Madre que mató a su esposo violador: «He salvado a mi hija»

Ocurrió en Pucarani, provincia Los Andes del departamento de La Paz. María Soledad Medrano, después de ser detenida, confesó que mató a su marido porque violaba a su hija de 14 años; su defensa pedirá la mínima condena y luego el perdón judicial.

 “He salvado a mi hija”, dice con voz firme María Soledad Medrano Siñani, la mujer que no dudó en defender a su hija de 14 años que era violada por su esposo, a quien estranguló y luego fue a dejar su cadáver a una zanja del camino, en la población de Pucarani.Desde la cárcel de Obrajes, donde ahora permanece recluida, deja un momento sus labores como ayudante de cocina para hablar con Página Siete. El contacto es mínimo, pues la Policía no permite periodistas en el penal femenino.“Ahorita estoy ayudando en la cocina, siempre me dedico a eso aquí, me gusta”, comenta ya en un contacto telefónico.Después de que María Soledad fuera traída a la ciudad de La Paz, luego de ser denunciada por los pobladores de Pucarani, en junio de este año, un juez decidió enviarla a la cárcel con detención preventiva por asesinato.Pero lejos de intentar escapar o asegurar su inocencia, María Soledad declaró ante la Policía que fue ella quien mató al padre de su hija. “Yo lo he matado porque él estaba violando a mi hija”, afirmó, según su declaración informativa a la cual tuvo acceso luego la abogada que ahora la defiende, Heidy Gil.Lo que más le preocupa a María Soledad es su hija. “Está con mi hermano ahora, él la cuida en mi casa. Se ha quedado con mis animales”, cuenta la mujer.Gil explica que como María Soledad se declaró culpable, se espera que ahora el fiscal de Pucarani pida la mínima pena al tomar en cuenta que actuó en defensa de su hija.“Nosotros presentaremos la petición de la mínima pena de dos años, esperemos que el fiscal pida lo mismo. Con esa resolución se irá a una audiencia en la que se espera que se dicte sentencia. Luego pediremos el perdón judicial”, explica la abogada.La hija de María Soledad no recibió atención médica después de la violación de la que fue víctima, ni recibe terapia psicológica. Lo único que hace es pastar sus ovejas y atender a sus otros animales, como si nada hubiera pasado. “Ella nomás sabe lo que sentirá”, dice su mamá.Según Gil, los pobladores de Pucarani le dieron la espalda a María Soledad y, por ende, a su hija. “No tiene muchos familiares, algunos van a visitarla a su hija y ella no puede moverse de ahí por sus animales”, dice.Dentro de la cárcel María Soledad no deja de ayudar en la cocina, prepara el almuerzo y también la cena de las presas. Ya no quiere decir nada más de su caso, le cuesta hablar sobre lo que pasó. “Llámeme más tarde”, dice.Página Siete / La Paz / Daniela Romero