De Monroe a Tillerson

Emilio Martínez Cardona*La doctrina de política exterior formulada por James Monroe en 1823 bajo la consigna de “América para los americanos” ha sido sistemáticamente demonizada por casi dos siglos, primero por conservadores nostálgicos del imperio español, luego por populistas filo-fascistas y finalmente por la izquierda pro-soviética durante la Guerra Fría. Desde estas distintas posturas se ha intentado reducir la doctrina Monroe a un manifiesto imperial, cuando en rigor fue exactamente lo contrario: la búsqueda de una solidaridad entre las repúblicas americanas para evitar la restauración colonialista, en momentos en que la Santa Alianza hacía planes en este sentido.Ejemplo de la aplicación de esa doctrina fue la intervención de la administración de Andrew Johnson en 1865 en favor del gobierno mexicano de Benito Juárez, verdadero primer presidente indígena del continente (provenía de la etnia zapoteca), asediado por las tropas francesas enviadas por Napoleón III, auxiliadas por fuerzas españolas, belgas y austríacas. De no haber mediado esta ayuda, probablemente la soberanía de México habría desaparecido por completo.Fue precisamente durante esa época de ambiciones bonapartistas en la región que se difundió el término “América Latina”, acuñado algunas décadas atrás por Michel Chevalier, tanto para incluir a Francia, que no encajaba en el concepto de Iberoamérica, como para dividir y reinar, contraponiendo las repúblicas del sur a la federación del norte. Hoy en día, la libertad de las repúblicas americanas se encuentra nuevamente amenazada por la acción de potencias extra-regionales como Irán, Rusia y China, que han tutelado, con ayuda del sub-imperialismo cubano, la instalación de regímenes autoritarios en países como Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, este último en vías de liberación de dicho modelo.Particularmente en relación a la aplicación más integral y nefasta de este sistema neo-dictatorial, realizada en tierras venezolanas, parece estar reactualizándose la doctrina Monroe, bajo el impulso del secretario de Estado norteamericano Rex Tillerson. En una conferencia brindada en su alma máter, la Universidad de Texas en Austin, el diplomático cuestionó a esas potencias y remarcó que la región “no necesita de nuevos poderes imperiales que sólo miran por su interés. Estados Unidos es distinto: no buscamos acuerdos a corto plazo con ganancias asimétricas, nosotros buscamos socios”.El discurso fue algo así como la inauguración de la gira interamericana de Tillerson que comentábamos la semana pasada, en la que el secretario de Estado ha procurado consolidar un frente unido de las democracias para aislar por completo al despotismo de Nicolás Maduro, alentar reconocimientos a un eventual gobierno provisorio instalado por militares venezolanos y, tal vez, sondear respaldos a una hipotética intervención directa.La doctrina Tillerson está en formación, poniendo nuevamente sobre la palestra la acertada orientación dada hace 195 años por James Monroe.*Escritor y analista político