«Que Occidente supere a Oriente es una aberración histórica que se está acabando»

Xi Jinping junto a Kim Jong Un. (Reuters)

Lo ha repetido una y otra vez Steven Pinker durante los últimos años. Hay que dejar de hacer caso a los agoreros que hablan de crisis económica, desigualdad social, inestabilidad política o cambio climático. Si comparamos la situación del hombre moderno con la que vivía hace apenas tres siglos, no nos costará mucho comprobar que no hay color. Y si pensamos lo contrario, quizá es que somos unos peligrosos “progresofóbicos”.Cabe otra lectura, que es la que propone el singapurense Kishore Mahbubani en su último libro, el provocador ‘Has the West Lost It?‘ (algo así como “¿Se ha vuelto loco Occidente?” o, incluso, “¿Se le ha pirado a Occidente?”). En el breve ensayo editado por Penguin Books –apenas 112 páginas– el profesor de la Universidad de Singapur que fuera, entre otras cosas, presidente del Consejo de las Naciones Unidas, intenta responder a la gran pregunta de nuestra era. Por qué, si las cosas van cada vez mejor, solo imaginamos futuros terribles.Mahbubani da la respuesta en la introducción del libro. O, al menos, en apariencia. “¿Por qué se siente perdido Occidente?”, se pregunta. “La respuesta es sencilla. A principios del siglo XXI, la historia ha cambiado de dirección, quizá el cambio más significativo que jamás haya dado, y aun así Occidente se niega a aceptarlo o a a adaptarse a esta nueva era”.El éxito occidental es una gigantesca aberración histórica, y todas las aberraciones llegan a su final natural¿Cuál es ese cambio? Agárrense, que vienen curvas: “Una breve comparación de los últimos 200 años con los previos 1.800 proporciona la respuesta”, prosigue Mahbubani. “Desde el año 1 hasta el 1820, las dos grandes economías fueron siempre China e India”. La industrialización occidental, las guerra del opio y la rebelión Taiping en China y la rebelión en la India cambiaron el sentido de la historia, aunque solo fuese temporalmente. “Solo después de ese período despegó Europa, seguida por América”.

Has West Lost It?
Has West Lost It?

“Visto en comparación con los anteriores 1.800 años, el reciente período de relativo éxito occidental es una gigantesca aberración histórica”, concluye en su razonamiento inicial. “Todas las aberraciones llegan a un final natural, y eso es lo que está ocurriendo ahora mismo”. Como el autor explicaba a ‘Forbes‘, entre 1980 y hoy, China ha pasado de tener un PIB que suponía tan solo el 10% de EEUU a superarlo en la lista.Este cambio en la dirección de los vientos históricos ha sido detectado por la población de la mayoría de los países occidentales, a las que en ocasiones les ha bastado con observar el número de ceros en su nómina y el mercado laboral, pero no por sus dirigentes. La llegada de Trump al poder o el Brexit tan solo son “políticamente aberrantes” para las élites que creían tenerlo todo controlado. El resto ya se había dado cuenta hacía tiempo de que algo iba mal.



La culpa de todo la tiene Fukuyama

Mahbubani tiene en su agenda a un culpable claro en su lista del desastre occidental: Francis Fukuyama. Más concretamente, su célebre ‘El final de la historia’. “El ensayo de Fukuyama causó un gran daño cerebral a Occidente”, explica. “Lo mandó a la cama precisamente en el momento en el que otros estaban despertando”. Lo que Occidente había olvidado era que su papel preponderante al frente de la economía global era puramente coyuntural. Ningún problema personal con “Francis”, eso sí, al que considera “un gran tipo”. Solo con sus obras.“La gran paradoja, como pongo de manifiesto en el libro, es que la drástica mejora en las condiciones del hombre es el resultado de los generosos regalos de Occidente al resto del mundo, especialmente, el del razonamiento”, explica. Otro gran defensor de la Ilustración, el asiático no tiene ninguna duda de que nunca antes en la historia del hombre se ha acelerado tanto la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos como en los últimos 30 años.Occidente cometió un error estratégico al final de la Guerra Fría en 1989: poner el piloto automático y no darse cuenta de que otros despertabanEsta mejora significaría, en teoría, la victoria definitiva de Occidente. Y sin embargo, ha ocurrido todo lo contrario: la población se siente más deprimida que nunca. El problema, y aquí es donde entra Fukuyama, es el contagioso triunfalismo en que se han bañado élites económicas y políticas tras la caída del muro de Berlín, mientras la economía terminaba de globalizarse. “Occidente cometió un error estratégico al final de la Guerra Fría en 1989: dejarse seducir por el ensayo de Fukuyama, que básicamente decía que Occidente había vencido a la Unión Soviética y podía poner el piloto automático”.El problema para Europa y EEUU es que mientras se dormía en los laureles del final de la historia, el resto del mundo estaba realizando sus ajustes –económicos, políticos, sociales– para adaptarse al nuevo mundo que estaba surgiendo. Entonces, Occidente cometió otro error estratégico: el 11 de septiembre le hizo pensar que la gran amenaza era el mundo islámico, no Asia. Uno de los capítulos del libro se titula “guerras occidentales suicidas” en referencia a la intervención americana en Afganistán e Irak.

El 2001 cambiaron las cosas para siempre, pero por los atentados de las Torres Gemelas, sino a causa de la admisión de China en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Un pequeño paso en apariencia, un gran paso que provocó que 800 millones de trabajadores entrasen en el sistema capitalista propiciando, como recuerda el diplomático citando a Schumpeter, una particular “destrucción creativa”. Creatividad en el lado asiático, destrucción en Occidente de millones de puestos de trabajo. ¿El resultado, según la fórmula del economista austro-estadounidense? Una innovación para la que este no estaba preparado.

¿Y ahora qué?

El propio autor lo ha recordado en ‘China Daily‘: hoy, tres de las cuatro grandes economías mundiales son asiáticas (China, Japón, India). “Occidente debe entender que ya no puede dominar el mundo”, explicaba en dicha entrevista. “Necesita hacerse la pregunta de qué cambios prácticos y pragmáticos deben hacer para acostumbrarse a este mundo, pero no lo está haciendo”.El singapurense es un gran admirador de la iniciativa de la Franja y la Ruta o la Nueva Ruta de la Seda, el proyecto en el que Xi Jingpin más de un billón de dólares y que aspira a reconstruir los intercambios comerciales de la antigua ruta comercial China-India-Europa-África. Para Mahboubani, es uno de los mayores esfuerzos económicos jamás realizados por el hombre. Un proyecto que muchos han interpretado como un “Plan Marshall chino” para hacerse con el control global.Los sueldos de los trabajadores no han aumentado en décadas, recuerda, y el cambio de paradigma hacia el dominio asiático es la principal razónEl autor atiza con particular saña a las élites occidentales, que consideraron que su hegemonía era incontestable mientras que la clase trabajadora de sus países perdía sus empleos. En un contexto de expansión económica global, no se dieron cuenta de los signos de alerta, y la elección de Trump 2016 es la consecuencia directa de la inactividad de la élite. Los sueldos de los trabajadores no han aumentado en décadas, recuerda, y el cambio de paradigma hacia el dominio asiático es la principal razón.El autor gusta de recordar en las entrevistas que, antes de convertirse en una de las estrellas del cuerpo diplomático singapurense, conoció la más dura de las pobrezas. Sus padres llegaron a la república emigrando de la India, y fue su éxito académico lo que le condujo a uno de los puestos estrellas en las Naciones Unidas. Una historia de éxito en un continente desconocido. Y realiza una última advertencia al continente vecino: “Si los europeos no exportan trabajos a África, África exportará africanos a Europa”. Como ya está haciendo –adivinen– China. Fuente: elconfidencial.com