Aportes «voluntarios» y despidos

Una segura fuente de ingresos para las campañas del oficialismo.

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El presidente Evo Morales no encuentra la forma de motivar a la militancia masista y a las “organizaciones sociales” para que pongan mayor empeño y entusiasmo en la difusión y explicación de la Constitución “concertada” que deberá ser sometida al referéndum el mes de enero próximo.



Esta situación ha movido al presidente Morales a dar un severo tirón de orejas a todos sus allegados a quienes ha reprochado que no sean capaces de movilizarse cuando no hay pegas de por medio. Otro de los aspectos que ha llamado la atención del presidente es algo que todos los bolivianos conocen de sobra: la más que evidente ineficiencia que han mostrado los funcionarios públicos masistas, cuya única carta de presentación es la recomendación de algún dirigente de una “organización social”, que hoy tiene más peso que la de muchos parlamentarios oficialistas.

Se dice que las cartas de recomendación más cotizadas en la actualidad son las que emiten Fidel Surco o Isaac Ávalos y son más baratas que las que extiende la dirigente de las “bartolinas”, Leonilda Zurita.

Tanto Surco como Ávalos extienden las cartas de recomendación con el compromiso de que en caso de acceder al cargo, el beneficiado deberá entregar, completitos, sus tres primeros meses de sueldo. A Zurita parece que no le gustan los trámites burocráticos y exige la suma de mil dólares, contantes y sonantes. Eso sí garantiza la contratación, ya que según dice, nadie en el gobierno se atreve a pararle el coche.

Una persona consiguió una carta de recomendación de Fidel Surco para entrar a trabajar en el Ministerio de Trabajo pero quiso hacerse al loco con su aporte y el resultado no fue tan solo el inmediato despido sino también un proceso por la presunta sustracción de una computadora portátil.

Por otra parte se ha generalizado en las entidades públicas, la práctica de los aportes “voluntarios”, con destinos de lo más inverosímiles y no es extraño que cada fin de mes, los recolectores visiten todas las oficinas para recoger dinero en algunas ocasiones para apoyar a las “organizaciones sociales” y en otras para efectuar un presente por su cumpleaños al «hermano» tal o cual.

El cinismo de los masistas ha llegado al extremo que ya no les importa guardar las apariencias y arremeten contra todas las instituciones centralizadas y descentralizadas, incluidas las   superintendencias del Estado, la cuestión es asegurar  la platita para que los  dirigentes vivan sin trabajar, organizando marchas, cercos, vigilias y ahora las campañas por la nueva  Constitución.

Los bonos de la chequera venezolana al parecer no son  suficientes para los dirigentes del MAS y los «activistas sociales», por lo que han visto en la administración pública un mecanismo para hacerse de recursos extras, no solo mediante la vía del aprovechamiento directo de los fondos públicos, sino también de la extorsión a los funcionarios.

Este último sistema al parecer está dando buenos resultados, es más, algunos funcionarios  comentan que son los directores administrativos de las instituciones los encargados de recaudar  el dinero. Hasta ahora nadie se ha animado a negar su aporte “voluntario” o mucho menos a denunciarlo por cuanto se sabe que eso significaría su inmediato despido a la vez de represalias frente a las cuales el funcionario no tiene defensa alguna.