La comedia navideña que ha puesto a Mel Gibson a hacer chistes de prostitutas

¿Le costó al actor interpretar a su personaje en ‘Dos padres por desigual’? «Fue muy fácil, yo también soy una persona horrible».

Mel Gibson en Reino Unido en la premiere de

Hay cierto género de películas que cuantos más sarpullidos le provocan a los críticos, más parecen gustarle al gran público, y en 2015 Padres por desigual entró en esa categoría por la puerta grande: su discreto 31% en el “tomatómetro” de Rotten Tomatoes no le impidió superar los 240 millones de dólares en taquilla (había costado 69). El filme basaba el 95% de sus gags en la vis cómica de Will Ferrell (uno de esos actores al que solo se puede amar u odiar) en el papel de Brad, un padrastro entregado y patoso que competía por el cariño de los hijos de su mujer con el padre biológico de éstos, Dusty (un Mark Wahlberg en modo macho alfa que hacía flexiones con una mano).El éxito inesperado de esa comedia (hasta Sofia Coppola la incluyó en su lista de películas favoritas en The New York Times) hacía inevitable la secuela. Aquí la tenemos, y esta vez con premisa navideña: Dos padres por desigual, y aunque parece que va a seguir el mismo camino en taquilla que su predecesora (en Estados Unidos recaudó 30 millones de dólares en su primer fin de semana), viene acompañada de una polémica que tiene nombre y apellido: Mel Gibson. En Hollywood sería difícil encontrar a alguien que haya proferido más exabruptos y que haya ofendido a más colectivos que este intérprete de 61 años (son tantos que en Vanity Fair les dedicamos un “De la A a la Z”), pero eso no ha frustrado su incorporación al reparto como Kurt, el padre distante de Dusty. Y con su llegada se ha armado el lío, y no solo en la ficción.

Sean Anders y John Morris, que escribieron el guion de la primera película, nos plantearon una secuela que presentaba a Brad y Dusty coexistiendo, e introducía a sus padres en la ecuación –explica Will Ferrell durante la promoción del film en Londres–. Nos pareció una gran idea siempre que encontrásemos a los actores perfectos para interpretarlos, y cuando salió el nombre de Mel pensamos que era una opción muy interesante. Llevábamos mucho tiempo sin verlo delante de la cámara, especialmente en una comedia, y aunque no teníamos ni idea de si le interesaría el proyecto decidimos mandarle el guion”. “Ni me lo pensé –contesta el aludido–. Parecía un proyecto divertido (y lo fue), no me exigía ninguna responsabilidad y me daba la oportunidad de trabajar con estos tipos”.En efecto, tenemos que remontarnos 15 años en el tiempo para ver a Mel encabezando el reparto de un blockbuster (Señales). Hay que retroceder aún dos años más para encontrarle en una comedia (¿En qué piensan las mujeres?). Pero lo que Ferrell obvia es la razón por la que Gibson llevaba tanto tiempo sin dejarse ver (haremos como que no nos acordamos de títulos de serie B como Machete Kills). Considerado persona non grata en Hollywood desde hace más de una década por sus raptos de violencia física y verbal, la industria le había dado la espalda. ¿Hasta ahora? El muro invisible que lo aislaba empezó a derribarse en los últimos Oscars cuando la película Hasta el último hombre, dirigida por Gibson, consiguió seis nominaciones, incluida una para él. Y todo apunta a que esta comedia es el empujoncito de bienvenida definitivo en la tierra de las (segundas, y terceras, y cuartas) oportunidades.

Mel Gibson y Alessandra Ambrosio en Reino Unido en la premiere de

Casualidad o premeditación (no es descabellado pensar que los directores de casting se sirvieron de la mala reputación del actor para hacer su personaje más creíble), Kurt es un ser detestable que les cuenta a sus nietos chistes de prostitutas, disfruta sembrando cizaña, ridiculiza a cualquier hombre que demuestre tener sentimientos (a las mujeres sí se les permiten) y, básicamente, se pasa casi todo el metraje intentando que todo el mundo sea infeliz. ¿Cómo logró Gibson conectar con alguien así? “Fue muy fácil, yo también soy una persona horrible –responde sonriendo en un intento de autoparodia que deja un poso algo incómodo–. Alguien tiene que ser el catalizador, el que instiga la disfunción de la trama. Yo no soy ese tío, pero entiendo lo que resulta divertido de él como personaje”. “Como dice Dusty en un momento de la película, está ahí para remover la mierda”, añade John Lithgow, que encarna a Don, el padre cariñoso y besucón de Brad.

La misma asimilación entre actor y personaje –pero por motivos opuestos– persigue a Will Ferrell, probablemente el actor de comedia más famoso de Hollywood, en algunas situaciones de su vida diaria. “Los padres del colegio, por ejemplo, me han tratado lo suficiente como para saber que soy uno más, no siento ninguna presión por comportarme de una forma determinada. Pero hay veces que cuando alguien me conoce se nota que está pensando: ‘¿Le pasa algo? Está como muy normal‘. Y no es que me pase nada, es que estoy comprando leche”, comenta. “¡Venga ya, tío, sé gracioso! ¡No, venga, en serio, tío, hazlo!”, le increpa Wahlberg, la otra mitad del dúo cómico (esta es la tercera película que ruedan juntos).Entre los cuatro protagonistas suman la apabullante cifra de 19 hijos. “Tú has hecho la mayor contribución a la causa”, le comenta Lithgow a Gibson en alusión a sus nueve vástagos (la última es una niña de menos de un año nacida de su relación con su novia veinteañera, la ex gimnasta ecuestre y escritora Rosalind Ross). Con la paternidad en el centro de la trama, el rodaje se convirtió en un foro en el que el equipo compartía opiniones y anécdotas. Wahlberg incluso le pidió consejo a Gibson sobre su hija adolescente: “Hablé de ella con él y con más gente, está atravesando una de esas fases, pero todos me comentaron que se le acabará pasando”. Ninguno de ellos se identifica con el papel de “padre estricto”. “Soy un poco pusilánime como padre –confiesa John Lithgow–. No se me da bien imponer disciplina o establecer límites, y mis hijos hacen conmigo lo que quieren, lo que vuelve a mi mujer completamente loca –y con razón–, porque eso la convierte en el poli malo”. “Yo soy mucho más blando como padre de lo que podrías pensar”, añade Gibson. Les pedimos que compartan su momento más embarazoso con sus hijos. Para Lithgow, fue protagonizar un anuncio de televisión “verdaderamente terrible”. “Oh, dios mío, yo los avergüenzo constantemente –¿bromea? de nuevo Gibson–. Pero ahora es divertido poder salir con ellos y que me abochornen a mí de vez en cuando, así se cierra el círculo”.Los personajes femeninos, interpretados por Linda Cardellini y Alessandra Ambrosio, apenas tienen peso en una película que lleva al extremo la supuesta competitividad masculina. “Es verdad que los tíos tenemos una vena competitiva, pero también nos apoyamos mucho los unos a los otros y nos cubrimos las espaldas”, afirma Wahlberg. Puede que sea eso lo que están haciendo ahora con Gibson: cubrirle las espaldas. El momento no parece oportuno; con Hollywood destapando sus cloacas en plena tormenta post Weinstein, muchos artículos se han preguntado qué pinta Gibson, que en 2011 fue condenado a 36 meses de libertad condicional por abuso doméstico, en esta película. El LA Weekly, por ejemplo, tituló así un artículo muy crítico: “Oye, Hollywood, ¿qué tal si no contratáis a Mel Gibson en alegres comedias familiares?”. Pero a los estudios, de momento, les salen las cuentas, y la página de IMDb del actor echa humo; la industria lo ha readmitido en el club. Fuente: revistavanityfair.es