Violaciones en manada, la modernidad líquida


Casos en Bolivia Según los expertos, el caso de la violación grupal sucedido en diciembre en Santa Cruz constituye una alerta sobre la desestructuración de la familia | AFP
Durante la guerra de los Balcanes, las tropas serbias violaban a las mujeres de territorio enemigo en manada. Los oficiales de la tortura de Pinochet, Banzer o Videla violaban en manada. Los guerrilleros izquierdistas colombianos y también grupos tribales africanos de los 90 violaban en manada. Podrían rastrearse probablemente cientos de antecedentes en la historia de esos momentos de desquiciamiento colectivo, de crímenes de lesa humanidad.Valga aclarar que la definición violación en “manada” es nueva. Se la acuñó tras un caso producido en junio de 2016 en España. Un grupo de cinco violadores se había auto nombrado así. Los sujetos, de entre 26 y 28 años de edad, agredieron a una joven de 18 en un portal de Pamplona. El caso cobró repercusión internacional debido a la indulgente conducta de la justicia con los agresores y la forma en que los entornos familiares justificaban el hecho. MUCHAS “MANADAS”Manada es un conjunto de lobos,  leones, cerdos o perros que andan juntos. Pero en la naturaleza pura y simple son extraños los casos que se asemejen a violaciones en grupo. Es decir, semejante desviación hasta parece hacer injusto el término “manada”. Pero el caso sirvió para develar que la naturaleza degenerada en la especie autodenominada como superior es hoy una expresión muy frecuente.“Manadas” de violadores empezaron a ser denunciadas con cada vez más frecuencia en Argentina, en Ecuador, en Chile… Según el proyecto Geoviolencia sexual, al que la ONU ya otorga la consideración de fuente fiable, en 2018, hubo 58 denuncias en España. Y en enero de 2019 ya se habían contabilizado cuatro. En una evaluación, citada por el diario ABC de Madrid, la organización advierte la posibilidad de una tendencia creciente de casos.Y en Bolivia también se ha iniciado la cuenta. No sólo cuenta la manada cruceña que en diciembre ultrajó a una joven de 18 años. Tras la conmoción se reveló otro caso filmado hace tres años, también en Santa Cruz. Luego, de principios de febrero se supo de uno más, sucedido en el bosquecillo de Pura Pura, en La Paz. Y bien puede sumar el caso de una presa brasileña en Rurrenabaque que según se denunció fue abusada sexualmente durante meses por diversos policías. UN LÍDER SÁDICO¿Qué pasa en la mente de un violador en masa? ¿Qué resortes psicológicos se activan en quienes llegan a este extremo? “Básicamente, una predisposición al sadismo, a la conducta sádica —explica a OH! la criminóloga Laura Quiñones Urquiza—. Ello, siempre que no esté bajo los efectos de una intoxicación de alguna sustancia que desinhiba y aleje de la realidad o las posibles consecuencias de cada acto. Pero, sí o sí, no cualquiera se excita con el sufrimiento de otro”.Quiñones añade que, por lo general, en estos casos hay una persona que lidera la agresión y es seguida por el resto. Abre además la posibilidad de que haya en el grupo alguno que sea más reticente a quien se convence, o es visto como desertor. La experta luego realiza una precisión: “Generalmente, dentro del grupo, el último en violar es quien resulta mucho más sádico porque ha presenciado todo el desarrollo de la violación grupal. Entonces, aún así, con ese sufrimiento, con esa manipulación, ha sido capaz de excitarse”.La presencia del líder perverso, el responsable principal, es algo que también destaca el psicólogo Fernando Osorio. “La conducta violenta en un acto sexual no consentido expone al victimario a ser identificado como un perverso —define Osorio—. Este tipo de sujeto sabe sobre la existencia de la norma y los límites, pero reniega de ellos. Todo vale, por lo tanto, para los perversos, no existe el freno, el no. En un acto de esta misma naturaleza, pero en ‘manada’ ocurre un proceso grupal de identificación entre los miembros del grupo con el victimario principal, quien a su vez es líder y autor intelectual del acto criminal”. UNA SOCIEDAD EN CRISISSon tiempos en los que normas y límites resultan cada vez más difusos y débiles. Tal cual señalan los expertos consultados, la sociedad actual enfrenta, en Bolivia y el mundo occidental, una creciente crisis de valores y controles. Las estructuras sociales se hallan debilitadas o mutando y los sistemas de justicia se volvieron más permisivos y manipulables. En otras palabras, es una sociedad cada vez más encaminada a acunar “manadas”.“Este tipo de acciones, crímenes grupales, etc. son disfuncionales, rompen los equilibrios, las instituciones y las normas mínimas de convivencia social —explica el sociólogo Franco Gamboa Rocabado—. No sólo el código penal y otras normas, sino que el hecho, el grado de violencia y abuso, rompe las normas de equilibrio funcional de la sociedad. Sin embargo, con las teorías de la posmodernidad, todo empieza a cuestionarse. El pensador Zygmunt Bauman habla de la ‘modernidad líquida’, las normas funcionales de la sociedad se tornan suaves, ‘líquidas’”.Gamboa añade que lo que en el pasado era inaceptable o disfuncional, hoy no sólo es aceptado, sino que cobra una especie de “tendencia natural” de la sociedad. Se han relajado los códigos de conducta y se ha sexualizado demasiado la sociedad. Publicidad, educación sexual, iniciación sexual muy temprana, etc. Entonces este tipo de acciones en grupo influyen en la conducta de los jóvenes. La sociedad se ha ido al extremo donde lo disfuncional parece de alguna forma aceptable.“Y el gran paraguas es la impunidad, se ha vuelto una manera de ser para los bolivianos —añade a su vez Elizabeth Machicao Barbery, la directora nacional de La Casa del Adolescente—. Eso se ve en el aumento de violencia hacia niñas y mujeres de toda edad, cada día y cada vez con más brutalidad. No hay justicia proba ni leyes con el andamiaje necesario para que funcionen. Un caso emblemático es justamente el de la manada cruceña: los familiares de los agresores amedrentan a los familiares de la víctima y minimizan el hecho”.Machicao, así como varios de los otros expertos consultados, advierte una crisis de valores en la sociedad manifiesta, sobre todo, en las relaciones familiares. No sólo no logran fijar límites y normas, sino que los progenitores de las nuevas generaciones no hablan ni saben hablar sobre sexualidad con sus hijos. Paralelamente, niños y jóvenes reciben un bombardeo sostenido de mensajes sexualizados a través de las redes sociales. Mensajes musicales, publicidad, pornografía, sexualización permanente que se consume en la industria cultural descontrolada.“Si los adolescentes empiezan su sexualidad con pornografía, ¿por qué no van a mañana tener la cabeza torcida y realizar una de estas cosas? —pregunta Machicao—.No reciben información conversada, consensuada, con lógica. Reciben todo vía redes sociales y celulares. Las últimas violaciones manada fueron hechas por jóvenes”. PROPUESTAS¿Qué hacer para conjurar la amenaza de las manadas y problemas similares? Los expertos se muestran escépticos. Lamentan el escaso trabajo que se ha hecho en el sistema educativo y reiteran la importancia de la reestructuración de los hogares.“Parte de la solución iría a partir de la reestructuración de códigos y límites en la conducta de las familias —reflexiona, por ejemplo, Gamboa—. Lamentablemente en las escuelas prima el dejar hacer, dejar pasar. La educación sexual no pone el dedo en la llaga. Los profesores no quieren hacerse problemas con los jóvenes. ¿Pero cuántas familias están en condiciones de retomar ese control sobre sus hijos?”.“Si no somos un país que demuestre que está dando una lucha frontal contra la violencia en todas sus caras, seguiremos teniendo mujeres abusadas, feminicidios y adolescentes violadas en manadas —dice Machicao—. Tienen que haber políticas públicas. Debe haber un Gobierno que asuma este tema que nos está haciendo mucho daño como sociedad. Estos crímenes comienzan en otra parte y hay que saber ver eso. Sólo estamos viendo las consecuencias”.Mientras tanto, el sociólogo Carlos Laruta propugna la gestación, desde la sociedad y el Estado, de nuevas formas de agrupación de adolescentes y jóvenes que los apoyen constructivamente en su búsqueda de relacionamiento temático para aprendizajes grupales (ver recuadro). La propuesta llama a dotar a esas agrupaciones de un fuerte carácter normativo y de igualdad de género.Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa, por sus siglas en inglés), Bolivia ocupa el segundo lugar en cuanto a violencia sexual en Latinoamérica. En primer lugar se encuentra Haití. De acuerdo a este estudio, cuatro de cada 10 mujeres son víctimas de violencia sexual en Bolivia; mientras que en el mundo una de cada tres sufre maltrato.Y por si faltaran más alertas, según la Comisión Económica para América Latina (Cepal), Bolivia se constituye en el primer país en América del Sur, con la prevalencia más alta de feminicidios. Es seguida por Paraguay, con tasas de 2,0 y 1,6 por cada 100 mil mujeres.

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Protesta Un peatón pasa junto a un mural que muestra imágenes de ropa interior con el eslogan “No lo está pidiendo” en una calle de Dublín como protesta después de que un abogado defensor mostró una tanga o tanga de una niña de 17 años en Corte como presunta prueba de su consentimiento en un caso de violación.
AFP

ABORDAR EL PROBLEMA

DIVERSAS FORMAS

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El sociólogo Carlos Laruta Bustilllos ha trabajado en proyectos de violencia social y violencia de género. En base a esa experiencia formula los siguientes pasos para abordar el problema de la violencia hacia la mujer en sus diversas formas.

1) Es urgente gestar desde la sociedad (organizaciones, iglesias, etc.) y desde el Estado, nuevas formas de agrupación de adolescentes y jóvenes que los apoyen constructivamente en su búsqueda de relacionamiento temático para aprendizajes grupales. Antes había grupos de Boy Scouts, grupos parroquiales y un gran número de grupos deportivos y culturales de jóvenes, informales y formales. A pesar de la modernidad fuertemente individualista, debe buscarse —en el marco de las nuevas tecnologías— restituirse esas agrupaciones básicas de adolescentes y jóvenes.

2) Estas nuevas agrupaciones deberán ser fuertemente normativas, es decir señalar orientaciones claras —a pesar de la relativización extrema de las normas en la sociedad contemporánea— para la acción de los jóvenes, que sean en general democráticas, respetuosas, interculturales, pacificas.

3) En cuanto a la convivencia de género, esa restitución de nuevos grupos básicos de socialización de adolescentes y jóvenes debe además trabajar fuertemente sobre las relaciones igualitarias entre chicas y chicos como seres humanos, y equitativas referidas a las diferencias positivas y complementarias entre chicos y chicas, y debe enfatizarse en la sociedad la nueva relación de convivencia de género.

Fuente: www.lostiempos.com