Domingo sin misa

”Por una vez, el Señor lo entenderá” la afectuosa insinuación del hijo mayor para no asistir a misa el domingo próximo” esto sucede al anunciar el Gobierno del Reino el primer deceso de la primera víctima de “coronavirus”. Se trata de una persona mayor, que no pudo resistir y se convirtió en la primera víctima de un colectivo que pone sus esfuerzos en la preservación de la vida y en el cuidado permanente de sus ciudadanos.

Ha brillado el sol por algunas horas y desde mi escritorio contemplo el florecer de los árboles con visos de haber llegado la primavera, aunque los termómetros persisten en 3, 4, 5 grados y todavía hay que abrigarse con calzones largos, bufandas, guantes, sombreros y sobretodos. El clima en Escandinavia es tan marcado, las estaciones tan mutantes que son todo un espectáculo, enfocado hoy en el seguimiento de la terrible pandemia que ha ocasionado medidas tan determinadas como la suspensión de vuelos entre EEUU y Europa, o el aislamiento total de Italia, Rusia y China, aquí las recomendaciones se dan con la comparecencia de las autoridades médicas dos y hasta tres veces diarias “la contingencia es médica, lo político no cuenta”, en efecto el Primer Ministro apareció anunciando “hemos dispuesto un presupuesto de emergencia y dado autoridades a los expertos para orientar en esta crisis”.

Curiosamente los dueños de casa instruyen lavarse las manos hasta 20 veces por día. Salir de casa solo en casos de urgencia. Evitar la visita a los ancianos en casas de pensión. Si hasta las medicinas te las traen a casa sin costo, muchas escuelas están cerradas y toda concentración de 500 personas totalmente prohibida. En Dinamarca la cifra permitida es de 200. En suma estamos viviendo una severa crisis.



Vale decir en cerca de 40 años de habitar en Suecia, nunca habíamos dejado de asistir a la Misa, una celebración colectiva para los distintos grupos parroquiales con celebrantes en el idioma propio. La primera medida había sido “evitar el ósculo de paz”, luego comulgar en la mano, ahora la tolerancia. Y es que la vida humana está por encima de cualquier otra valoración, aunque en mi caso, no dejé de cumplir con el examen ordenado por mi enfermera para diabetes. Después de los análisis me mostró un cuadrito con la presión sanguínea en relación al azúcar. Salió un 37% que la “sister calificó de BRA” lo que tranquilizó a todos mis hijos, sin presencia de colesterol ni otros “fantasmas”