De la globalización a la glocalización a impulso de coronavirus

La ambición desmedida por la riqueza y el poder nos acompañó en el camino hacia la globalización, una travesía durante la cual los países menos desarrollados y sus pobladores van perdiendo su autonomía y su identidad en manos de potencias económicas y culturas internacionales.
Y por allí andábamos a tumbos, pero entusiastas, hasta que caímos en el abismo del coronavirus, que nos mostró despiadadamente que habíamos equivocado de ruta.

Asumiendo la forma tradicional de aprender, vale decir a golpes y porrazos, esta pandemia del coronavirus debería llevarnos a peguntarnos si esta nuestra forma de vida consumista y depredadora del ecosistema, es viable para nuestra especie homínida (poco sapiens) y pensar en la necesidad de practicar una vida más libre, más natural, más frugal, en comunión y contacto con nuestros semejantes y con la naturaleza.

La sociedad humana ha venido construyendo una sociedad globalizada, con sobrepoblación, urbes inmensas, consumismo, continuos viajes aéreos, turismo masivo, cadenas de suministros a miles de kilómetros y lamentablemente, con una extrema desigualdad en el reparto de la riqueza y en los sistemas de salud públicos.
Con la globalización y el afán de mayores ganancias, las empresas prefirieron importar antes que producir, así es que acuden a países de mano de obra semi esclava y barata por lo que, entre otros muchos, los componentes médicos se fabrican en China, se refinan en la India y terminan en las farmacias y hospitales de todo el mundo.
Ahora con los problemas del transporte y logística, las empresas internacionales se han dado cuenta del extremo peligro que significa aunar dependencia y distancia. Otra cosa que también nos enseña la crisis del  coronavirus chino es la necesidad de tener la capacidad de enfrentar autónomamente cualquier situación adversa, de ahí la importancia de la educación, la tecnología propia, la innovación y la ciencia.



Esperemos que una vez que pase la crisis y como enseñanza de los graves problemas en las cadenas de suministro, modifiquemos nuestro sistema productivo e industrial. No se trata de llegar al aislacionismo total, sino de buscar la complementariedad evitando la total dependencia de suministros vitales que pueden afectarnos en periodos de crisis de transporte y que nos hace dependiente de intereses externos.

La nefasta experiencia coronavirica que ahora nos golpea y de la que nadie se escapa, nos hace ver una otra ruta a explorar: la “Glocalización” de la que ya se hablaba en los años ochenta bajo la consigna de: “Pensar Globalmente y Actuar Localmente«.

Mientras los Estados Nacionales buscan desesperadamente incorporarse a las actuales corrientes globales, a nivel local surgen respuestas innovadoras y creativas que de un modo u otro van enfrentando estas posiciones. Glocalizacion, es la combinación de elementos locales con los mundiales o globales; significa tener una estructura flexible que permite desde lo regional adaptarse a las demandas globales; con un entorno local que conserva su independencia y autosuficiencia económica y mantiene su cultura e identidad; lo que parece ser una buena alternativa.

Ahora y con este nuevo mundo coronavírico, tenemos una sociedad confinada, secuestrada, temerosa y en vías de una crisis psicológica y económica mundial, por lo que con la dura experiencia que estamos pasando deberíamos pensar en cambiar de modelo de vida y de sistema económico y social.

Olvidamos que lo importante es la gente; que ella sea feliz, se conserve sana y cuente con productos alimenticios suficientes para una dieta sana y frugal; que el objetivo en la vida no es solo la fabricación masiva de artículos, bienes y servicios que no son esenciales, ni útiles y que solo se los producen y venden por un especulativo afán de lucro.

Cada país en función de sus características propias, necesita encontrar y aplicar la receta para su organización política y de desarrollo; la cual por la experiencia adquirida necesita tener una visión orientada hacia la ampliación de las capacidades de la gente, de la ciencia y la tecnología, en lugar centrarse exclusivamente en la dependencia tanto externa, como interna de las materias primas y la explotación de los recursos naturales.
La ciencia y la tecnología deben ayudarnos a reducir nuestro impacto sobre el ecosistema, para que los tengamos mejores y más diversos, llenos de vida, un ambiente sano, más calidad de vida, mejores paisajes, playas y ríos limpios y sanos.

En estos tiempos difíciles hemos visto con mayor claridad las falencias de las instituciones nacionales e internacionales. Las instituciones supranacionales, en las que prevalecen los intereses ideológicos han sido incapaces de actuar de forma eficaz y coordinada; la Organización de las Naciones Unidas ha mostrado que carece de medios y posibilidades de plantear políticas públicas para toda la población y la burocracia internacional se limita a emitir algunas recomendaciones poco objetivas e inducidas ideológicamente, como lo hacen vergonzantemente la OMS y la CIDH.

Por tanto necesitamos asumir nuestro propio destino y organizarnos como sociedad y como país para encontrar las soluciones y tomar decisiones lo más cercano al origen de los problemas y de la población afectada, como se lo pretende hacer en un Estado Democrático y Federal pensando globalmente y actuando localmente.

Debemos entender que el incremento de la desigualdad económica amenaza con fracturar nuestras sociedades: aumenta la delincuencia y la inseguridad, socava la lucha contra la pobreza y hace que cada vez más personas vivan con más temor y menos esperanza.

Necesitamos contar con una mejor seguridad y a todo nivel, esto no implica tener un Ejército, cuyo rol está volcado a enfrentamientos internacionales; pensemos en Costa Rica, que sin ejército o gracias a no tenerlo, tiene más seguridad, estabilidad y progreso que sus vecinos militarizados.

Necesitamos construir un país más seguro, de una economía más productiva e igualitaria, fortalecer la seguridad alimentaria, desarrollar una agricultura sostenible y con respeto al ecosistema, una amplia base tecnológica y una infraestructura de servicios, internet, bases de datos y de telecomunicaciones, bien establecida.

Todo lo anterior lo dicen muchos, machacona y permanentemente y algunos lo creen pero casi nadie lo practica. Como siempre ha sucedido los ideales democráticos serán posibles gracias a una ciudadanía autónoma y responsable, y una cosa que quedo claro de esta experiencia corona vírica es que los Estados-nación están de vuelta y han llegado para quedarse.

Fuente: ovidioroca.wordpress.com