La exportación del mesianismo masista

Por lo que se ve, Evo Morales cree seriamente que su misión consiste en “salvar a la humanidad del capitalismo” y está convencido, además, de que ha llegado la hora de pasar de los dichos a los hechos.

Los Tiempos

Aparentemente convencido de que ya tiene ganada la batalla por imponer su proyecto político dentro de las fronteras de nuestro país, el gobierno del MAS ha decidido comenzar a actuar en el frente externo. Para ello, ha instruido a sus bases, a través del Conalcam, que se desplacen hacia Perú con el fin de organizar allá marchas de protesta contra la decisión del vecino de entablar negociaciones con la Unión Europea en pos de un Tratado de Libre Comercio.



Como no podía ser de otro modo, la Cancillería peruana ha reaccionado enérgicamente y con toda razón contra semejante despropósito. Ha advertido que hará todo lo necesario para impedir que su territorio se convierta en escenario de las acciones disociadoras de los seguidores del gobierno boliviano, con lo que vuelven a enfriarse las ya tensas relaciones bilaterales.

Pero el asunto, de por sí grave, lo es mucho más si se considera que la “gran movilización” anunciada por los dirigentes del Conalcam está también dirigida contra la Unión Europea, a la que acusan de pretender “implantar a la fuerza” el tratado que está siendo negociado.

Eso significa que, consecuente con su política exterior encaminada a condenar a Bolivia a la condición de una isla, el gobierno no se conforma con haber llevado a su peor nivel nuestras relaciones con Estados Unidos. Ahora su propósito es abrir un nuevo frente de lucha, nada menos que con Europa.

A primera vista, podría suponerse que tal sucesión de provocaciones es sólo el resultado de la ineptitud de quienes tienen en sus manos las riendas de la diplomacia boliviana. Sin embargo, hay razones para creer, más bien, que tal actitud responde a un bien orquestado plan de acción cuyos orígenes y alcances trascienden nuestras fronteras. Por lo que se ve, Evo Morales cree seriamente que su misión consiste en “salvar a la humanidad del capitalismo” y está convencido, además, de que ha llegado la hora de pasar de los dichos a los hechos.

Cabe recordar, a propósito, que esa idea volvió a ser una de las centrales en los discursos presidenciales ante la ONU y la OEA. Lo que no es nuevo en el primer caso, pues ya lo hizo anteriormente. Lo nuevo es que ahora las declaraciones belicosas comienzan a ser acompañadas por los hechos y Perú, por su cercanía geográfica y cultural, ha sido escogido como el primer escenario, aunque no el único, pues como lo han anunciado los dirigentes del Conalcam, en su rol de exportadores del mesianismo masista si no logran convulsionar las calles de Lima, se trasladarán a Quito o Bogotá.

Así, mientras en la escala interna el MAS consolida su hegemonía política, avanza también sentando las bases de un peligroso rol en el tablero político continental.