¿En qué estamos…?

Entre paréntesis….

              Cayetano Llobet T.

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Hoy, los testigos internacionales son un estorbo para la prepotencia masista.  Cuando tienes invitados en tu casa no agarras a sopapos a tu mujer. Hay prudencia, se imponen límites.

Evo Morales vivió su minuto  de éxtasis con la resolución de Unasur en Santiago.  Pero los momentos de orgasmo no son momentos de lucidez y perdió de vista dos cosas esenciales: primero, abrió el escenario para que alguna gente, mucha gente,  constate lo que está sucediendo y, segundo, ¡que no es moco de pavo!, Brasil y Chile –histórica alianza sudamericana- decidieron frenar el descarado intervencionismo de Chávez.

Y en su acometida rabiosa contra Santa Cruz, el gobierno cometió un grueso error: hizo todo el despliegue de fuerza y lo publicitó escandalosamente. Mostró a miles y miles de partidarios en actitud hostil, mostró armas, mostró a fiscales correteados, pronunció amenazas a los magistrados de la Suprema , hizo gala de toda su prepotencia, que nosotros ya conocíamos, ¡pero los testigos internacionales, no!   Y ahí se produjo el enojo, molestia, protesta y amenaza de don Gabriel Valdez: o se para la amenaza o me voy a mi casa.  Y  se produjo el milagro: los “movimientos sociales” cuya dependencia directa del gobierno es menos dudosa que la virginidad de Marilyn Monroe, decidieron “reflexionar en cabildo”, a las cuatro de la tarde, cuando su jefe ya había anunciado su repliegue en la mañana.

Y la gente habla, les cuenta a los observadores. Les relata lo de Yacuiba, de los atentados, de los grupos especiales, del olvido de evidencias que no  le convienen al gobierno. Ellos no han visto los cercos al parlamento. Don Gabriel Valdez cree en las instituciones, las respeta y no entiende  (en su país sería sencillamente inconcebible) que unos pinches viceministros manden a la mierda a la Corte Suprema de la Nación … ¡y que la Suprema acepte irse a la mierda!

El gobierno -después de haber gastado un montón de plata, organizado a su gente, generado expectativas de ocupación de Santa Cruz-, tiene que volver a la tesis central planteada, en tono autoritario, por García Linera: discutamos incidencias y detalles, pero nuestra Constitución es la nueva referencia… ¡sí o sí!  Vamos al Congreso para convocar al referéndum y nos atenemos al resultado que las minorías regionales tienen que aceptar… ¡sí o sí!

Si alguien cree que Podemos bloqueará la aprobación de esa ley, es un ingenuo… ¡por no decir otra cosa!  Tuto y su gente, por miedo, por conveniencia, o simplemente por su habitual  indecencia política, no van a frenar la convocatoria al referéndum. Y el gobierno, absolutamente consciente de su fuerza y sabiendo que es observado por testigos, tiene que procurar convertir la violación  -lo que intentó en Santa Cruz-, en acto de seducción y matrimonio. Si la novia –los prefectos-, no acceden a la firma, no hay problema: el Congreso, oficial de Registro Civil político -con cerco o sin cerco-, convocará al referéndum constitucional.

Pregunta: ¿Es suficiente el  hecho mayoritario, para detener el proceso de desagregación y de fragmentación?

Pregunta dos: ¿Es suficiente la mayoría para reconstituir Estado?

Pregunta tres: ¿Es posible y viable la proyección de país, con la única base de la ideología mayoritaria, a contrapelo del mundo? Pregunta cuatro: ¿Es la democracia el precio que hay que pagar para aceptar el dictado de la mayoría?

Parafraseando a Bismarck, el “Canciller de Hierro”, la última pregunta: ¿Habrá sociedades dispuestas a suicidarse por miedo a la muerte?