Marchas y vigilias, un negocio floreciente

La plaza del tradicional barrio paceño de San Pedro es escenario los últimos días de un continuo desfile de "organizaciones sociales" como denomina el MAS a los grupos de choque que organiza para agredir y amedrentar. El motivo es hacer "vigilia" para impedir que el prefecto pandino, Leopoldo Fernández, sea trasladado a Sucre a requerimiento de la Corte Suprema de Justicia.

De esta forma, diversas "organizaciones" como "ponchos rojos", "de la tercera edad", de "alteños", de familiares de los muertos en lo que el gobierno quiere mostrar como una masacre, se turnan para ejercer tan encomiable labor.

Sin embargo, a propósito de la participación de tantos actores, no se puede evitar que varias preguntas vengan a la mente. Debe ser muy interesante ser "poncho rojo"; no es necesario trabajar y solo se requiere marchar en forma permanente y hacer "vigilias". Si algo hay que reconocer es que estos émulos aymaras de los "camisas pardas" nazis, han descubierto una forma fácil y eficaz de ganarse la vida.



Por otra parte "conmueve hasta las lágrimas" como grupos de ancianitos son capaces de movilizarse desde lejanos distritos solamente en busca de justicia para los muertos en Porvenir. A pesar de su infinita pobreza, no dudan en disponer de sus pocos centavos para hacer "vigilia" frente al penal de San Pedro para pedir la cabeza del "masacrador".

Los alteños movilizados ya no son novedad alguna, lo llevan en la sangre y nadie se atrevería afirmar que lo hacen por interés alguno. Los más sublimes ideales podrán contar siempre con ellos si de marchar, bloquear y agredir se trata. De igual forma que sus primos cercanos, los "ponchos rojos", son capaces de abandonar sus trabajos, sus estudios y salir en búsqueda de la utopía.

Pero ¡Ay las cosas que tiene la vida! sus puros ideales, ese indiscutible desinterés, esa entrega total, se ve lamentablemente distorsionada por un individuo que en las mañanas y en las noches se hace presente en la plaza y comienza a distribuir, con muy poco disimulo, billetes rojos a los celosos "vigilantes".