La crisis de salud desatada desde hace unos pocos meses debido a la aparición del COVID 19 en China, ha causado en el mundo entero incertidumbre y un desorden en la economía global, primero debido al peso específico de la economía china en el mundo y segundo, debido a la insuficiencia de los recursos y posibilidades de acción por parte de los gobiernos para enfrentar esta pandemia de semejantes dimensiones.
La globalización ha demostrado hoy en día, que si bien puede ser beneficiosa en varios aspectos, por la rapidez de transmisión de la tecnología, el aumento del comercio y la producción en cadena global, la rapidez en las comunicaciones y muchos otros aspectos, es también perjudicial por la rápida transmisión de las enfermedades que no respeta las aparentes “fronteras” del mundo entero. De la misma forma, las pérdidas económicas se hicieron globales y las predicciones de crecimiento mundial fueron todas ajustadas hacia la baja correlacionadas con la gravedad y la expansión del contagio de la población y las medidas preventivas tomadas por los diferentes países.
La mayor preocupación de los sistemas de salud mundiales se centran en el hecho de tomar medidas para disminuir drásticamente la posibilidad de contagio y por lo tanto, de propagación del virus, no tanto por la tasa de mortalidad del mismo, sino más bien por la tasa de morbilidad; o sea del número de enfermos, de los cuales el 20% pueden complicarse y requerir una atención en salas de terapia intensiva, que ya son insuficientes en todo el mundo, y con mayor razón en Bolivia.
Diferentes estudios prevén que si no se aplican medidas drásticas que impliquen el aislamiento de la población, los servicios de atención sanitaria podrían ser llevados al límite y su capacidad podría ser sobrepasada en al menos ocho veces en países desarrollados como Estados Unidos. Imagínense lo catastrófico que sería para Bolivia, dado nuestras serias deficiencias en el sistema salud que quedó olvidado por 14 años.
Por supuesto, los costos y gastos por la compra de implementos preventivos (barbijos, guantes de latex y alcohol en gel), y los gastos preventivos en insumos como vitamina C, D y otros, ya se incrementaron exponencialmente, no solo en cantidad sino también en precio. En este caso específico, ya se puede detectar un efecto importante en la economía, en vista de que recursos públicos y privados que debían ser orientados a distintos sectores de productos y servicios en la economía, ahora son dirigidos al sector salud, que no necesariamente tiene un importante efecto multiplicador y de distribución de la riqueza.
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En general, esta crisis emergente ha reducido la producción, el consumo y el turismo, y por lo tanto, un paro generalizado en la economía. Primero por la participación de la economía china en la cadena global, y segundo por las medidas restrictivas que detienen el normal desenvolvimiento de la economía.
Si queremos dimensionar el papel de China en la economía mundial, debemos saber algunas de sus características:
- China el 2003 representaba el 4% del PIB global, hoy en día es la segunda economía mundial, después de Estados Unidos y representa entre 16 y 17% de la misma.
- En 2019, China contribuyó al crecimiento mundial en un 39%.
- China es el principal y el primer importador de materias primas del mundo, y por ejemplo, compra la mitad del cobre producido en todo el mundo.
- 150 millones de turistas chinos dejarán de viajar. Tailandia el 2019 recibió 10 millones de chinos (30% el total de sus visitantes), Paris recibe anualmente más de 800 mil turistas, entre otros. Las pérdidas asociadas a la pérdida de ingresos por viajes y turismo se estimó en más de 30 mil millones de dólares.
- Los chinos desde el año 2000 compran productos de lujo o Premium, y de hecho el 2018 compraron el 33% de las ventas mundiales de este tipo de producto. Para el 2025, se estima que el 46% de este tipo de producto serán comprados por chinos.
- China exporta el 30% del sector tecnológico, componentes eléctricos y electrónicos. Japón el 2019 importó de China estos productos por un valor de 40 mil millones de dólares. Muchos celulares, playstation y otros productos utilizan partes fabricadas en China.
- China es una pieza fundamental en la cadena de suministros a nivel mundial, por lo que se están cerrando fábricas en todo el mundo. Una de las primeras fue la Hyundai (surcoreana), Nike y otras más.
Sin duda los efectos pueden ser devastadores y las pérdidas mundiales estimadas ya sobrepasan los 2 billones de dólares, pudiendo ocasionar una caída del PIB mundial del 0.4%, todavía como una predicción conservadora.
En Bolivia, estamos inmersos en una cuarentena que restringe la movilidad y promueve el distanciamiento de la población, provocando un paro obligado de la economía y pérdidas en negocios como restaurantes, hoteles, turismo y comercio en general; y por supuesto, paro en empresas productivas. Sin embargo, el efecto que quizás no se toma en cuenta por las medidas adoptadas por el gobierno de turno, son las pérdidas diarias y la imposibilidad de trabajar de un sector grande de la economía, como es el sector informal que vive del ingreso de su trabajo diario.
En el mundo los diferentes gobiernos se ven obligados a inyectar grandes cantidades de dinero para que el sistema siga funcionando. Por ejemplo, que las personas que se han quedado temporalmente sin trabajo sigan cobrando para poder pagar las facturas, o que las empresas que no pueden producir puedan pagar a sus trabajadores. Otros países como Francia, han anunciado que se suspende el pago del alquiler y las facturas de luz, gas o agua, mientras que el propio Estado se hará cargo de créditos bancarios de la gente que no pueda asumirlos por culpa de la epidemia.
En Bolivia las medidas están enfocadas a mantener la demanda (postergación del pago de impuestos, reducción de tarifa de electricidad, reprogramación de créditos y una transferencia directa a las familias con hijos en escuelas fiscales de 500 bs, a través de un bono), y sin embargo, estas medidas también promueven un shock en la oferta.
A nivel de la economía en su conjunto, sabemos que la economía boliviana depende de muy pocos productos de exportación y de los ingresos que por ellos percibimos. Más del 65% de las exportaciones bolivianas están concentradas en materias primas: gas natural y minerales. Productos afectados directamente en precio y en cantidad por los problemas de la economía China que ha disminuido sus compras por el cierre de sus fábricas.
A nivel de la microeconomía o de la economía familiar y de las pequeñas empresas, estas medidas pueden promover cierres masivos y con esto, un aumento en la tasa de desempleo. En esa línea, las medidas propuestas por el gobierno puede que en muchos casos no lleguen a un gran porcentaje de la población. Por ejemplo, una persona que vende pequeños artículos en un mercado, no emite factura, no tiene posibilidad de acceder a créditos y tiene un hijo en colegio particular, por lo que no recibirá el bono, y ninguno de los beneficios implementados por el gobierno, salvo la reducción de la tarifa eléctrica.
Una señora que vende comida en un puesto o carrito ambulante, no podrá vender nada los días de cuarentena y tampoco es alcanzada por las medidas de ayuda otorgadas por el gobierno. Si bien el bono que se hará efectivo en estos días, no soluciona el hecho de que muchos bolivianos tendremos los 500 bolivianos y no podremos gastarlos en vista de las restricciones a la oferta, así como a las importaciones de todo tipo de productos que no ingresarán al país.
La medida de una canasta familiar que llegará a más de la mitad de los bolivianos es quizás una medida acertada, siendo la más universal, aunque no se constituye en una transferencia directa de recursos monetarios, dado que será una transferencia en especie, por la información con la que se cuenta por el momento.
En realidad Bolivia se encontraba con un alto riesgo de entrar en una depresión de la economía, aunque todavía con cierta holgura para aplicar medidas correctivas y así reactivarla, sin embargo, puede que el corona virus -dependiendo de la duración del problema- sea el factor detonante para que se desaten verdaderos problemas económicos en el país. El gobierno debería centrarse en que las medidas y políticas aplicadas aseguren la liquidez en la economía, o dicho de otro modo, que no desaparezca el circulante en los bolsillos de los ciudadanos, lo que sí gatillaría la economía al desastre. Por otro lado, el costo de parar la producción, las empresas y por lo tanto el empleo, podría tener un costo mayor en el corto plazo, y si bien se debe priorizar la vida de los bolivianos, esto debería pensarse en toda su dimensión, o sea, no solo pensar en el muy corto plazo, sino también en el futuro próximo con una economía devastada.
Como el profesor John P.A. Loannidis (epidemiólogo) alerta: “Una de las líneas de fondo es que no sabemos cuánto tiempo se puede mantener las medidas de distanciamiento social y los bloqueos, sin mayores consecuencias para la economía, la sociedad y la salud mental. Pueden surgir evoluciones impredecibles, incluyendo crisis financiera, disturbios, conflictos civiles, guerra y un colapso del tejido social. Quizás el 15 de abril sea el límite.