A raíz de las múltiples entrevistas a Mesa, su discurso sin preguntas y lo dicho por su vocero Alarcón anoche, queda clara la construcción de una agenda propia, esperando al desgaste entre el movimiento cívico y el gobierno.Apuesta a encontrar un camino que no es el que propone ni el civismo ni el masismo, aspira a emerger una vez más como una híbrida tercera vía que resuelve el impasse en el país.En su lógica política no quiere quedar preso de posiciones, navega otra vez en el río aceitoso de las palabras no dichas y las posiciones no asumidas, como queriendo recordarnos los motivos de su desprestigio.Por eso es necesario repasar de manera permanente ciertos conceptos simplificados:El enemigo es el MAS; el fin es remover al MAS del gobierno; el amigo ahora es el movimiento cívico con Luis Fernando Camacho a la cabeza; Mesa y CC era en estas elecciones simplemente el medio para conseguir el fin. Su eventual asunción a la presidencia era una consecuencia, una especie de daño colateral que estábamos dispuestos a soportar.Si toooodas las fuerza políticas no se alinean claramente e inequívocamente con el movimiento cívico, y si Mesa continúa confundiendo el medio con el fin, es altamente probable que obtenga una victoria pírrica, en la que la legitimidad le pase la factura y termine nuevamente quedando la silla sin su mesa, precipitando el posible retorno de un furibundo masismo al poder.Y es que si bien traicionar significa pasarse al enemigo y desertar significa abandonar al amigo, hay ciertos silencios y estrategias que pueden encontrarse entre la traición y la deserción.P.D. también vale para la institucionalidad tibia y silente.Fuente: Leonardo Leigue