La crisis del masismo no tiene solución pacífica

Carlos Pablo Klinsky

Venezuela languidece en la miseria económica y política. Nicaragua se desangra en manos de Ortega. Ambos países de nuestra región latinoamericana son exponentes del modelo populista-socialista del siglo XXI, que está destruyendo a nuestros pueblos.

En Bolivia Evo, otro miembro de este “selecto” grupo, hace lo imposible por seguir la misma ruta. La crisis venezolana y nicaragüense es la misma que está empezando a vivir Bolivia por culpa del masismo. Desde la perspectiva económica, no pudieron generar riqueza ni tampoco construir las condiciones para hacerlo y dar el salto cualitativo hacia un país mejor.



Despilfarraron los recursos de la época de bonanza (gracias a los altos precios de las materias primas) y no solucionaron los problemas elementales de la sociedad; es decir, los servicios básicos, la salud, la educación y la infraestructura para producir. Pensaron que con slogans y politizando todo iban a construir país. Hoy Bolivia gasta más de lo que genera y eso es una señal inequívoca de que vamos al desastre.

Al igual que nicaragüenses y venezolanos, o mejor dicho que sandinistas y chavistas, los masistas se gastaron ingentes cantidades de recursos y gestión, solo para rendir culto a la personalidad, a Evo, y lo más triste de todo aquello es que lo lograron, porque Evo se lo creyó.

Esa estrategia, que es vieja y repetida en la historia por regímenes autoritarios, siempre termina siendo contraproducente, pero no solo para sus partidarios sino para los pueblos, más aún cuando el “líder” es malo en todas las interpretaciones del término.

Políticamente también fracasaron. Hoy la imagen de Evo está en el suelo, porque perdió credibilidad. Mintió demasiado y sin escrúpulos; eso el pueblo no se lo perdona. La tolerancia popular a su supina ignorancia desapareció, porque el pueblo constató que podrá pecar de ignorante, pero ingenuo e inocente no es.

Sus “evadas” ya no causan gracia, molestan. El pueblo ahora lo conoce en su verdadera dimensión. Su ego, soberbia, autoritarismo y megalomanía son consideradas una deslealtad social.

Agrava su situación el oficialismo, porque el segundo, Álvaro García Linera, no tiene ninguna posibilidad de respaldo electoral, ni en el masismo ni peor aún en el electorado nacional.

Álvaro García Linera se ha inviabilizado electoralmente. Es patético, como lo son sus intervenciones políticas, que desnudan un ser con graves conflictos psicológicos, complejos, contradicciones y rencores sin solución.

Este error histórico del masismo nos va a costar muy caro a los bolivianos y no sólo en términos económicos sino en vidas. Ya lo deslizó Choquehuanca en una entrevista al periódico Página Siete, al afirmar que “el día que Evo se vaya, habrá matanza”.

Esto se entiende perfectamente, porque ante la ausencia de un reemplazante natural de Evo en el MAS y constatada la pérdida de imagen y desprestigio en el electorado, la situación los aterra, de ahí que todo se encamina a que seguirán los pasos de chavistas y sandinistas, es decir, silenciar al pueblo que reclame democracia (21F) con balas, para mantener a su único caudillo en el poder, porque no tienen otro. ¡Qué tragedia!

Fuente: http://estotambiensucede.com