Un ambicioso «satuco»

Es de los arrimados de ultima hora al MAS, mediatico y sin escrúpulos al copar espacios de poder.imageEl siempre diligente Gustavo Torrico ha decidido que ahora es cuando debe tomar la presidencia de la Cámara de Diputados de la cual, considera, ha sido injustamente relegado a lo largo de tres años.Para ello ha diseñado una táctica que muy bien podría denominarse “ganar indulgencias con avemarías ajenas”. Esta consiste, en primer lugar, en exigir a todos sus directos adherentes que han asumido el denominativo de “satucos”, que durante los meses de noviembre y diciembre, le entreguen el 50 por ciento de sus salarios.El destino de estos fondos sería realizar una campaña por el Si a la constitución masista, la cual tendría, claro está, a su persona como principal y más visible protagonista aunque es conocido que el no aportaría un solo centavo porque tiene gastos más importantes que hacer.La exigencia de Torrico hacia sus adherentes o «satucos» se basa en el simple hecho de que alrededor de 60 de ellos están cumpliendo diversas funciones en entidades como el Fonvis en liquidación, Cotel, Aduana, YPFB y diversos ministerios y que fue él quien asignó dichos cargos como parte de su cuota dentro de la administración pública.La disposición de su jefe no ha caído muy bien a muchos “satucos” aunque recordaron que estás contribuciones “voluntarias” son una costumbre que tiene Torrico para solventar sus gastos que incluyen el «imprescindible» apoyo a su secretaria que a parte de apoyarlo en las cuestiones administrativas inherentes a su condición de parlamentario lo consuela de los sinsabores que ocasiona la actividad política, plagada de incomprensiones.Los sacrificados seguidores del “satuco” principal indicaron que hasta ahora estas contribuciones solo llegaban al diez por ciento de sus salarios y afirmaron que conocedores de ciertos antecedentes, no del todo recomendables de su jefe, es muy probable que no todos estos recursos sean destinados a la campaña por el Si.Sin embargo comentaron que no tienen más remedio que cumplir con la instrucción y posibilitar que su jefe mejore su imagen por su desinteresada entrega a la causa y que a la vez pueda pasar unas merecidas vacaciones en playas de Arica, que tanto le gustan, para volver con la pilas bien recargadas a pelear por la presidencia de la Cámara de Diputados.