louboutin y unos impresionantes pendientes de diamantes, su belleza resulta tan arrebatadora con 48 años como cuando tenía 28, si no más. “Cuando entramos en esta casa, pensé: ‘Aquí es donde quiero que crezcan mis hijos —cuenta—. Tienes que imaginarte tu vida y los elementos que quieres que haya en ella; y yo sentí que, pasara lo que pasara, aquí seríamos muy felices”.Como es natural, en qué consiste esa felicidad ha resultado ser algo muy distinto de lo que ella pensaba. Pocas horas después de que Rodriguez y ella se vieran en Beverly Hills, el deportista la llamó y quedaron para cenar unas noches después. Ella le contó que recordaba haberlo conocido en el cuadrilátero de un campo de béisbol, 12 años antes. Marc Anthony, por aquel entonces marido de la artista, había hecho el primer lanzamiento en un partido de los New York Mets; sin embargo, en lo que se fijaron las cámaras fue en que Lopez y Rodriguez se daban la mano y se miraban a los ojos. “No hace falta que asegures que te acuerdas del momento si se te ha olvidado”, añadió la artista. “Fue en el Shea Stadium; jugábamos contra otro equipo de la misma ciudad”, contestó él.Fuente: revistavanityfair.es