Dificultades para el acceso al gas licuado

Editorial de La Prensa.

El señor Superintendente busca eliminar el contrabando y la especulación del gas en aquellos niveles donde menos posibilidades de hacerlo existen.

Qué pasaría si Bolivia no fuera uno de los mayores, si no el mayor, productor de gas en la región? ¿Acaso los bolivianos tendríamos que volver al anafe de bomba y al querosén? Estas preguntas resultan pertinentes ya que día que pasa para los ciudadanos de este país se hace cada día más difícil acceder a este producto de primera necesidad, dado el extremado celo con el que el señor Superintendente de Hidrocarburos insiste en efectuar la distribución de GLP, buscando maneras de dificultar el acceso a una garrafa de gas para el vecino común. Todo en nombre de una supuesta lucha contra el contrabando.



Desde que el señor Superintendente ejercía la Presidencia de YPFB hemos percibido promesas de mejor distribución de este carburante vital para la vida cotidiana. Sin embargo, conforme pasan los

días, se hace más complicada la adquisición de este producto, pues por instrucciones de la Superintendencia se han fijado puntos específicos de distribución donde los vecinos deben dirigirse a adquirir, incluso con la obligación de recorrer largas distancias, por lo que se ven obligados a usar el transporte público, hecho que lógicamente encarece mucho más el GLP.

La distribución del producto no se realiza durante todo el día, ni siquiera todos los días del año. ¿Cómo puede enterarse una persona del día y la hora en la que puede adquirir una garrafa de gas? Es más, cuando el señor Superintendente dispuso esta forma de distribución no pensó en las parejas ancianas o incapacitadas físicamente para cargar una garrafa, tampoco pensó en que, en gran parte de los hogares de hoy, tanto el hombre como la mujer trabajan todo el día por lo que, para adquirir este carburante, deben recurrir a terceras personas, las que esperan ver retribuido su esfuerzo.

El señor Superintendente busca eliminar el contrabando y la especulación en aquellos niveles donde menos posibilidades de hacerlo existen. En realidad, el desabastecimiento de este producto gracias a los dos factores señalados se genera en los grandes centros de distribución, como la planta de Senkata. Lo que la Superintendencia efectúa con estas medidas es hacer cada día más inaccesible este artículo vital para la subsistencia de la gente. Estas disposiciones sólo llegan a incrementar a niveles pocas veces vistos la escasez del producto.

El atribuir las causas de la falta de gas sólo al contrabando es un recurso utilizado por diversos gobiernos que siempre han optado por ocultar sus dificultades para realizar una distribución adecuada del GLP desde sus puntos de origen. Es cierto que el contrabando de gas es un factor que hace mucho daño al país; sin embargo, creemos que las estrategias para luchar contra ello no pasan por sacrificar el acceso al ciudadano común.