El imperio electoral de Lula en Bolivia

Emilio Martínez CardonaSi alguien todavía consideraba las influencias del Foro de Sao Paulo en la política continental como una extraña ficción, las últimas revelaciones del ex ministro de hacienda de Lula da Silva habrán terminado de despejarle las dudas. En efecto, Antonio Palocci confesó ante la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) del Brasil, que indaga las irregularidades en el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), cómo el ex presidente desvió cerca de 10 millones de dólares provenientes de sobornos para financiar campañas electorales en Bolivia y Perú.Dado el periodo citado por Palocci, podría tratarse de las campañas presidenciales de Evo Morales y de Ollanta Humala, del 2005 y 2006, respectivamente. El ex ministro de hacienda también detalló el mecanismo por el cual el Partido de los Trabajadores (PT) recibía los pagos ilegales provenientes de Odebrecht y luego era el propio Lula quien decidía su reenvío para apoyar a sus aliados políticos regionales.Teniendo en cuenta que el BNDES era parte del entramado cleptocrático, y aunque vayamos un poco más allá de la etapa mencionada por Palocci, no estaría de más darle también una mirada a los acuerdos Evo-Lula del 2009, que incluían un crédito de 332 millones de dólares de esa entidad financiera para financiar la polémica carretera por el Tipnis.Llama mucho la atención que Bolivia siga siendo el único país de la región donde la Fiscalía General del Estado no tiene un acuerdo de cooperación con su par de Brasil para investigar este tema, que ha configurado el mayor caso de corrupción de la historia latinoamericana.Esto probablemente se deba, en el campo discursivo, a que Morales viene denunciando desde hace varios años el “golpe judicial” contra Lula y declarando su “solidaridad”, aunque en el campo de la realidad todo obedezca más bien a una sugerente alergia a la transparencia.No parece que tampoco el candidato Carlos Mesa tenga muchas credenciales para impulsar una investigación seria en el tema, si recordamos que hace sólo tres años firmaba una carta de apoyo a Lula junto a Cristina Fernández de Kirchner, y que apenas nueve meses atrás su jefe de campaña, Ricardo Paz, esperaba el triunfo del PT en la segunda vuelta contra Jair Bolsonaro.Recordemos además que, al margen de esta denuncia concreta de Palocci, la maquinaria del Lava Jato salpicó a través de otros operativos a varios ex mandatarios de distintos países, no necesariamente de la misma filiación política, pero a los que se buscaba volver funcionales hacia los planes hegemónicos del Foro de Sao Paulo.En cualquier caso, la disyuntiva transparencia vs opacidad es una de las principales en las democracias contemporáneas, más aún en los regímenes híbridos propiciados por el socialismo del siglo XXI y sus colaboradores.Sería deseable que este asunto concitara mayor atención, tanto en lo que resta de prensa libre en el país como entre las candidaturas de oposición electoralmente viables.