Aprendamos de nuestra propia experiencia

Ovidio Roca

Durante varios años fuimos felices flotando sobre densas nubes de gas que ahora se disipan, por lo que rápidamente nos encaminamos hacia un aterrizaje forzoso que ni las hojas de coca lograrán frenar y que será muy duro y peligroso. Algunos analistas mencionan que no hay recursos para continuar disfrutando del sueño populista de los bonos, la subvención a las empresas y pegas públicas, los combustibles y tucuimas, salvo con más deuda o emisión monetaria.

Por su parte el Gobierno presume de una economía exitosa, aquella que se muestra en los mercados abarrotados de productos importados. Una economía que será insostenible en el corto plazo, sobre todo en un mundo de producción competitiva, de empleo tecnológico y con países que están combatiendo las drogas y la informalidad que les afecta en sus fronteras. Es una economía de importación, pues no se construyó empresas productivas sostenibles y que generan nuevo valor; se trata de una economía extractiva y de base cocalera, vinculada al contrabando, la informalidad, el narcotráfico y que estuvo apoyada con mucha plata del gas, que ahora ya escasea.



En consecuencia cada vez se nos complica más el mantener las subvenciones gubernamentales y se hace problemático el endeudamiento (salvo el letal con los chinos). Como ya no se puede vivir exclusivamente de las materias primas hay que ponerse a trabajar y potenciar el aparato productivo industrial, agropecuario y de servicios para que el país pueda seguir avanzando.

Las próximas elecciones definirán el rumbo y modelo de país para los próximos años, ojala no nos equivoquemos. El problema es cómo entender adecuadamente el rumbo de la economía en un ámbito fuertemente politizado y con una población que careciendo de formación para enfrentar al nuevo mundo de competencia tecnológica, tiene temor en asumir los nuevos retos que demanda una economía sostenible y prefieren optar por el continuismo insostenible y los cuentos populistas.

Nuestro reto como ciudadanos es construir una economía productiva y competitiva, lo que es un trabajo difícil pues requiere de un gran esfuerzo y largo plazo; empezando por formar a los jóvenes para afrontar el futuro en este mundo cambiante, cada vez más interrelacionado y que conducido por las nuevas tecnologías avanza a grandes saltos. En esencia se trata de aplicar un modelo ya conocido y probado, pero que quiere responsabilidad y esfuerzo, basado en la iniciativa privada y con un Estado mínimo, responsable de garantizar las seguridades físicas y jurídicas de las personas y de las inversiones.

Pensando en positivo, en el oriente tenemos una experiencia económica y productiva que deberíamos mejorar y reforzar. Hasta ahora y a pesar de la política estatista y anti empresarial del gobierno del MAS, Santa Cruz mantiene aún un sector agroindustrial agroexportador y con valor agregado que produce el setenta por ciento de los alimentos que se consumen en el país y aporta con el treinta por ciento del Producto Interno Bruto Nacional. Innegablemente el oriente es la región más dinámica del país y esto se podría explicar porque la región no vivió ni vive del centralismo, ni mayormente del extractivismo de los minerales y los hidrocarburos y más bien de una importante actividad privada productiva especialmente en el campo agropecuario, agroindustrial y de servicios.

Se trata por tanto de realizar en cada región del país y de acuerdo a su localización, entorno y circunstancias, aquello que mejor corresponda para mejorar la infraestructura y las condiciones de producción y de vida de todos los habitantes.En el caso del oriente y para seguir avanzando es importante impulsar el sector de las empresas tecnológicas, los agronegocios, la manufactura avanzada, la biotecnología y los servicios industriales. Todo esto con una permanente actitud por proteger y conservar el ecosistema y la biodiversidad de la que somos parte, pues si la destruimos nos destruimos nosotros mismos.La industria de manos de la tecnología tiene que aumentar su productividad para competir internacionalmente y se necesita establecer negocios de clase mundial que puedan atender al cliente más exigente y no solo depender del mercado local. Todo esto implica necesariamente un Estado de Derecho, un ambiente de libertad económica, seguridad jurídica y física.Un problema que hay que superar es la carencia de nuevos líderes empresariales y políticos con visión nacional y mundial. Santa Cruz pese su importancia económica carece de peso político y de propuesta explicita de país y peor aún se evidencia una ausencia de vocación de poder y una fuerte sumisión ante el centralismo. Son las jóvenes generaciones y los nuevos liderazgos quienes deben definir el rumbo y asegurar el futuro.Fuente: ovidioroca.wordpress.com